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¿Estudiantes universitarios un objetivo militar?

Jean Carlo Mejía
23 de enero de 2019 - 05:41 p. m.

Nadie ansía más la paz que aquel que ha combatido en las trincheras, ha visto morir a sus compañeros, ha sufrido lo indescriptible en medio del fragor del combate. Es en la guerra en donde se aprende que no todo vale incluso en medio del olor a sangre, miedo y pólvora. Y claro, el miedo huele y la cobardía de quienes utilizan el terror se repudia, eso lo saben y lo narran los veteranos.

En Colombia se ha utilizado el término conflicto armado no internacional para aludir a la guerra; el lenguaje y la narrativa también hacen parte de la contienda. Puede ser que el no llamar a las cosas como realmente son haya generado esa sensación de frustración en medio de la búsqueda de una  paz estable y duradera. Un diagnóstico inadecuado conduce a un tratamiento ineficaz.

Ahora bien, no obstante el dolor que se siente en  los actuales  momentos no se puede retroceder frente a lo que se ha logrado  en materia de desarme, desmovilización y reintegración con otrora grupos insurgentes desde finales de los años ochenta del siglo anterior. En este contexto no obstante habrá que decir que el ELN cruzó el umbral de racionalidad bélica con el reciente atentado en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. Del crimen atroz, más allá de los asesinatos y afectados en su integridad física y emocional, preocupan motivaciones, argumentos y formas.

Si algo resulta notorio es que el grupo ilegal quería gritarle al mundo que existe, que en Colombia la guerra continúa y que ellos son capaces de hacer daño; y lo lograron. Hoy la comunidad nacional e internacional lo sabe, los repudia. Lo que está sucediendo tiene un actor principal, los demás son secundarios.

Vale la pena mostrar algunos hechos que podrían corroborar  que el ELN nunca trató de ocultar demasiado su demencial ataque.

  1. El Precedente. Se ha convertido en un patrón ante la incapacidad militar del ELN, la utilización del terror a través de estructuras urbanas, principalmente. Barranquilla, la Macarena, el Andino, son solo algunos ejemplos. En la bloqueada cuenta de twitter del frente urbano en Bogotá el día 15 de enero se lee: “¡Algo sucederá en el calor de esta ciudad! Un estallido de mujeres y hombres que se empiezan a organizar para sacar tanta maleza de este gran jardín de flores rojas”. Este mensaje, unido a otros indicios, muestran un propósito de generar miedo, zozobra, pánico, sin discriminación alguna (subrayado propio).
  2. El planeamiento. Teniendo en cuenta la información publicada hasta el día 22 de enero, el proceso de planeación del atentado fue superior a diez meses. Desde la consecución de la camioneta, el explosivo, su traslado a Bogotá, la inteligencia sobre la escuela, la consecución de la licencia de conducción del causante de la tragedia. Existe una estrategia del ELN de llevar la guerra a las ciudades, usando el terror de alto impacto, como lo han ratificado incluso apartes de interceptaciones publicadas. Lo que realmente trasciende toda lógica anterior desde 1965 es el modus operandi usado.
  3. Al acto terrorista. Llama poderosamente la atención que una organización insurgente en un acto terrorista en la principal ciudad del país utilice un vehículo cargado de explosivos a nombre del propio autor material. Pero es más inusual que dicho conductor fuera un reconocido explosivista dentro de la estructura armada; que fuera fácilmente individualizable y que apenas dos meses atrás hubiera adquirido la licencia de conducción. Los investigadores tienen elementos para estudiar la existencia de un acto sin paralelo en Colombia, lo cual demostraría un odio llevado a otro nivel. Resulta difícil pensar en un plan de escape del autor material; podría incluso pensarse luego de lo que se conoce que se trató de ubicar el automotor en el lugar donde hiciera el mayor daño posible. Un carro bomba es un arma no convencional de acción indiscriminada. Un medio prohibido de conducción de hostilidades.
  4. El reconocimiento. El mayor grado de perplejidad se da con el comunicado del 21 de enero en donde el ELN reconoce y justifica el acto criminal en la Escuela General Santander, atribuyéndolo a la “legítima defensa” y luego verbalmente a una “represalia” contra avances de la fuerza pública. No obstante nuestra experiencia de más de tres lustros en temas relacionados con el conflicto armado, el derecho humanitario, derecho operacional y sociología de la guerra (polemología) así como en justicia para la transición, jamás habíamos leído un texto siquiera similar proveniente de una organización armada ilegal. Cada frase utilizada por el ELN demuestra su desprecio por lo humano y por lo que dice defender; es una ignominia que citen el derecho de la guerra. Realmente es triste ver hasta dónde puede llegar la degradación de una guerra asimétrica e irregular por el odio. En este caso el odio hacia todo lo que represente autoridad expresado en un enemigo detestado; el policía. Es altamente probable que éste acto haya generado repudio en sectores menos extremistas del grupo insurgente y en sus simpatizantes.
  5. ¿Cuál objetivo militar? Tanto el derecho internacional humanitario previsto en instrumentos internacionales y que hace parte de la legislación colombiana, así como los usos y las costumbres de la guerra, la jurisprudencia internacional y la doctrina establecen qué se puede atacar y cómo se debe hacer. El ELN en un acto de torpeza político – militar a nivel estratégico, olvidó que la Escuela de Cadetes de Policía General Santander de acuerdo con la normatividad colombiana es una Institución de educación superior, cuya misión es formar integrantes de la Policía Nacional (servidores públicos civiles y armados) que cumplen múltiples misiones que difieren de las que cumplen  en el conflicto armado y lo más importante, que son estudiantes, discentes universitarios que se gradúan como administradores policiales al egresar. Como estudiantes de una Institución pública regulada por la Ley 30 de 1992, el Decreto Ley de carrera policial 1791 y normas modificatorias establecen que no están dentro del escalafón de carrera policial y por tanto no podrían de acuerdo con criterios fijados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, desempeñar el rol de combatientes y por tanto participar directamente en las hostilidades de forma habitual como parte de las fuerzas armadas del estado.
  6. Increíblemente el ELN decidió que la Escuela General Santander era un objetivo militar sin entender en lo más mínimo que el derecho internacional humanitario establece principios como el de necesidad militar, ventaja, proporcionalidad, humanidad y para este caso sobre todo limitación y precaución en el ataque. Atacaron con la presencia de civiles, afectando incluso la integridad de una menor de tres años; atacaron en un día con alta presencia de familias civiles, profesores con igual condición, a través de un arma no convencional y sin medir las consecuencias. Y lo más grave, argumentan desde una presunta “legítima defensa”. No se necesita saber de derecho de la guerra para entender lo descabellado del argumento. Un ataque indiscriminado contra civiles y estudiantes no tiene justificación alguna.
El ELN no solamente ha tirado a la caneca todos los esfuerzos por lograr la finalización del conflicto armado en Colombia sino que además ha justificado el terrorismo en las ciudades y contra la población civil como su forma principal de hacer la guerra. El ELN ha llevado a otro nivel la ordalía en Colombia  si se llega a comprobar como todo lo indica un caso de inmolación. El ELN no ha leído bien ni el derecho humanitario, ni el clamor de paz, ni a la comunidad nacional e internacional. El escenario actual bajo ninguna circunstancia puede ser utilizado para socavar los derechos de las víctimas de la Escuela General Santander. El terrorismo como acto atroz dentro de un conflicto armado no tiene conexidad con el delito político; finalmente el derecho internacional humanitario obliga a los estados a perseguirlo, juzgarlo o permitir la extradición de los que cometen actos que incluso para quienes han contendido se ven como demenciales.

 

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