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Por la dignidad de las mujeres wayuu

Gritos revoltosos contra el Zuleteismo

Laura Baron-Mendoza
27 de mayo de 2020 - 04:00 p. m.

¿Acaso tengo etiqueta?¿Acaso hay un número en mi espalda indicando un valor por mí desconocido?

Me imaginé estar escribiendo el guion de esta película,

Otros se habían adelantado.

Necesito cómplices que griten. Esos gritos míos que no pueden desnudarse sino en sueños,

Esos gritos míos que aclaman derrocar a quienes insisten en continuar este régimen,

Esos gritos que hoy se catalogan como rebeldes,Aquellos que mañana significarán normalidad.

Según ONU mujeres, el 91% de los delitos contra la libertad y la integridad sexual es contra mujeres. Sin bien existen medidas que han contribuido a la visibilización de este tipo de violencia, entre ellas, medidas de tipo legislativo como la Ley 1719 de 2014, estas jamás serán suficientes salvo que las transformaciones socioculturales estén en el núcleo de la discusión. Así las cosas, aquello “a modificar” son las respuestas instintivas que surgen tras preguntas como ¿qué se espera de una mujer/hombre? ¿cómo debe comportarte una mujer/hombre? Las tradicionales y herméticas respuestas a estas cuestiones son el reflejo de imposiciones al “ser”.

Ni el sexo ni el género de una persona pueden ser fundamentos para asignar roles, reproducir estereotipos ni para establecer normas sociales cuyo quebrantamiento conlleva a sanciones que se agravan cuando la violencia armada converge. La sanción más común al trasgredir aquellos roles y normas de género es la discriminación. Como bien se ha afirmado, la discriminación es una forma de violencia que entorpece el goce de los derechos y libertades en pie de equidad. Así, es necesario recordar que las mujeres experimentan múltiples factores de discriminación que, en ocasiones, pueden estar interrelacionados y, en consecuencia, agravan el efecto negativo.

Un ejemplo claro son las mujeres con pertenencia étnica quienes están en una condición de vulnerabilidad no solo por el hecho de ser mujeres, sino por la histórica marginalización de los pueblos indígenas, así como otros factores como la pobreza, ruralidad entre otros. Por lo mismo, prácticas como las que dejó en evidencia las expresiones y comentarios misóginos del locutor Zuleta, mediante las cuales niñas wayuu son comercializadas para quedar bajo el yugo de un esposo (dueño sería el término más apropiado), exige medidas que respondan a las particularidades de sus víctimas. Lastimosamente, hoy siguen deambulando por nuestras calles miles de Fabios Zuletas, mucho.a.s inconscientes del fatigante temor que sus prácticas rutinarias representan en la vida de otra /o.

Por ello, el 25 de mayo, Día nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno, no puede pasar desapercibido. Para ello, la mezcla de letras al principio de esta columna tiene la revoltosa intención de convertirle a usted en copartícipe de silencios rotos y por romper, pues, señoras y señores, “las chinitas” NO están a la venta.

 

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