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Haciendo País

La felonía de la democracia colombiana

Sebastián Pacheco Jiménez
28 de marzo de 2018 - 04:36 p. m.

En Colombia hay dos países: el país político, que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder

y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político.

 El país político tiene rutas distintas a las del país nacional.

Jorge Eliecer Gaitán

Sobre las pasadas elecciones del 11 de marzo de 2018 para Congreso de la República anotar lo siguiente:

1. Lo que en principio parecía una fiesta electoral, mediada por la pluralidad, terminó en la desilusión de quienes nos habíamos entusiasmado con el cambio y la renovación. A decir verdad, los bochornosos escándalos y las múltiples ilegalidades que se vieron en la legislatura que termina, ameritaba una transformación radical, sin embargo, el choque con la realidad es frío y desolador. Al final, la evidente desconexión política/sociedad se alimenta de dos fuentes, un grupo profundamente decepcionado de la política tradicional que se excluye y desdice de ella y otro levemente entusiasta que sucumbe absorto a la realidad. Como resultado, el desprecio estructural de la sociedad hacia la política contemporánea.

2. La crisis de los partidos, donde la mayoría no representa absolutamente nada, sino simples colores y emblemas que carecen de sustento político y piso ideológico; empresas que otorgan avales e impulsos a caudillos individualistas que ven el poder como un medio para servirse y no para servir. Tan solo dos o quizá tres partidos en Colombia poseen una identidad, un programa y una visión concreta para el país, para los demás la política es un medio y no un fin.

3. El escenario político en esta ocasión se mostró plural y excitante, como en pocas ocasiones, la baraja de candidatos y de posturas políticas se ajustaba para que todas las facciones e ideologías participaran de la elección. Sin embargo, el abstencionismo registrado se ha convertido en una constante, por lo cual el problema de la participación política en Colombia es estructural, soportado sobre la incapacidad del sistema electoral de convocar y seducir a los votantes y la casi nula pedagogía política.

3. La deseable consolidación de partidos políticos pequeños, que han sobresalido por tener prácticas políticas decentes en él pasado, evidencian una leve pero notable mejoría en la capacidad de pluralidad política, ellos representan la esperanza de una mejora.

4. La felonía de los medios de comunicación, los círculos de opinión y los espacios académicos, nos han llevado a pensar que la información puede mediar grandes transformaciones en la realidad nacional, que la denuncia y los mensajes de conciencia política lograrán transformar la realidad. Sin embargo, las elecciones demuestran que, por un lado, se encuentra la opinión política citadina y por otro la dinámica electoral regional. Las grandes ciudades con pocas excepciones han logrado consolidar un liderazgo positivo en sus regiones. Vivimos en una burbuja que es superada por la realidad.

5. El sobresaliente rol de la mujer ha ganado espacios en las elecciones y ha adquirido una fuerza considerable, incluso, en algunos partidos fueron cabeza de lista. Por su parte en la lucha por la Presidencia se consolidaron importantes liderazgos femeninos, con capacidad política y caudales electorales propios.     

6. La presencia de una desconexión entre la realidad citadina y los entornos rurales/regionales, demuestran una vez más que el país se mueve en múltiples direcciones, divergentes, por un lado, el voto de opinión-argumentado, por el otro el cacicazgo y el mecenazgo político que sobresale en un entorno clientelista y tramposo.

7. La paridad electoral evidenciada en las elecciones deja un Congreso con pocos ganadores, algunos perdedores, en general equilibrado, para quienes nos apasiona la política, este es un escenario para alianzas y oposiciones, se avecina un cuatrienio de convulsión.

8 Por última y más importante, está es la situación de candidatos que han hecho de las elecciones un escenario para la corrupción, con campañas impulsadas por miles de millones de pesos y complejos sistemas de fraude electoral.  En ocasiones es mejor la sospecha que la certeza, y este es uno de ellos, la flagrancia y la desfachatez de los hechos desilusiona. Al final esto ayuda a comprender porque el país se atasca en lo que pareciera un nudo gordiano, en la medida que gran parte de quienes hacen las leyes y representan el poder legislativo no son mas que bribones.

9. Mi única esperanza se deposita en que los partidos políticos y los buenos congresistas sepan acompañar el proceso de paz, en él reside un primer paso para el crecimiento del país, no lo digo como un simple entusiasta por la paz, sino porque reconozco que un posacuerdo mal conducido puede ser más nocivo que un conflicto de baja intensidad.   

jspachecoj@hotmail.com

 

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