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Las mujeres que negociaron los procesos de paz en Colombia "desde los márgenes"

Dejusticia
06 de abril de 2017 - 05:03 p. m.

El 26 de agosto de 2012 el presidente Juan Manuel Santos dio un aviso histórico: seis meses atrás había iniciado conversaciones secretas con la guerrilla de las Farc, encaminadas a construir un acuerdo que pusiera fin al conflicto armado. La foto inaugural de la mesa, el retrato de uno de los hitos más importantes en nuestra historia reciente, está dominada por la presencia de los hombres negociadores; las mujeres brillaron por su ausencia.

Las mujeres han sido protagonistas y víctimas de la guerra. Según el Registro Único de Víctimas, constituyen el 51% de las víctimas de desplazamiento forzado, el 47% de las de homicidio y el 82% de las de violencia sexual. Además, son aproximadamente el 40% de los integrantes de las Farc. ¿Por qué, entonces, la exclusión? ¿Cómo dotar de legitimidad a procesos que silencian las voces de los directamente implicados e impactados por ellos?

Negociando desde los márgenes. La participación política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia (1982-2016)*, la reciente investigación de Dejusticia, se propone caracterizar cómo ha sido la participación política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia. La investigación plantea que, de los 61 acuerdos firmados en medio de negociaciones entre representantes del Gobierno y de los grupos armados, desde 1982 hasta el presente, tan solo el 4% de las personas signatarias han sido mujeres. Además, el movimiento feminista y de mujeres ha encontrado numerosos obstáculos a la hora de posicionar sus reclamos en los escenarios de negociación; la interlocución con los centros de toma de decisión se ha caracterizado por la ausencia o cierre de espacios de participación y la carencia de representantes en las mesas. 

¿Cómo ha respondido el movimiento feminista y de mujeres a este contexto? “La paz sin mujeres no va” fue la exigencia de las organizaciones de mujeres y feministas al presidente Juan Manuel Santos cuando inició los diálogos con las Farc. Y fue así como una negociación de paz que comenzó sin mujeres terminó con la creación de la Subcomisión de Género, con el nombramiento de dos plenipotenciarias, con un casi 16% de la mesa de negociación compuesta por mujeres y con la incorporación del enfoque de género como un principio transversal al Acuerdo final. Estos avances del actual proceso de paz no son fortuitos: el movimiento feminista y de mujeres ha movilizado diversas estrategias de incidencia para que la voz de las mujeres se escuche fuerte y clara en espacios en los que, en principio, está vedada.

Así las cosas, la investigación de Dejusticia es una apuesta por recuperar las memorias de algunas de las mujeres protagonistas de estos procesos; mujeres que cuentan cómo, desde sus movimientos y organizaciones, lograron impactar en los programas de las negociaciones de paz, aun cuando los espacios de participación estaban cerrados y sus reclamos eran vistos con desconfianza.

Los relatos de las mujeres del movimiento nos interpelan directamente a pensar cómo construir una democracia sólida y legítima cuando la exclusión sistemática de ciertos grupos sociales de los escenarios de toma de decisión ha sido una constante. Las negociaciones con los actores armados son espacios en los que se definen asuntos vitales relacionados con cómo superar la guerra y construir una paz con justicia social estable en el largo plazo. Esta apuesta se queda corta cuando la voz de quienes han sido protagonistas y víctimas de la guerra es silenciada.

Si uno de los objetivos de los procesos de paz es fortalecer la democracia y propiciar las condiciones para construir una sociedad más justa e igualitaria, entonces parece que nos ha costado cumplir con uno de los requisitos básicos para ello: incluir y escuchar las perspectivas, opiniones y experiencias de quienes han vivido las guerras en un contexto de desigualdad social que, en la mayoría de ocasiones, juega en su contra. La inclusión de las mujeres en las negociaciones de paz es un asunto de justicia; de escuchar los cuestionamientos y reclamos de un grupo social que, desde su diversidad, tiene mucho que decir sobre cómo construir una sociedad equitativa y en paz.

Negociando desde los márgenes también hace un llamado a no dar por sentados los avances alcanzados hasta ahora. Los retos son enormes: a pesar de que el enfoque de género es una perspectiva transversal al acuerdo de paz con las Farc, los ataques de quienes descalifican estos esfuerzos llamándolos “ideología de género” y las dificultades para que la presencia de las mujeres en escenarios de decisión sea paritaria, son desafíos que nos exigen a las mujeres alzar nuestra voz y seguir hablando fuerte y claro, especialmente hoy, para que la implementación del acuerdo no se olvide de los compromisos ya establecidos con el enfoque de género y con la participación de las mujeres.

*Este libro hace parte de la colección "Ideas para construir la paz" de Dejusticia, compuesta por diez documentos temáticos que ofrecen diagnósticos y propuestas sobre algunos de los retos centrales del posacuerdo en Colombia.

 

 

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