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Haciendo País

Los movimientos sociales y las orejas del fascismo

Fabiola Calvo
08 de diciembre de 2018 - 09:47 p. m.

Hace más de veinte años leí en Conflictos agrarios y lucha armada en la Colombia contemporánea: una visión geográfica, en la Revista Análisis Político de 1988, un  análisis sobre los conflictos agrarios y luchas armadas en  Colombia de Alejandro Reyes y Ana María Bejarano que concluyeron que los movimientos sociales luchan por influir en el sistema político, que constituye una instancia de mediación en los conflictos. La violencia también está asociada a la incapacidad del sistema político para cumplir esta tarea.

Y vale anotar para la élite ¿oligarquía? (en todo caso no creo que alcance a ser burguesía) colombiana que sigue copiando lo peor de lo que aconteció en Europa a mediados del siglo XX, eso que se denominó fascismo en Italia, nacionalsocialismo en Alemania y falangismo en España. ¿Por qué? ¿Por qué? Si este pueblo solo busca y quiere un Estado Social de Derecho, quiere de la democracia más que la D.

Hace poco querían unir las tres cortes en una sola, hoy quieren acabar con la televisión y la radio pública para concentrar contenidos, quieren acabar con el movimiento social, darle un valor ultraconservador a la familia y de ser posible, echar para atrás derechos de las mujeres salvo que ellas sean un aporte político para sus intereses; quieren un congreso a su medida y niegan el debate democrático ¿derechos de la oposición?  para esconder los horrores de los miles de millones robados al bienestar de cada persona honrada, caso Odebrecht. Tarea: escribir la lista de todas y todos los involucrados y no se sorprenda si encuentra el nombre de por quienes  ha votado o se encuentra en un lugar de poder.

¿Acabar con el movimiento social? Es una expresión de autoritarismo y ambas, el intento de acabar el movimiento y el autoritarismo son manifestaciones fascistas. Los movimientos sociales buscan incidir en el sistema, en el gobierno, pero este que tenemos y los que hemos tenido son sordos y se congracian con los intereses de las minorías, quieren protestas ordenadas y aplicar voltios a quienes en ellas participan. Pacho Santos propuso estas armas no letales y dejó ver su pequeño facha.

Una pizca de memoria: este país ha vivido en exclusión política permanente y la selló el Pacto de Sitges por el conservador Laureano Gómez y el liberal Alberto Lleras Camargo, el 20 de julio de 1957, el gran pacto de la exclusión. Y lo recuerdo porque el fascismo se construye, se desarrolla, no nace de la noche a la mañana. Y fue por esa exclusión que el movimiento social en Colombia no tuvo voz ni quien lo escuchara y dio origen a las guerrillas en la década de los 60´s, sumado esto a un contexto internacional. La violencia también está asociada a la incapacidad del sistema político para cumplir la tarea de dialogar, proponer, resolver y cumplir.

Las balas, el militarismo, el paramilitarismo acompañó al nazismo, ¿alguna similitud? Porque valdría preguntarnos cuántas muerte tiene el movimiento social en Colombia? Llámese campesino, estudiantil, maestros, mujeres, indígena, camioneros, trabajadores. Y los siguen asesinando, otra manera de eliminar el movimiento social al dejarlo sin líderes o lideresas. En este proceso de fascistización Colombia ha pasado por desapariciones, torturas y una larga noche que no encuentra su amanecer. Estamos regresando a las masacres ¿actúa el Estado?

Los grandes cambios que se han dado en la historia han sido producto de movimientos y me temo que no han sido ordenados pero si producto del autoritarismo, no han sido desde las viviendas sino toma del espacio público. Podríamos imaginarnos el siglo XIX en el centro de Bogotá, donde hoy se encuentra los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, el grito de independencia y todo lo que se gestó ante la sordera de los gobernantes…ustedes ya saben el resto.

Claro está que no siempre los movimientos sociales son de avanzada o progresistas, pero el caso que nos preocupa, ha sido en busca de mejorar las condiciones de una gran mayoría y el movimiento estudiantil le ha apostado a un derecho para ellos, ellas y la generación venidera.

En todo caso el movimiento social no es una fila de personas que se deleitan en las calles, es la búsqueda de una incidencia política en busca de una reivindicaciones específicas que en Colombia son necesidades estructurales que se ahondan frente al enriquecimiento descarado y corrupto, ahí sí, una larga fila de personajes que pagan unos años y salen del régimen penitenciario, si es que ocurre, a disfrutar de su fortuna. La mayoría sigue en cualquiera de las ramas del poder de nuestra floreciente democracia.

 

 

 

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