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Haciendo País

Para, ¡para ahí!

John Anzola
18 de noviembre de 2017 - 03:00 p. m.

“Yo quiero pedir aquí perdón, esto es el inicio de nuestra JEP en la que tenemos que confrontar la verdad con algún horror que hayamos hecho o dicho. Y esto que hice acá, no es ni un error, no es una equivocación, raya con el delito, prácticamente. Utilizar esta palabra (guambiano) como un insulto. Yo quiero perdón por esto, y acá se trata es de que no se repita, porque esto no es gracioso, nunca lo fue y pues quiero ofrecer excusas por eso. Perdón, mil veces perdón”.

No, desafortunadamente esta afirmación no proviene de alguno de los miembros de las FARC o del Centro Democrático. Ojalá fuera así. Estas son palabras que Martín De Francisco pronunció semanas atrás en el programa ‘La Tele Letal’, el cual conduce en compañía de Santiago Moure.

Para los que no sepan quienes son ellos (el cambio generacional ya está aquí), este par de personajes se hicieron célebres durante los noventa por criticar y burlarse corrosivamente de cualquier persona en este país. Rico o pobre. Bonito o feo. Famoso o desconocido. De absolutamente todos. ‘La Tele’ y ‘El Siguiente Programa’ - sus espacios televisivos en aquellos años -, fueron la caja de resonancia de una generación frustrada y sin expectativas frente a lo que nos ofrecía una sociedad pacata, prejuiciosa y banal como la nuestra (situación que no ha cambiado mucho), a la que le importaba más el cubrimiento que se le hacía durante semanas al reinado en Cartagena; que las masacres, los secuestros y los desplazamientos que ocurrían a diario en Colombia.

Es cierto que por cuenta de esa sátira despiadada más de una vez cayeron en excesos, como lo reconocieron al explicar las razones por las que dejaron de hacer crítica de televisión en su nuevo programa. Pero, igualmente, es innegable que era muy divertido ver como sus comentarios escandalizaban a padres de familia, profesores y a más de una figurita de la televisión. Eran una buena opción para evadirnos, por un momento, de nuestra triste realidad de finales del siglo XX.

Se preguntarán cuál fue el motivo que llevó a Martín a pedir perdón. En un capítulo anterior, al cual fue invitada la senadora Claudia López, se recordó la memoria de Jaime Garzón y su lamentable asesinato. Luego de ello, un televidente escribió en redes sociales que, en vida, el inmolado humorista también había recibido inclementes críticas por parte de Moure y De Francisco. Ante esto, los presentadores acudieron a un video del archivo de ‘El Siguiente Programa’, en donde comentaban la instalación del fracasado proceso de paz del gobierno Pastrana.

En esas imágenes se puede ver a Yamid Amat entrevistando a varias jóvenes. Después de una temeraria afirmación en la que el veterano periodista insinúa que el papá de una de ellas era guerrillero (por el solo hecho de haber nacido en el Caguán), aparece Garzón en escena, momento en el cual De Francisco (el de 1999) exclama: ‘ahí corre el guambiano este’. Es entonces cuando Moure detiene el video - para, ¡para ahí! - y Martín se dirige directamente a la cámara, reflexiona sobre sus palabras y pide, sinceramente, excusas por su comentario clasista, racista y que, como bien lo dijo, raya en lo criminal.

Estas expresiones despectivas abundan en nuestra sociedad, en donde la diferencia, en lugar de ser apreciada, se castiga. Y no solo las minorías han sido víctimas de este tipo de lenguaje discriminatorio. De hecho, es posible que la gran mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hayamos sido rotulados con palabrejas peyorativas que aluden a prejuicios de clase social, regionalismos, apariencia física, pertenencia étnica, condición sexual, filiación política o simplemente porque sí. La lista podría ser interminable. A esto, agreguemos los comentarios machistas que soportan las mujeres en su vida cotidiana.

Pero nadie está exento de culpa. Llegó la hora de reconocer que, en lo que podría considerarse como la perfecta ejemplificación de la ignorancia y el cinismo en un solo acto, también hemos usado frases de este calibre para referirnos a otros; y que al hacerlo causamos daño. Admitirlo, al igual que lo hizo De Francisco en la Justicia Especial para Payasos (JEP) de La Tele Letal, es un gesto necesario. No importa el tiempo que haya pasado, nunca es tarde. Perdón, mil veces perdón. Y que no se repita.

 

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