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El embajador de Francia fue a dormir a Montes de María

Gautier Mignot visitó varios municipios de esta región de Bolívar y Sucre, que fue fuertemente afectada por la guerra, para conocer la cotidianidad y resistencia de sus habitantes y líderes.

-Pedro Mendoza*
20 de julio de 2019 - 04:00 p. m.
El embajador Gautier Mignot observó cómo las mujeres indígenas en San Antonio se hacen los sombreros vueltiaos. / Cortesía.
El embajador Gautier Mignot observó cómo las mujeres indígenas en San Antonio se hacen los sombreros vueltiaos. / Cortesía.

"Jamás en la vida yo pensé que le iba a dar la mano a un embajador", le dijo un campesino de María la Baja, en los Montes de María, a Gautier Mignot, embajador de Francia en Colombia. El diplomático pasó día y medio con las comunidades de esta región del país. “La labor de un embajador no es quedarse en su oficina ni quedarse en su casita, es ir y conocer las regiones del país incluso las más difíciles, es hablar con la gente, la más humilde. Muchas veces es la que mejor informa a un diplomático sobre la situación del país”, le dijo a El Espectador el representante del gobierno francés.

La visita a esta región es importante porque los Montes de María son recordados por haber sido epicentro de las masacres, desplazamientos y un conflicto que involucraba paramiliatres, guerrilla y miembros de la fuerza pública en escenarios donde la vida parecia no tener ningún tipo de respeto. Esta subregión está conformada por siete municipios del departamento de Bolívar y ocho de Sucre, donde es fácil recordar nombres como Carmen de Bolívar, Zambrano, María La Baja, Chalán y Ovejas, entre otros. Actualemnte, aunque no hay presencia de grupos guerrilleros, existe una preocupación por el regreso del paramilitarismo.

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La historia del viaje del embajador a los Montes de María tiene un comienzo y una protagonista: la líder social Mayerlis Angarita, quien ha sufrido atentados contra su vida por su capacidad, liderazgo y activismo por los derechos de las mujeres. Su organziación Narrar para Vivir, fue finalista del Premio de derechos humanos Antonio Nariño, que otorgan las embajadas de Francia y Alemania. Allí el embajador conoció algo de su trabajo y su defensa de la vida en la region montemariana. Luego, en un almuerzo en Cartagena, le dijo que iría a visitirla. “Pues claro, eso sí, que si quiere hacer lo que yo hago le va a tocar duro. Yo creo que es un valiente también”, le dijo Angarita a El Espectador.

En el frío de Bogotá, hace unos días el embajador, en la celebración de la Fiesta Nacional de Francia, sostuvo que iría a los Montes de María y habló de Angarita. El diplomático afirmó que Colombia ha sido uno de los mejores ejemplos de una democracia liberal, “sin embargo, sigue existiendo una gran preocupación por el respeto a la vida humana, un derecho básico atropellado por grupos armados que, en acciones que se merecen el calificativo de terroristas, asesinan defensores de derechos humanos, líderes sociales, excombatientes en vías de reincorporación, así como miembros de las fuerzas de seguridad en violación al derecho internacional humanitario”.

Gautier Mignot, sostuvo la importancia de la iniciativa “Defendamos La Vida”, que visibilza a líderes y defensores. Se refirió a Abid Manuel Romaña del Foro interétnico Chocó, Hernando Chindoy, líder de la comunidad indígena Ingas del Nariño y el Putumayo, Yaneth Bautista de la Fundación Nydia Erika Bautista y, por supuesto, a Mayerlis Angarita. Confirmó que la visitaría, que saldria del confort de Bogotá. “La semana entrante, iremos con Mayerlis Angarita allá a los Montes de María para acompañarla durante todo un día en su labor cotidiana, una labor expuesta lamentablemente a amenazas explicitas en su contra incluyendo un atentado hace algunas semanas y un nuevo mensaje amenazante ayer. Creo que es hora que salgamos un poco del confort de nuestras vidas bogotanas y nos pongamos en los zapatos de esos líderes que arriesgan sus vidas permanentemente”.

Y se llegó el día. El embajador estaba en los Montes de María, sin un esquema de seguridad y dispuesto a conocer la vida de los habitantes de la región.

Acompañado por la lideresa hizo un recorrido por diferentes comunidades, como los municipios de San Antonio de Palmito y Maria la Baja, y durmió una noche en San Juan de Nepomuceno. “La gente es muy valiente, se enfrenta a las adversidades, las mujeres en particular han tenído historias vividas muy duras y en muchas de ellas violencia sexual, desplazamientos, asesinatos de sus seres queridos, han salido adelante y esto les ha permitido compartir esta experiencias y superarlas” afirmó el embajador.

Es la primera vez que un diplomático se pone en los zapatos de una líderesa, dice orgullosa Angarita., “fue trabajando desde que llegó, tuvo que subir a la finca, tuvo que trabajar hasta tarde en la noche y levantarse muy temprano para poder ir a conocer todo el trabajo de las mujeres”. Y es que el Embajador comió de todo lo que se produce en la región: yuca, suero, sancocho, dulces y pescado, y con todo lo que hizo hubo tiempo también para bailar bullerengue con la cantautora Ceferina Banquez ,y conoció la labor y cultura de las mujeres indígenas.

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El francés, que lleva dos años en el país, manifestó que es importante el apoyo social y económico a esta zona. “Es una de las siete misiones donde hay que tener los ojos puestos, es una región en donde hay algunas dinámicas preocupantes y no hay que dejar que la violencia se apodere de los Montes de María, o sea, hay que estar muy cuidadosos”, manifestó el funcionario, agregando que las comunidades tienen mucho para desarrollarse.

Este embajador, de un buen español, escuchó a la líder Angarita hablar en su tierra sobre “Narrar para Vivir”, una organización con mas de 19 años y un objetivo que no cambia: “que las mujeres que sobrevivimos al conflicto accedamos a la justicia y a la justicia de género que no es lo mismo, pero para poder hablar de que las mujeres van a dar ese paso, tienen que primero sanarse, entonces trabajamos en la superación de ese dolor, la perdida del sentido de la vida y también de las que ya lo han superado”.

Mientras hacían los recorridos hablaron de las actividades que realiza “Narrar para Vivir” en los diferentes municipios donde emprenden iniciativas productivas como talleres de costura, siembra, trabajo en las fincas y apoyo de entidades como el Sena, todo esto buscando ser mujeres autónomas económicamente. “Yo queria que el viera la diversidad de nuestra organización, la cohesion que tenemos, que viera las mujeres campesinas liderando”, dijo la líder.

El embajador la escuchó permanentemente, no solo a ella si no a todos aquellos que le contaron sus experiencias de vida, y dice que hay que avanzar "eso es lo que quiere la gente aquí en los Montes de María. No quieren volver a vivir lo que vivieron y no hay que permitirlo, entonces la comunidad internacional está aquí para acompañar el gobierno colombiano”. También habla de lo tranquilo que fueron sus días y de que se siente pequeño “cuando ve todas las dificultades que han tenido todas estas mujeres, todo lo que tienen que enfrentar día a día”.

La seguridad del embajador nunca fue problema, dice Angarita. “Cuando él entró yo le dije que iba a vivir lo que yo vivo” sostiene esta montemariana de voz fuerte y segura. “A veces salimos, pero a veces no sabemos si vamos a volver”, afirma. “Yo le decía: ojalá pudieramos tenerlo todos los días trabajando con nosotras, y pues yo me sentía tranquila estando con él, las mujeres se sentían protegidas con él y él se sentía protegido con nosotras”.

La visita terminó y el embajador se llevó muchas historias que contar a la comunidad internacional. Entre otras, aprendió, con las mujeres indígenas en San Antonio, a tejer el sombrero vueltiao, y, en todas partes, vio cómo trabajan y cómo resisten. En estos dos dias Gautier Mignot, habló con muchos miembros de la comunidad, la gran mayoría mujeres, sobre la capacidad de resolver las discrepancias con el dialogo. “Escuchar las voces de las minorías, de los inconformes, es la fuerza y la nobleza de la democracia liberal que sigue siendo el modelo de gobierno más justo, más humano y también más eficiente en el planeta”.

Por -Pedro Mendoza*

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