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Jhon Ríos, el joven que se desmovilizó después de 13 años en las Farc

Entró a los 12 años al bloque móvil Arturo Ruíz de las Farc. Ahora tiene 25, está desmovilizado y trabaja con la Corporación Colombia Internacional (CCI).

Colombia2020
14 de junio de 2016 - 10:18 p. m.
Jhon Ríos contó su testimonio durante el XVI encuentro “Vendemos su cosecha", realizado el pasado 18 de mayo del 2016. / Cortesía
Jhon Ríos contó su testimonio durante el XVI encuentro “Vendemos su cosecha", realizado el pasado 18 de mayo del 2016. / Cortesía

“Entré a los 12 años al bloque móvil Arturo Ruíz de las Farc. Después de un entrenamiento de 4 meses, mis labores en la guerrilla pasaban de prestar guardia, “ranchar” (prestar servicios en la cocina), preparar las tres comidas, remolcar víveres, remesas o intendencias”, recuerda Jhon Ríos Granados, quien permaneció por 13 años en la guerrilla.

Cuando Jhon entró a la insurgencia, en 2002, lo hizo sin el consentimiento de su madre. Al poco tiempo ella se enteró y de inmediato fue a hablar con el comandante de la zona, en un corregimiento del Chocó.

“Ella le dijo al comandante “Jahir” que no estaba bien que un niño estuviera en la guerrilla, le dijo que yo no era consciente de la decisión que había tomado y le pidió que me dejara regresar a la casa con mi familia. El comandante le respondió que nadie me había obligado a entrar, que fue una decisión mía. A los pocos días me mandó a llamar para informarme lo que había sucedido con mi mamá y me pidió que tomara una decisión. Yo, en medio de mi ingenuidad, insistí en quedarme”, comenta Jhon.

En ese tiempo Jhon pensaba muy diferente a como lo hace ahora. “Me dejé convencer por unas amistades que tenía en Chocó, y a eso se le suma la soledad y la ignorancia de lo que realmente significa entrar a la guerrilla”.

El joven guerrillero fue escalando posiciones. En 2010 ingresó al frente Aurelio Rodríguez donde ya tenía un cargo, pero tenía roces con sus superiores y los operativos de la fuerza pública arreciaban. “En ese momento comencé a pensar que la guerrilla no era una opción de vida, y comencé también a temer por mi vida”.

El 15 de noviembre de 2010, en un operativo del Ejército, Jhon fue capturado y llevado a la cárcel. Fue condenado a seis años de prisión en Cartago (Valle). Por vicisitudes de la justicia, esos seis años se convirtieron en dos. 

Después de su presidio, Jhon se reincorporó a la guerrilla. “Estaba convencido de la lucha guerrillera y me ofrecieron seguir, aunque pensaba que esa decisión no era la mejor para mi familia, que nada tenía que ver con el mundo en el que yo estaba. Seguí hasta el 25 de febrero de 2015, en un entorno con muchos operativos y asedio de la fuerza pública”.

Jhon también tuvo problemas con sus superiores porque dejó ver su buen corazón con los jóvenes guerrilleros que tenía a su mando. Cuando ellos le pedían dinero para comprar ropa, zapatos, un reloj o una cadena, Jhon tomaba del dinero de la escuadra y se los entregaba. Lo mismo a las guerrilleras, que no dejaban de interesarse por unos aretes o cosméticos.

“Eran muchachos que se sacrificaban bastante, prestando guardia, haciendo los quehaceres en el monte, y viendo los lujos y las casas que tenían las esposas de los comandantes, pensaba que regalarles 100 mil pesos a jóvenes de mi unidad no era la gran cosa. Fui acusado de ser el derrochador de mi unidad, tuve problemas con mis superiores, pero no me arrepiento. Ahí me di cuenta de que en la guerrilla una cosa es lo que se dice y otra la que se hace”, concluye. 

Después de su desmovilización, aquel 25 de febrero 2015, gracias a la mediación de un miembro de inteligencia de la policía, comenzó su proceso de reinserción a la sociedad.

“Fui a un hogar de paso en Medellín durante tres meses y en mayo me fui a Pereira a trabajar con un amigo en construcción, en pintura, o en cualquier cosa que saliera, pero una psicóloga de la ACR (Agencia Colombiana para la Reintegración) me comentó de un programa piloto de trabajo con desmovilizados en el parque Panaca, en Quindío. No lo pensé dos veces. Cuando llegue éramos unas 40 personas que estábamos listos para capacitarnos en agronomía, ganadería, granjas o equinos. Yo me inscribí en porcicultura, donde debía adelantar labores de limpieza, alimentación, y verificación del estado de salud de los cerdos”.

Otras oportunidades le esperaban a Jhon. Con la firme intención de borrar su pasado, tuvo un encuentro con líderes empresariales, entre ellas Adriana Senior, presidente de la Corporación Colombiana Iinternacional (CCI). Recuerda John que Senior lo conoció en noviembre y a los pocos días le ofreció trabajo en la CCI. Aceptó. “Me enviaron al municipio de Pupiales (Nariño), me contacté con el coordinador de la CCI en el departamento. Allá acompaño a tres asociaciones: trabajo con porcicultores, productores de brócoli y cuyes. Ahora estoy en capacitación a personal, manejo de bioseguridad, manejo de galpón y manejo de registros”.

Jhon reflexiona sobre su cambio de vida como reinsertado. “Lo más importante de reintegrarse es volver a la vida, en una sociedad donde uno es aceptado. También volver a recordar la niñez que me quitaron, compartiendo con mis sobrinos o con otros niños, especialmente para guiarlos y que no hagan lo que yo hice por ignorancia. Esta es una nueva oportunidad para demostrar lo que uno es capaz de hacer”. 

Por Colombia2020

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