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“La diosa en mí”, el álbum de 26 mujeres que resisten a la violencia con música

En el norte del Cauca, un grupo de mujeres afro, víctimas del conflicto, excombatientes de las Farc e indígenas compusieron 13 canciones y hoy, en el Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, lanzan su disco titulado “La diosa en mí”.

25 de noviembre de 2020 - 10:17 a. m.
El álbum "La diosa en mí", compuesto por 26 mujeres y 7 hombres del norte del Cauca, combina ritmos como el bambuco, el son patiano, el vallenato, la salsa, el corrido popular, la cumbia caucana y el bunde timbiriqueño.
El álbum "La diosa en mí", compuesto por 26 mujeres y 7 hombres del norte del Cauca, combina ritmos como el bambuco, el son patiano, el vallenato, la salsa, el corrido popular, la cumbia caucana y el bunde timbiriqueño.
Foto: Cortesía

“No más mujeres violentadas, asesinadas, ensangrentadas, maltratadas y vulneradas. Ni en el campo ni en la ciudad. Ni en las calles ni en el hogar. Ni una menos, ni una más”. Así dice el sencillo La diosa en mí, una de las 13 canciones del álbum que lleva el mismo nombre y que fue escrito e interpretado por 26 mujeres del norte del Cauca. Esta producción musical de Tormenta Violeta, que se estrena hoy 25 de noviembre en conmemoración al Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, contó con la participación de mujeres afro, víctimas del conflicto armado, excombatientes de las extintas Farc, mujeres indígenas del pueblo nasa y personas LGBT.

La diosa en mí es producto de un proyecto que busca construir paz en el norte del Cauca. Durante casi un año que duró la creación del disco, la Corporación Ensayos para la Promoción de la Cultura Política coordinó la red de artistas musicales que compusieron e interpretaron las canciones. Primero, se realizaron talleres sonoros, en los que se hizo un proceso de creación colectiva de temas que promovieran los derechos de las mujeres a una vida libre de violencias y discriminaciones, con mensajes encaminados a la construcción de paz, desde la experiencia de las mujeres que han vivido de primera mano los estragos del conflicto armado.

Estos talleres, asegura Marcela Amador Ospina, productora ejecutiva del proyecto, favoreció un camino de diálogo, convivencia, reconciliación y resistencia desde la música. Las mujeres que participaron además de plasmar experiencias y reflexiones en las letras de cada una de las canciones, también entendieron las experiencias y luchas desde diversos enfoques: como la discriminación, la pobreza, la violencia armada e intrafamiliar.

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“Las canciones cuentan nuestras experiencias y luchas: se refieren a la violencia sexual, al desplazamiento forzado, a nuestras prácticas laborales y de cuidado, a la explotación minera en los territorios, a la transformación y eliminación de los amores tóxicos, a las historias de las mujeres en la guerra, a la defensa de los derechos a la diversidad sexual y de género, entre otros”, explica Amador Ospina.

“Mamá se fue, mamá se fue y yo hasta ahora no entendía por qué. Les cantaré esta historia porque también es tu historia, es la historia de todas nosotras. Les cantaré esta historia para que el silencio no deambule más (...) Tenía trece años cuando huyó de casa. Del Cauca la llevaron luego a Cali a trabajar. La tenían como esclava y se negaban a pagar. Y la asustó la gran ciudad. Cocinó toda su vida para poderme educar”, dice la letra de Mamá se fue, tema que narra una de las tantas historias que pasaron de ser recuerdos a canciones.

Y es que el panorama de la violencia en el Cauca ha sido y continúa siendo desgarrador. En este departamento se han entrelazado todos los tipos de violencia que han puesto a la población civil en peligro, incluidas las mujeres. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, en 2019 se reportaron 2.636 casos de violencia de género e intrafamiliar. Esta cifra casi duplica el promedio histórico del departamento, desde 2012, que oscilaba en 1.600 casos.

Este tipo de casos a nivel nacional viene en un aumento significativo desde 2015. De acuerdo con las autoridades, este incremento en los reportes que llegan Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) podría darse por efectivamente una escalada de la violencia de género o porque las mujeres cada día se atreven a hablar y denunciar. Cualquiera de las dos opciones, confirma que en Colombia y, en este caso el departamento del Cauca, las mujeres siguen corriendo peligro.

“La música nos acompaña, nos sana y nos permite imaginar un mundo que esté a la altura de nuestros sueños. Cantamos desde estas tierras que son nuestras. Las heredamos de los mayores y mayoras, las heredamos de nuestras ancestras”, relatan las mujeres que participaron en el proyecto. Y continúan: “Somos indígenas, negras, campesinas, mestizas, lesbianas, transexuales, somos maestras, artesanas, somos sindicalistas y tejedoras, somos parteras, somos cocineras, somos estudiantes, somos músicas. Somos escritoras”.

Una vez las mujeres terminaron de escribir las canciones, el proceso de grabación tomó lugar en Santander de Quiliachao (Cauca). Para esta fase, se contó con el apoyo de los estudios Stereo-Typo y JAM Music Record. Allí se reunieron las mujeres que cantaron e interpretaron las canciones junto a músicos de la región que apoyaron con los arreglos instrumentales. Posterior a esto, se contó con un grupo de ingenieros de sonido e productores musicales, quienes se encargaron de la fase de mezcla, masterización y grabación. Entre ellos, Ignacio Peña Stadlin, Javier Andrés Montilla y William Rivera.

Entre los ritmos que se pueden encontrar en el disco están canciones de pop, bambuco, cueca argentina, balada, son patiano, urbano latino, paseo vallenato, reggae, corrido popular, salsa, cumbia caucana y el bunde timbiriqueño.

El proyecto fue coordinado por la ONG feminista Corporación Ensayos para la Promoción de la Cultura Política, en alianza con Mujeres Diversas y Paz de Santander de Quilichao y la Corporación Otra Escuela. Fue financiado por la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD), ONU Mujeres, la Embajada de Noruega y la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).

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No hay que olvidar que en el departamento del Cauca según el último censo del DANE realizado en 2018, habitan 308.455 indígenas. Lo cual hace que este sea el segundo ente territorial con más población indígena, en el país, luego de La Guajira. En este territorio hay presencia de cuatro grupos indígenas: los nasa, yanacona, misak, y coconuco que concentran el 91 % de la población indígena del departamento.

Estos pueblos han sido víctimas directas del conflicto armado. De acuerdo con la Comisión de la Verdad, en Colombia hay 384.886 víctimas indígenas que corresponden al 4.25 % del total de los 9 millones de víctimas en el país. De las víctimas indígenas, casi 200.000 es decir, el 70 % han sido mujeres, quienes históricamente han sufrido de violencia sexual por parte de grupos armados legales e ilegales, así como de desplazamiento forzado.

Asimismo, en el norte del Cauca habitan 81.562 víctimas, que equivalen al 28 % de todas las víctimas de este departamento, según el Registro Único de Víctimas. Antes de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, el norte del Cauca fue uno los bastiones de la guerrilla de las Farc, según la Fundación Ideas Para la Paz. Sin embargo, pese a la desmovilización de este grupo armado, en los 13 municipios que componen esta subregión (Buenos Aires, Caldono, Caloto, Corinto, Guachené, Jambaló, Miranda, Padilla, Puerto Tejada, Santander de Quilichao, Suárez, Toribio y Villa Rica) vienen fortaleciéndose las disidencias especialmente del frente 6to.

Como si fuera poco, los habitantes continúan en medio de enfrentamientos entre otros grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), bandas criminales y grupos residuales paramilitares que se formaron luego del proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia en 2005. Este contexto ha hecho que el Cauca sea el segundo departamento con más masacres en lo corrido de este año. Al 25 de noviembre, se registran 12 matanzas en este departamento.

Por este motivo, el proyecto musical y las iniciativas de construcción de paz, de acuerdo con Marcela, la productora ejecutiva del disco, es la salida de la violencia para que las mujeres y la forma en la que resisten a esta realidad. Pero el camino no acaba aquí. Este álbum es el primer paso para consolidar un sueño: la primera productora musical feminista del norte del Cauca. Desean que estas grabaciones sean la puerta de entrada para seguir construyendo paz en sus territorios a partir de la música y que también represente una iniciativa económica para las mujeres de esta región.

Asimismo, buscan que el álbum y la historia de su construcción también llegue a las aulas de clase a nivel regional y nacional para que los más jóvenes se acerquen a nuevas formas de entender la música con mensajes de reconciliación, diversidad y protección de los derechos de todas las mujeres.

A partir de hoy 25 de noviembre el álbum La diosa en mí está disponible en las distintas plataformas digitales de reproducción de música como Spotify. Aquí la lista completa:

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