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“La negociación”: en las entrañas del proceso de paz entre el Gobierno y las Farc

Margarita Martínez, directora de “La negociación”, presenta en Bogotá este documental que cuenta los secretos y pormenores del proceso de paz entre las Farc y el Gobierno colombiano. Esto luego de que el presidente de Álvaro Uribe rechazara su presentación y con esto lo diera a conocer a un público amplio.

Andrés Osorio Guillott
13 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
El acuerdo final de paz se firmó el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá. /Archivo.
El acuerdo final de paz se firmó el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá. /Archivo.
Foto: AFP - LUIS ACOSTA

Más de 20 años cubriendo una guerra indiferente y despiadada le dictaron a Margarita Martínez un camino en el que debía seguir esquivando las balas hasta terminar donde todo debió solucionarse antes de llegar a las vías armadas: el diálogo. Tuvo que pasar de ser reportera de guerra para entender que lo que sus ojos vieron y sus cámaras captaron debía ir más allá de la noticia y el testimonio. La Sierra, el documental que retrata el conflicto desde la perspectiva de un grupo paramilitar en Medellín, se convirtió en el escenario de un nuevo reto: documentar, ilustrar y narrar una verdad incómoda, que solo era capaz de ser dicha en pequeños susurros, pero que merecía ser conocida ante el país y el mundo.

Ocho años después, luego del inicio de los Diálogos de La Habana, que buscaban cerrar por las vías legales y democráticas la violencia entre la guerrilla de las Farc y el Estado colombiano, Margarita apostó por convertirse en la mujer que estaría siempre detrás del telón observando y captando con su cámara los vericuetos y las posibles peripecias que podía tomar el curso del Proceso de Paz.

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“La guerra tiene todos los horrores. Cuando filmé La Sierra era muy complicado, por decir lo menos, y como es evidente por el documental, pero filmar esta negociación tiene retos y complejidades muy superiores. Los retos no son en términos de la seguridad personal del equipo fílmico, sino por la estructura cerrada, absolutamente secreta con la que se manejaba el proceso, por lo difícil que es quebrar la inercia del secretismo y la desconfianza de la guerra”. Afirma Margarita Martínez, directora de La negociación.

Más que ser un canal que nos conecta en el tiempo y que nos conecta con las voces de quienes decidieron dejar las armas para sentarse a dialogar, La negociación se convierte en un documental que simboliza y refleja la importancia del arte como una herramienta que nos acerca a la transparencia, que ofrece una nueva perspectiva y logra abrir horizontes de pensamiento. La negociación no solo nos hace sentir partícipes de la historia, también nos lleva a reconocer la responsabilidad que tenemos como sociedad de trabajar en unidad en momentos donde es, precisamente, la diferencia y la segregación la que alimenta la polarización y la incapacidad de reunir esfuerzos en busca de la finalidad que, al fin y al cabo, es la finalidad de la comunidad: la paz.

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¿Qué fue lo más complejo de llevar a cabo este documental?

Lo más complejo de grabar este documental es que a los negociadores de ambas partes y sus respectivos equipos, en teoría, les parecía importante dejar un testimonio, pero en la práctica las tensiones internas y con la contraparte hacían casi imposible tener acceso. Estas imágenes inéditas, privadas, son casi un milagro, porque en una situación tan cambiante, donde no se sabía si iban a lograr un acuerdo, hablar en cámara, permitir que una cámara entrara a una discusión, era un riesgo muy grande. Afortunadamente hubo esos momentos, que le van a dar al público un sentido y una dimensión de qué y cómo pasó, y que sobre eso pueda pensarse este presente y el futuro que empezamos a construir con el nuevo Gobierno.

¿Cómo afrontó los momentos más calurosos y críticos de las negociaciones? ¿En algún momento pensó que todo el trabajo realizado entre las delegaciones y también el suyo podrían verse terminadas antes de tiempo?

Claro, esa era la constante. El riesgo de que algo pasará y acabara el proceso era una espada permanente sobre las negociaciones. Así había sido en el pasado y podía haber sido el caso. Yo no estaba dentro de la mesa de negociaciones. En ocasiones me permitieron entrar, como se verá en las imágenes, pero obviamente cuando las cosas estaban extremadamente tensas el acceso para filmar era todavía más difícil. Aunque debo decir que cuando parecía que todo estaba perdido, que no valía la pena, un par de veces pude grabar. Pero la constante era la incertidumbre. El reto de esta negociación era tan inmenso y había tantas cosas en contra, que lo normal es pensar que en cualquier momento se puede acabar.

¿Cómo impacta en su trayectoria la realización de este documental? ¿Qué simboliza para usted esta producción y qué enseñanzas le deja?

Yo tenía la esperanza de que este momento —un Acuerdo de Paz con las Farc... un Acuerdo de Paz con las Farc, repito; algo que era imposible de imaginar— iba a ser el principio del cierre de la violencia en Colombia.

Por registrar ese momento, por mostrárselo a la gente es que hice todo este esfuerzo. Como prácticamente toda mi vida profesional cubrí la guerra, primero como periodista y luego como documentalista, aspiraba a que fuera un cierre de este periodo trágico y doloroso para Colombia. Hoy no sabemos si estamos en un cierre o en el inicio de otra guerra reciclada, como dice María Teresa Ronderos en su libro.

¿Existe una visión de Margarita antes de los Acuerdos y una visión de Margarita después de ellos con respecto al Gobierno, las Farc y la situación histórica del país?

Sí. La primera es que no entendía la dimensión, la enormidad, la magnitud de lo difícil que es parar una guerra, de décadas, o cualquier guerra, grande o pequeña. Hay una especie de inercia y grupos poderosos que se benefician de ella, relatos viejos que la perpetúan y que no permiten ver nuevamente el problema para buscarle soluciones; y ni hablar de los odios, resentimientos y deseos de venganza que legítimamente existen, pero que nos anclan al pasado. Descubrí una cosa que los expertos de negociación luego me dijeron: hacer la paz es más difícil que hacer la guerra. Así que entendí mejor los retos que tenemos como nación. Sobre la situación histórica, duele mucho, duele tanto sentir la capacidad de matarnos, de destruirnos, la incapacidad de incluir, la facilidad para llevarse por delante a quien no piensa igual a como piensa el poder o a quienes se interponen en los intereses de los armados. Debemos recuperar la humanidad y construir nación con todos en democracia.

Por ejemplo, filmé a un peluquero de las Farc un poco antes de entrar las armas; escena que está en el documental. Tenía unos 35 años, y pocos meses después de la desmovilización lo mataron en Buenos Aires, Cauca. Lo mismo lo de los líderes sociales en tantas regiones.

¿Qué mensaje nos dejas a los ciudadanos que estuvimos alejados de la Mesa de Negociación?

Lo primero es ¡que la vean! Y que para terminar la posproducción necesitamos que nos apoyen en la vaca digital que estamos haciendo. Ya terminamos la edición, pero estamos buscando recursos para pagar el diseño sonoro, la música, las animaciones, el color, etc. Que van a encontrar en el documental una mirada desde adentro de cosas que pensaban que sabían, que les va a dar otra visión y no me refiero a favor o en contra, sino con intimidad y profundidad, así que diferente.

Por Andrés Osorio Guillott

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