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“Quebrantos” o la metáfora de la fractura del tejido social

Esta acción de duelo, encabezada por la artista Doris Salcedo, busca dignificar la vida y memoria de los líderes sociales en Colombia.

Andrés Osorio Guillott
10 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Las letras en vidrio son una metáfora del rompimiento del tejido social a causa de las muertes olvidadas. / Juan Fernando Castro
Las letras en vidrio son una metáfora del rompimiento del tejido social a causa de las muertes olvidadas. / Juan Fernando Castro

A Julián Quiñones Oñate, presidente de Acción Comunal de Guayabal en el municipio de Coveñas (Sucre), lo asesinaron el pasado jueves 6 de junio, cuando se movilizaba en su moto. Dos hombres que también se movilizaban en motocicleta le dispararon en cinco ocasiones. Quiñones se convirtió así en una nueva víctima de los asesinatos sistemáticos de líderes sociales en Colombia.

A finales de mayo, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y el movimiento Marcha Patriótica lanzaron un informe llamado Todos los nombres, todos los rostros, en el cual presentan una radiografía de los crímenes contra líderes sociales en Colombia. Según este informe, entre enero de 2016 y mayo de 2019 han sido asesinados 702 líderes, 236 de ellos desde el inicio de gobierno de Iván Duque y 88 entre enero y mayo de 2019.

Las cifras aterran. Las cifras son la muestra de una persecución indiscriminada contra las personas que trabajan en la construcción de paz y justicia social. Las cifras, a su vez, son el símbolo de la deshumanización de la guerra, pues reducen a las víctimas a números, a registros de días lóbregos en los que lo que menos importaba era la vida y en los que las noticias predeterminaban la indignación efímera y el olvido permanente.

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Doris Salcedo, artista, integrante de la Comisión de la Verdad y quien lidera esta acción de duelo llamada Quebrantos, afirmó que “cada asesinato es una fractura, no solamente en la familia del líder asesinado, sino es una fractura en la sociedad, es una fractura del tejido social. Nosotros necesitamos mostrar que esa fractura está ocurriendo y necesitamos mostrarla rompiendo el silencio. El romper y el fracturar está presente desde diversos aspectos. Es una obra dura, no es una conmemoración de un fenómeno que ya terminó, sino que lo estamos haciendo mientras los asesinatos y las amenazas continúan, entonces eso muestra que no es una acción de duelo que cierra un proceso donde podemos escribir unas letras en dorado y recordar a las personas. No. En este caso está ocurriendo y es por eso que es importante que los líderes amenazados estén participando de esta acción, que sean ellos quienes le muestren a la sociedad colombiana que se está rompiendo, que se está acabando con lo mejor de nuestros colombianos. Son las personas que alzan su voz contra la minería ilegal, contra los cultivos ilícitos, son los que están pidiendo la restitución de tierras”.

Desde las 7:30 a.m. y hasta las 7:30 p.m., cerca de 100 líderes sociales y 300 voluntarios ayudarán en el grabado de 165 nombres de líderes asesinados escogidos aleatoriamente. Cada uno de los nombres será grabado en 35 renglones cubiertos por el vidrio fragmentado, por el vidrio como elemento simbólico de la presencia espectral de quienes murieron en nombre de la paz, la reconciliación y la justicia en sus territorios.

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“Estos asesinatos ocurren en el espacio público, a plena luz del día; estos asesinatos no son ocultos. Esto está ocurriendo en todas partes, en regiones altamente militarizadas. Esto es a la luz pública, por lo tanto yo consideraría que a los artistas nos corresponde salir también al espacio público y hacer obras de arte público, no tanto obras objetuales de carácter comercial, sino algunas obras efímeras que permanezcan en la memoria de los colombianos, queden inscritas en nuestro imaginario, para que así podamos entender que hay que conmemorar estas muertes. Por eso es que yo salgo al espacio público con estas obras efímeras. La obra que estoy proponiendo es una obra que, a diferencia de una obra objetual que se presenta en una galería, es una obra donde la audiencia es partícipe. La audiencia no es pasiva, sino que aquí la audiencia se convierte en parte del gesto. Pensemos que la memoria no es algo que se activa espontáneamente. La memoria del dolor, de estos asesinatos, es una memoria que hay que buscar, que hay que traerla con este tipo de actos. Nosotros tenemos que proponernos estas acciones de memoria, acciones conscientes. Uno no está tomando onces con los amigos y de pronto recuerda que asesinaron a un líder en el Bajo Cauca. Eso no ocurre. Por eso creo que la manera de responder a esas muertes es con responsabilidad. Responsabilicémonos de uno, dos, tres, cuatro de estos asesinados. Nombrémoslos, hablemos de ellos, mantengámoslos vivos en la memoria. Hay que tener presente que la estética con que damos forma a estas acciones de duelo, a estas oraciones fúnebres, refleja la ética que tenemos frente a la vida de estos seres desprotegidos”.

Quebrantos surge como antesala al primer diálogo para la no repetición, Larga vida a los líderes y lideresas sociales defensores y defensoras de derechos humanos, que se realizará el día de mañana en las instalaciones de Caracol Televisión.

“Estas personas que ya fueron asesinadas pueden ser asesinadas dos veces. Es decir, una vez en su oficina, los que están interesados en continuar con la restitución de tierras, etc., y la segunda vez los asesinamos nosotros, la sociedad que los olvida, que los envía al abismo del olvido. Podemos los colombianos, si nos dedicamos a ello, traer esos nombres a nuestro presente. No hablo de vida física, sino de que su memoria se mantenga viva. Y eso solamente ocurre en la medida en que los nombramos. Esos nombres hay que repetirlos en las escuelas, en los medios. Deben ser recordados permanentemente hasta que memoricemos cinco o seis de ellos y cada colombiano sepa qué le ocurrió. Esa es la responsabilidad. Con la obra yo no puedo hacer eso, pero sí puedo sugerir a los colombianos que hay acciones de duelo que debemos llevar a cabo para otorgarles un valor a esas vidas y para otorgarles un valor a nuestras vidas, porque cada asesinato nos degrada. Solamente en la medida en que nos oponemos a esos asesinatos a través de actos de memoria podemos adquirir la humanidad que nosotros estamos perdiendo”.

Por Andrés Osorio Guillott

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