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Rodrigo Cadete: El hombre que se le esfumó a la paz

Édgar Mesías Salgado Aragón decía que el cambio de la vida militar a la civil no le era difícil. El domingo se fue en compañía de hombres armados. Se habla del desencanto con el proceso de paz por parte de los exmandos medios de las Farc.

Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
11 de septiembre de 2017 - 10:09 p. m.
En febrero de 2017 Rodrigo Cadete aseguraba que le apostaba a la paz/ Mauricio Alvarado.
En febrero de 2017 Rodrigo Cadete aseguraba que le apostaba a la paz/ Mauricio Alvarado.
Foto: MAURICIO ALVARADO

“Eso que decían los medios de comunicación que yo me iba a abrir, no, eso no. Yo desmentí hace mucho tiempo eso”, dijo Édgar Salgado, también conocido como Rodrigo Cadete, quien fue comandante del frente 27 de las Farc. Expresó eso en medio de una entrevista a Colombia 2020 en su caleta en la zona veredal de Icononzo (Tolima) el pasado 8 de febrero. Sin embargo, este domingo se conoció que entre El Paujil y Cartagena del Chairá (Caquetá) sus escoltas fueron desarmados y él se fue con un grupo de hombres. Pablo Catatumbo lidera una comisión de investigación para esclarecer qué pasó con Rodrigo Cadete.

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A mediados de septiembre de 2016, varios medios de comunicación reportaron que Cadete estaría liderando una disidencia en el Meta. A pesar de eso, él asistió a la Décima Conferencia de la guerrilla, en la cual se aprobó el acuerdo firmado con el Gobierno posteriormente en Cartagena. Por esos días, entre el 17 y el 23 de septiembre, varios periodistas le preguntaron por el rumor. En Icononzo contó que él respondió que eso no se daría “ni hoy ni nunca”. Decía, entre risas: “Nunca he comprendido esa situación”, refiriéndose a las informaciones sobre su descontento con el acuerdo.

A principios de 2017, llegó hasta la zona veredal de Icononzo acompañado de unos 170 hombres que comandaba porque era el comandante del Frente 27 de la guerrilla que operó en el municipio de Vista Hermosa (Meta). En Icononzo estuvo encargado del dispositivo de seguridad de la zona veredal. Hace unos meses salió de Icononzo hacia Bogotá para ser parte del equipo que coordina la seguridad de los miembros del Secretariado de la exguerrilla.

Cadete es un hombre que creció dentro de la guerra. De sus 51 años, 36 los vivió en las Farc. Ingresó a la guerrilla a inicios de 1981 en el mismo pueblo donde nació, El Paujil (Caquetá). Dijo que se incorporó al ver el apoyo que la estructura armada recibía de diversos sectores sociales.

 Pronto llegaría a las riberas del río Guaviare, donde se juntó con el desaparecido Tomás Medina Caracas, también conocido como el Negro Acacio, y con Géner García Molina, alias John 40. Todos integrantes del Frente 16, que aportaba importantes sumas de dinero a la organización, provenientes del impuesto al narcotráfico. Allí tomó cursos militares avanzados. Estuvo en las tomas de Puerto Rico, Mitú y Miraflores.

De hecho, John 40 fue uno de los primeros en no acatar el Acuerdo de Paz. Él, Acacio y Cadete fueron pedidos en extradición por los Estados Unidos en 2005.

Fue escalando posiciones dentro de la estructura militar y saltó al municipio de Vista Hermosa (Meta), donde comandó el Frente 27 de la guerrilla. Subió a la categoría de miembro del Estado Mayor Central (ahora dirección nacional del partido político). Posteriormente perteneció al Frente Séptimo, en donde se encontró con Miguel Botache Santillán, conocido como Gentil Duarte, hoy comandante de la disidencia que opera en el Guaviare y en la que también está John 40.

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Durante los años más crudos de la guerra, las estructuras comandadas por Cadete les hicieron frente a los paramilitares de Martín Llanos y Miguel Arroyave.

Pero para Cadete la vida militar era parte de su pasado, o eso decía. Frente al cambio de vida que suponía dejar el fúsil que había empuñado durante más de tres décadas, refirió: “Para mí no es duro ni complejo, porque nos venían preparando hace mucho tiempo”. Incluso, dijo que haría lo que el partido le pidiera, porque su prioridad era la implementación del Acuerdo de Paz firmado con el Gobierno. No descartaba estudiar y mencionó que si se presentaba la oportunidad terminaría el bachillerato y “también me gustaría ser agrónomo”.

Al preguntarle qué iba a ser lo más difícil de la reincorporación a la vida civil, respondió: “Desde que el Gobierno nos cumpla y se ponga en función de la implementación, esto va a funcionar normalmente”.

El descontento

“Si el Gobierno no se decide a desempantanar la implementación, va a haber mucho problema porque hay muchas dudas de la gente”, contó un exmando medio de las Farc que habló bajo el compromiso de no revelar su nombre. Esas palabras son una fotografía de lo que puede estar pasando dentro de la exguerrilla, donde el sentimiento generalizado es que la implementación no avanza al paso que debería.

Por ejemplo, persisten las quejas frente al adecuamiento de las zonas veredales (que desde el 1° de agosto se conocen como espacios territoriales de capacitación y reincorporación) y sobre los programas de reincorporación de las personas que integraron las filas de la guerrilla. Fuentes del alto gobierno admitieron que estos programas deberían avanzar más rápidamente.

Otro fantasma que ronda por quienes fueron mandos medios en la guerrilla es la extradición. Aunque el acuerdo deja claro que ningún miembro de las Farc podrá ser extraditado por delitos cometidos antes de la firma, el miedo es que les pase lo mismo que a los jefes paramilitares que terminaron extraditados en Estados Unidos. “No nos han sacado un poco de gente de las cárceles, eso hace que la gente también se ponga a pensar en eso (la extradición)”, concluyó el exmando medio.

Ahora, no se puede decir que Cadete sea, sencillamente, un “bandido” detrás de los réditos del narcotráfico. Detrás, también, hay un desencantamiento de los mandos medios de las Farc, que tuvieron en las filas poder económico y político y hoy no ven en el crudo proyecto de reintegración estatal y la lenta implementación una salida para dejar las armas.

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Por Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez

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