El pasado 17 de marzo, la vivienda de Alicia Arroyo Solano, construida en palma y madera, se incendió luego de un accidente en su cocina. Su casa era uno de los predios de Valle Encantado, una finca de 128 hectáreas ubicada en el departamento de Córdoba y que desde 1998 es hogar de 15 mujeres cabeza de hogar que fueron desplazadas por la violencia. Alicia, por ejemplo, vivía en esa casa con uno de sus hijos y cinco nietos, uno de ellos, de siete años, resultó herido por el incendio.
Ella es una de las mujeres del colectivo Valle Encantado, un grupo de madres que fueron víctimas indirectas de reclutamiento forzado cuando, paramilitares liderados por los hermanos Castaño y Diego Murillo Bejarano (“Don Berna”) se llevaron a sus hijos o hermanos en contra de su voluntad a este grupo armado ilegal. Tiempo después, cerca de 300 mujeres se organizaron para confrontar a los paramilitares y les reclamaron que ya era suficiente tanta injusticia y que querían a sus familiares de vuelta, que no se irían sin ellos.
(Vea: “Devuélvanos a nuestros hijos”: la historia de resistencia de las mujeres de Valle Encantado)
Sin mucha expectativa, “Don Berna” escuchó los reclamos y las peticiones de estas mujeres y sin mayores reparos, les devolvió sus hijos al día siguiente. Una de esas madres fue precisamente Alicia Arroyo Solano, quien desde entonces ha dedicado su vida a empoderar mujeres, madres y niñas del departamento sobre la importancia de la construcción de paz y el respeto por los derechos de las mujeres campesinas.
Esther Polo, otra lideresa de la región, contó que “una de las razones del incendio es que como en esta zona de Valle Encantado no hay agua potable, sino que todo el servicio de acueducto debe salir de los pozos, entonces fue toda una parafernalia poder recoger agua para apagar el incendio. No se pudo rescatar nada, se quemó absolutamente todo”.
Para ella, Alicia “es una viuda de la guerra. Nació en Naranjita (Antioquia) y salió desplazada. Luego le mataron a su esposo y se fue a Montería (Córdoba) a vivir a barrios de invasión donde conoció a otras mujeres y se unió a su sueño de querer volver al campo”. Desde entonces, según Esther, su lucha por el territorio ha sido incansable.
Por su labor, varias mujeres de la región están organizando una recolecta de dinero con el que esperan reconstruir la vivienda de Alicia y su familia quien, además de perder su casa, también perdió todas sus pertenencias como ropa, electrodomésticos e insumos de cocina. Si usted desea aportar económicamente para la reconstrucción de la vivienda de Alicia y la dotación de la misma, puede hacerlo a la cuenta de ahorros de María Eugenia Zabala de Polo, otra mujer defensora de los derechos de las mujeres campesinas en Córdoba y quien asumió la vocería de esta iniciativa, ya que ni Alicia, ni su familia, cuentan con cuentas bancarias.