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#YoHagoPaz haciendo de la moda un acto político

Tejiendo Paz es un emprendimiento de excombatientes de las Farc que desde Icononzo (Tolima) confeccionan ropa. Su Pazarela es reconocida por los mensajes a favor del Acuerdo de Paz.

Lucety Carreño - @LucetyC
23 de diciembre de 2019 - 04:33 p. m.
“De la guerra a la Paz-arela”, en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), fue otro de los desfiles que realizó Tejiendo Paz durante 2019. / Daniel Álvarez
“De la guerra a la Paz-arela”, en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), fue otro de los desfiles que realizó Tejiendo Paz durante 2019. / Daniel Álvarez

Juan Perea nació en Pizarro (Chocó), el 27 de noviembre de 1975. Tiene siete hermanos, lo crió su mamá y tuvo un papá ausente. Aprendió a trabajar antes que a escribir. A los cuatro años empezó a sembrar plátano y maíz y a criar animales. “La primera vez que fui a la escuela tenía siete años. Fue muy difícil. Éramos tan pobres que nos tocaba compartir un cuaderno entre dos hermanos. Lo mismo pasaba con el lápiz y el borrador. Todo por mitad”.

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La escuela quedaba lejos de su casa, así que les tocaba viajar en lancha y remar por horas. Los dos hermanos mayores se encargaban de impulsar la barca. Él sostenía los cuadernos con fuerza para que no se los llevara el río. “En ese vaivén estuvimos cuatro años. Mis hermanos crecieron y se dedicaron a trabajar. Remar solo era muy difícil, así que solo estudió hasta tercero de primaria. “A los 12 años empecé a trabajar para sostenerme y me fui de la casa a los 14 a causa de las necesidades económicas que lo obligaban a uno a buscar el sustento”. Recorrió ciudades para buscar oportunidades. Vivió en Medellín, Pereira, Armenia, Ibagué y Valledupar. Tanto en el campo como en la ciudad veía las mismas problemáticas: pobreza y abandono estatal. 

En 1994 regresó a Chocó. En 1995 lo reclutó el Ejército y prestó servicio militar. “Salí en 1997 con la esperanza de que con la libreta conseguiría trabajo, pero la situación no mejoró. En esa época estaba en auge el paramilitarismo, así que continuar recorriendo el país era riesgoso, por lo que decidí irme un año a Venezuela”. En 1998 regresó a Colombia y se fue al Guaviare, donde conoció a la guerrilla de las Farc. Después de asistir a un par de reuniones se sintió tan identificado con lo que pregonaban sus líderes que ingresó a las filas. Allí estuvo 14 años de su vida, hasta que en 2016 se firmó el acuerdo entre la guerrilla y el Gobierno.

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En febrero de 2017 llegó a la zona veredal creada en Icononzo, en el Tolima, a iniciar su proceso de reincorporación con otros 300 exguerrilleros. Allí empezaron a planear su futuro, a soñar con proyectos productivos sostenibles, hasta que en 2017, junto con otros 22 excombatientes crearon la Cooperativa Multiactiva del Común Tejiendo Paz, en el espacio territorial de capacitación y reincorporación (ETCR), ubicado a casi tres horas de Bogotá.

En medio de las montañas y los árboles, y arropada por la neblina, queda una casa blanca en cuya fachada se lee: “La vida es tejer sueños, bordar historias, aprender puntadas, cambiar de aguja e hilo, desatar nudos”. Adentro, el piso es de cemento, hay dos filas de máquinas de coser, hilos de colores, alfileres, una mesa grande y moldes. Ese es el taller de confección de Tejiendo Paz, en el caserío que ellos mismos han ayudado a levantar con recursos del Estado.

La organización se gestó desde antes de la dejación de armas. Apenas llegaron a Icononzo tomaron una capacitación de cooperativismo y para agosto de ese año, diez días después de haber dejado los fusiles y las municiones que los acompañaron durante la guerra, crearon la empresa de moda. “Nos decidimos por la cooperativa de confección porque la profesora Regina Parra, de la Universidad Autónoma de Bogotá, nos donó dos máquinas”, recuerda Perea.

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Algunos asociados ya sabían coser porque eran los encargados de confeccionar o arreglar prendas en la guerrilla. Otros, como Mireya Gómez, aprendieron motivados por sacar adelante a las familias que formaron después de la guerra. Los integrantes de la empresa invirtieron dos millones de pesos, más la mensualidad que les da el Estado para comprar tres máquinas más y tramitar los documentos de la cooperativa. Al proyecto se sumaron voluntarios que les enseñaron sobre administración, proyectos y finanzas.

“Este proyecto es una enseñanza. Dijimos: ‘Vamos a confeccionar ropa’, pero no sabíamos cómo hacer un plan de negocios, administrar una empresa, delegar las funciones, ni de tendencia. No conocíamos nada”, dice Perea. Él participa en la producción: corta tela, pule las piezas y despacha. Es el líder del grupo. Estuvo desde las primeras reuniones. Ha sido vigilante, tesorero, presidente y actualmente es gerente y representante legal.

Desde septiembre de 2018 la ropa se vende por redes sociales, a través de Manifiesta: Hecho en Colombia, una marca creada por las politólogas Ángela Herrera y Sara Arias. “Decidí que esa era la causa a la que le quería apostar. El proyecto tiene como objetivo apoyar el proceso de los excombatientes que hacen parte de la cooperativa y entender la reincorporación como algo comunitario”, agregó Herrera.

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La moda es para ellos un acto político. Por eso, los mensajes van implícitos en la ropa. Manifiesta y Tejiendo Paz se interesan por poner sobre la mesa los derechos laborales en una industria tan voraz como la textil y de emplear buenas prácticas desde lo ambiental hasta lo laboral. El Sena les dio clases y les está enseñando a hacer camisetas polo. Además, hacen cursos abiertos para la población de Icononzo. Herrera explica que “el plan a futuro es vincular también a víctimas del conflicto y que se convierta en un emprendimiento más fuerte y sostenible”.

En el ETCR, el flujo de corriente eléctrica no es suficiente para estampar las telas, por eso tienen que hacerlo en la cabecera municipal de Icononzo, a 40 minutos del taller. “Le digo a la gente que nos apoye, que se vistan de paz y que le den valor a lo nuestro. Hay que seguir luchando, nada es fácil, pero cuando uno se propone lograr un objetivo, lo logra”, destaca Perea.

Pazarela fue el primer desfile de moda de excombatientes. Se realizó en septiembre en la Universidad de los Andes, en Bogotá. La lluvia de ese día no fue impedimento para mostrar la colección compuesta por kimonos, vestidos y chalecos en satín, acetato y gamuza. Las modelos voluntarias mostraron los diseños y carteles con frases como “Hagamos la moda y no la guerra”, “Implementación del Acuerdo ya”, “Estamos cumpliendo” y “La moda es un acto político”.

Herrera asegura que Pazarela sirvió para que los integrantes de la cooperativa se dieran cuenta de que no estaban solos. Llegaron más desfiles, como el que realizaron en la Feria de Paz y Reconciliación en el Congreso, y ferias de emprendimiento que han permitido el diálogo entre reincorporados y ciudadanos.  “El mejor camino es la construcción de la paz”, asegura Juan Perea.

Por Lucety Carreño - @LucetyC

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