Proceso de paz con el Eln, en jaque

Los ataques terroristas del fin de semana en Barranquilla y el sur de Bolívar rebosaron la copa. Diálogos se reanudarán hasta cuando esa guerrilla sea coherente en sus palabras y sus acciones. Decisión tuvo respaldo en sectores políticos y empresariales.

El Espectador
30 de enero de 2018 - 02:10 a. m.
El presidente Juan Manuel Santos, ayer en La Palma, al anunciar la suspensión de los diálogos con el Eln.  / SIG
El presidente Juan Manuel Santos, ayer en La Palma, al anunciar la suspensión de los diálogos con el Eln. / SIG

Coherencia entre las palabras y las acciones, fue lo que le pidió ayer el presidente Juan Manuel Santos al Eln, como condición para seguir las negociaciones de paz que desde el 7 de febrero del año pasado se adelantan en Quito (Ecuador) y que en los próximos días deberían reanudarse en su quinto ciclo. “Los hechos son tozudos y el comportamiento del Eln me obliga a asumir con esta organización lo que he denominado la doctrina Rabin: se combate el terrorismo con toda contundencia como si no hubiese negociación de paz. Y se negocia como si no hubiese terrorismo. Para continuar la negociación de paz esta doctrina exige un mínimo de coherencia”, dijo el primer mandatario desde La Palma (Cundinamarca), durante un acto de entrega de tierras a familias afectadas por el conflicto.

Con una clara advertencia de por medio: “Mi paciencia y la paciencia del pueblo colombiano tienen sus límites (…) el Gobierno ha sido generoso y ha mostrado su voluntad permanente de paz. Una voluntad que no puede ser vulnerada por la coyuntura política, porque se trata de una voluntad fundamentada en principios y es mi deber como jefe de Estado, como presidente de la República y como colombiano, proteger al pueblo (…) le he reiterado a la Fuerza Pública que deberá seguir cumpliendo con sus deberes constitucionales con la máxima determinación”. Y concluyó Santos: “El quinto ciclo de conversaciones se instalará cuando el Eln haga compatible su conducta con la exigencia de paz del pueblo colombiano y de la comunidad internacional”.

La decisión pone en jaque la mesa de diálogos, teniendo en cuenta la postura asumida por el grupo guerrillero frente a los atentados perpetrados desde el pasado 10 de enero, cuando finalizó el cese al fuego bilateral pactado entre las partes el año pasado, que llegaron a su punto más crítico el sábado anterior, con los ataques a la Policía en Barranquilla y el sur de Bolívar, que dejaron siete uniformados muertos. En un comunicado difundido en internet, el Eln pidió, precisamente, reanudar las conversaciones para trabajar, desde ahí, un nuevo cese al fuego, justificando su accionar: “Mientras las dos partes no logremos acordar el nuevo cese, seguirán ocurriendo acciones militares de lado y lado, tal como está aconteciendo actualmente”. En el escrito, además, responsabiliza al Gobierno de incumplimientos en la reciente tregua, que hicieron imposible la prórroga.

¿Qué sigue ahora? Al menos en lo que tiene que ver con el presidente Santos, la decisión de poner en pausa las negociaciones de paz obtuvo un amplio respaldo en los sectores políticos y empresariales, aunque en la actual coyuntura electoral no faltan las voces críticas que piden acabar definitivamente el proceso. “Decisión de suspender diálogos refleja sentimiento de gran mayoría de los colombianos que no aceptamos el terrorismo en ninguna de sus formas. Inmensa miopía la del Eln de no entender a la gran mayoría de la población. Se equivoca tratando de sembrar el miedo en estos momentos”, escribió en Twitter el presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi), Bruce Mac Master. A su vez, el procurador Fernando Carrillo dijo que “la cobardía del terrorismo del Eln contra nuestros policías es directamente proporcional a la nula credibilidad de su compromiso con la paz”.

Por el lado de los candidatos presidenciales, las reacciones no se hicieron esperar. “Comparto plenamente la decisión del Gobierno de suspender las negociaciones con el Eln. Se pone fin con esto al uso abusivo que estaba dando esta guerrilla a la voluntad de diálogo de los colombianos”, expresó Germán Vargas Lleras. “La violencia nunca será el camino. Se equivoca el Eln si cree que matando policías indefensos va a doblegar al Estado y se va a ganar el respeto de la gente. Es dialogando y bajando las armas que se llega a una paz real. Triste que dejen al pueblo a la deriva de la guerra”, señaló Piedad Córdoba. Y Humberto de la Calle, por su parte, respaldó la suspensión de las negociaciones, enfatizando que sólo se deben reabrir con “garantías claras de que esto va en serio”.

Iván Duque, del opositor Centro Democrático, insistió en que la mesa de diálogos debe suspenderse de inmediato, con una propuesta firme para poder seguir conversando: que si el Eln quiere desmovilización, desarme y reinserción, se debe concentrar previamente, suspender todas sus actividades criminales y estar dispuesto a pagar cárcel, así sea con penas reducidas. Por su parte, Marta Lucía Ramírez le pidió al presidente Santos dejar el afán y que sea el próximo gobierno el que siga negociando, bajo tres condiciones: no más secuestros, no más reclutamiento de niños y no más terrorismo. Por último, Alejandro Ordóñez se mostró incrédulo con la suspensión de la mesa de Quito: “Es el mismo sainete que el país ya conoce y lo conocimos en las negociaciones con las Farc. Atentados terroristas, se levantan de la mesa, interviene un país, se vuelven a sentar, hay más violencia (…) el mismo sainete, la misma entrega”. Para él, si esa guerrilla quiere reintegrarse, debe entregar las armas, los secuestrados y someterse a la justicia transicional.

Por El Espectador

 

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