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“Caquetá Innova”: la paz como freno a la deforestación en el Caguán

Este proyecto en Cartagena del Chairá usa la producción sostenible de la panela para evitar la deforestación indiscriminada por la caña de azúcar y a la vez promover la no violencia contra quienes trabajan por la conservación del medio ambiente en este departamento. Un joven de 22 años fue su creador.

Redacción Colombia +20
11 de febrero de 2021 - 11:46 a. m.
Este proyecto comunitario involucra víctimas de desplazamiento forzado de las Farc y excombatientes de la extinta guerrilla.
Este proyecto comunitario involucra víctimas de desplazamiento forzado de las Farc y excombatientes de la extinta guerrilla.
Foto: Cortesía

Hace menos de 20 años, la vida en Cartagena del Chairá (Caquetá) permitía ver dos escenarios que prevalecían en la vida de sus habitantes: desplazamientos forzados por parte de las antiguas Farc y una deforestación masiva, que incluso se extendía hasta jurisdicción de San Vicente del Caguán.

La violencia armada y los crímenes medioambientales parecían mostrarles que un futuro prometedor en su región parecía ser una alternativa lejana, incluso inviable. Sin embargo, tras la firma del Acuerdo de Paz dentro de distintos grupos juveniles del Instituto José María Córdova, en Cartagena del Chairá, comenzaron a sonar cada vez más fuerte diferentes ideas para arraigarse en su territorio y desestigmatizar a la tierra que los vio nacer.

Allí estaba Diego Chilatra, un joven que ahora con escasos 22 años no tiene un día en el que no piense cómo ayudar a la sostenibilidad de su departamento, a partir de la producción artesanal y ambientalmente responsable de la panela. Para eso creó Caquetá Innova.

“Desde el colegio soñé con tener un trabajo que me permitiera soñar y vivir en el territorio, por supuesto aportando al crecimiento de Cartagena y de mi departamento. Crecer en medio de la violencia le frita la cabeza a uno, pero ante las señales de esperanza siempre se puede estar abierto a la construcción de paz. Cuando comenzó a bajar la violencia por esta zona, mi cabeza no dejó de pensar en cosas que permitieran que la cuenca del río Caguán pasara de un imaginario violento a ser un escenario de valor agregado e inclusión social”, relata Chilatra.

Tras asistir a tertulias de emprendimiento y aprender sobre liderazgo, instrumentos de planificación urbana y métodos de administración pública, a Diego Chilatra se le ocurrió que trabajar el cultivo de caña y productos maderables podría ser una opción para frenar la deforestación en el Caguán y así ofrecer una alternativa laboral digna.

“Daniel Oppenheimer dice que si uno no innova se muere; esa fue la inspiración para el nombre de mi proyecto. Evidentemente esta zona del Caquetá necesita muchas intervenciones e ideas nuevas que aporten a cambios reales dentro de las familias y aunque a uno no le siguen mucho la caña por ser joven, eso no nos hizo desfallecer y poco a poco logramos que Caquetá sea un nombre que escuchen en el mundo y no precisamente por las balas”, cuenta Chilatra.

Con el paso de los meses, Caquetá Innova se ha convertido en una escuela de paz en la que convergen distintas voces que vivieron en carne propia el conflicto armado colombiano.

Diego y otras 26 personas más que forman parte del proyecto son víctimas de desplazamiento forzado. A ellos se han sumado decenas de campesinos y un par de excombatientes de las Farc.

“Acá no importa si la víctima es acreditada o no, o si la persona que llegue es caqueteña o no. Todos son bienvenidos, mientras quieran aportar a un mejor Caguán. De hecho, los reincorporados que nos acompañan inicialmente no tenían la voluntad de formar parte de ningún colectivo, pero aun así nosotros insistimos para convocarlos. Acá dejamos atrás del pasado, reconocemos sus intenciones de vivir en paz y les ofrecemos formación, conocimiento y la posibilidad de que nos representen en mercados campesinos. Seguro que serán los primeros de muchos excombatientes de por acá que nos van a acompañar en este viaje”, sostiene.

El arte de tocar puertas

No contar con recursos para formar una empresa jamás fue una excusa para la puesta en marcha de Caquetá Innova. Los concursos y distintos apoyos de entidades internacionales para financiar este tipo de iniciativas fueron el motor para que esta idea, ahora convertida en fundación, expandiera sus horizontes.

Pocas semanas antes del inicio de la pandemia, Chilatra y su grupo buscaron en instituciones departamentales el apoyo para frenar la tala indiscriminada de caña, que estaba deforestando a Cartagena del Chairá, para la producción masiva de panela. Nadie les hizo caso.

Siguieron recibiendo rechazos, hasta que dieron con una convocatoria de la Unión Europea para financiar iniciativas locales que cuidaran el medioambiente y fueran garantes de construcción de paz comunitaria.

“Para obtener recursos del Fondo de Paz de la Unión Europea (UE), vendimos nuestro proyecto macro de Caquetá Innova, llamado “Visión Amazonía”, al que consideramos un programa regional para frenar conflictos ambientales con la producción responsable de la panela, una posibilidad de alternar la ganadería y una opción que sirviera como una fuente de ingresos alternativa para nuestras familias. Le dijimos a la UE que buscábamos ser un referente de paz y medioambiente a nivel continental y nos compraron la idea”, cuenta Brian, uno de los primeros miembros de Caquetá Innova.

Gracias a ese impulso, los muchachos de Caquetá Innova pudieron contar con capacitaciones empresariales y de cooperativismo. Asistieron al Foro Mundial de Paz, en París (Francia); aprendieron sobre cooperación internacional entre Europa y América Latina en Bruselas (Bélgica); y recibieron talleres de administración en universidades de Madrid y Bilbao (España).

Esos nuevos conocimientos, Chilatra los mezcló con sus clases de Ingeniería Ecológica en la Universidad de la Amazonía. Según él, eso y unos talleres que les dio el Sena sobre producción panelera artesanal, les permitieron ganar más confianza entre el equipo de Caquetá Innova para mayor alcance al manejo de la caña en su región.

“Próximamente varios de nosotros seremos profesionales agropecuarios. Sabremos con conocimiento de causa cómo llegar a los cultivos sin maquinarias o agroquímicos. Eso, al igual que la violencia que antes generaban las armas y los conflictos de interés por el manejo de las tierras que destruían para sacar panelas, son cosa del pasado. Con nuestro proyecto no buscamos más reconocimiento que el hecho de ver a nuestra tierra crecer y poder también, por qué no, fomentar el agroturismo, ser foco de investigaciones y un ejemplo de que la guerra se puede dejar atrás si nunca se pierden los sueños... ¿quien se habría imaginado que un grupo de muchachos iban a llevar a Europa la idea de que en Caquetá las balas fueron destruidas por la panela?”, concluye Chilatra.

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