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De la crisis cafetera al aguacate de exportación

Habitantes de Palocabildo (Tolima) encontraron en el aguacate hass la alternativa para levantar su economía ¿Qué hay detrás de esta historia de éxito?

Colombia2020/ @EEColombia2020
06 de noviembre de 2018 - 11:00 a. m.
El aguacate hass es apto para exportar, porque tarda 40 días en madurar / Fotos: Óscar Pérez - El Espectador
El aguacate hass es apto para exportar, porque tarda 40 días en madurar / Fotos: Óscar Pérez - El Espectador

Palocabildo está ubicado en lo alto de las montañas de Tolima. Lo rodean los cultivos de café y los colinos de plátano que otrora movían su economía. Sin embargo, desde hace diez años, se han sumado a ese paisaje cientos de árboles de aguacate. “La fruta de moda”, como le llaman sus habitantes.

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La pujanza cafetera que hubo en el país en las décadas 50, 60 y 70 convirtió a este municipio en uno de los más prósperos de la región. Se estableció como el centro agrícola adonde llegaban personas de Fresno, Falan e incluso municipios más alejados para comprar frutas y verduras.

“Acá no venían los helicópteros de los bancos a traer más plata para los cajeros. Venían a llevársela a otros lugares de tanto dinero que había”, recuerda Henry Jaramillo, gerente de Frupal, la Cooperativa Multiactiva de Agricultores del Norte del Tolima que reúne a 138 personas para comercializar sus cultivos de aguacate. Él aún saca granos de café de los pocos cultivos que le quedan para venderlo molido en los negocios del pueblo.

Aunque es un municipio pequeño, de calles estrechas y casas apretadas, nunca está en silencio, ni tampoco es un pueblo que quede solitario los fines de semana. La bonanza cafetera impulsó el comercio. Cada casa tiene uno o dos negocios y se vuelve imposible cruzar su plaza de mercado los domingos, debido a la veintena de camiones y personas que están entregando los bultos de frutas, verduras y granos.

En una esquina de la plaza quedan las oficinas de Frupal. Esta cooperativa nació en 2009 cuando el café entró en crisis y les dio más pérdidas económicas que ganancias. Mientras que la producción de una cosecha cafetera les podía costar $800.000, en el mercado se las pagaban a $650.000 máximo.

Otros factores incidieron en que mermaran los cultivos de café en Palocabildo. Por un lado, les exigía más mano de obra en el campo para recogerlo. Además, la variación del clima modificó las condiciones para sembrarlo y las plagas se volvieron incontrolables. Por eso decidieron apostarle al aguacate.

Pie de foto: Cada finca en Palocabildo puede llegar a recolectar entre dos y cinco toneladas de aguacate.

Contaron con el apoyo del Ministerio de Agricultura para crear Frupal en 2009 y cosechar distintas variedades de aguacate, gulupa, guanábana y plátano. Pero en ese momento no había una organización fortalecida ni una directiva que exigiera eficazmente el cumplimiento de los pagos por estos alimentos.

A pesar de que el aguacate lo pagaban a mejor precio, en más de una ocasión los agricultores desistieron de seguir exportándolo, porque no les cumplían con los pagos. TBT Colombia SAS fue la primera empresa que les prometió una buena remuneración por vender sus cultivos fuera del país, pero al final los campesinos no recibieron los pagos completos. En una segunda ocasión ocurrió lo mismo, esta vez con la empresa Frutinsa (la misma TBT tras cambiar de razón social). Hoy, todavía les deben a los campesinos cerca de $40 millones.

A pesar de que la desconfianza que se instaló entre los agricultores se convirtió en el desafío más difícil de superar, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) encontró en Frupal una asociación con visión colectiva, con una idea de negocio clara que podía ser potenciada. En septiembre de 2016, comenzaron a estructurar un modelo de negocio agropecuario sostenible gracias al aguacate hass.

“El aguacate tiene un sinfín de oportunidades. Necesitamos apoyar a las organizaciones campesinas para que tengan modelos efectivos y eficientes, no solo de producción, sino de comercialización. Que sean garantes y actores de su propio desarrollo”, afirma Lina Arbeláez, gerente del área de Reducción de Pobreza e Inequidad del PNUD.

Junto con Koica, la Agencia de Cooperación Internacional de Corea, han venido fortaleciendo de nuevo a Frupal con tres componentes: el mejoramiento de las cosechas, el fortalecimiento organizativo y el acceso seguro a aliados comerciales.

Tras año y medio de trabajo en asistencia técnica con los agricultores, de estudios de suelo, capacitaciones en la producción de abonos y fertilizantes orgánicos y en mejorar sus técnicas de cultivo, los campesinos de Frupal ahora le venden sus aguacates al grupo Takami, dueño de restaurantes en Bogotá como Osaki, 80 Sillas y Central Cevichería.

Ya van seis envíos quincenales, de 700 kilos cada uno. En promedio, el precio de compra ronda los $3500, dependiendo del tamaño y la calidad del aguacate. Mientras que, en el mercado de Palocabildo, se los compran a $900, máximo $1.600.

Ahora, quieren conquistar el mercado europeo, gracias a la alianza comercial con la empresa exportadora colombo-coreana Rans Agro.

Destino: Málaga (España)

Del grupo de 138 agricultores que integran Frupal, entre los que se encuentran veinte mujeres productoras, el PNUD y Koica están trabajando directamente con ochenta socios desde febrero de 2017.

Algunas familias ya tenían su finca certificada con el registro predio exportador que otorga el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), el requisito mínimo para poder exportar. Después de estos meses de trabajo, hay 34 campesinos certificados y la meta es que a diciembre haya cincuenta fincas con este registro. De esta manera, más socios tendrán la oportunidad de enviar sus cosechas de aguacate hass a Málaga.

Desde septiembre de este año, Frupal le ha vendido a Rans Agro aproximadamente sesenta toneladas de esta variedad de aguacate, bajo unos lineamientos de calidad que cada campesino sigue al pie de la letra en su finca y sin la necesidad de intermediarios.

Alirio Barbosa es uno de ellos. Él nació y creció en Palocabildo y ahora, a sus 56 años y como ingeniero agrónomo, es la mano derecha del presidente de Frupal, Hélmer Beltrán, dueño de la finca Milán, donde hay por lo menos 900 árboles sembrados de solo aguacate hass.

Él se aseguró de que todo el proceso de recolección fuera el adecuado para que desde esta finca salieran cinco toneladas del mejor aguacate hass el pasado 31 de octubre a Zarzal (Valle del Cauca). Allí queda la empresa que maquila los aguacates, los empaca y los entrega para transportarlos hasta el puerto de Turbo (Antioquia). Tardarán 16 días, en barco, para llegar al puerto de Málaga.

El negocio plantea el envío total de 120 toneladas hasta finalizar el año. Ya van tres envíos de aproximadamente 24 toneladas cada uno. En este último, participaron diez socios. El objetivo es que se vayan rotando para tener los mismos niveles de ingreso.

Rans Agro les paga por cada kilo mínimo a $2.300 y máximo a $4.800, según el peso. La fruta de rechazo, aquella que es demasiado pequeña para exportar, que tiene lesiones en su cáscara o está próxima a la maduración, es la que venden en el mercado de Palocabildo a la mitad de esos precios, incluso menos.

Una cooperativa organizada

Con la ayuda del PNUD, Frupal también está levantando su almacén de abonos y fertilizantes aprobados para usar en alimentos que serán llevados a otros países. Según Henry Jaramillo, los fungicidas para lavar la fruta no se conseguían en Palocabildo. Tenían que traerlos desde Mariquita o Ibagué, les salía más costoso y les quitaba mucho tiempo.

De manera que, algunos recursos de los $330 millones que invirtieron estas dos organizaciones se destinaron a la compra de estos productos, para montar un pequeño almacén en las oficinas de Frupal. Los consiguen directamente, de mejor calidad, y la asociación está generando utilidades mediante la venta de estos productos a los demás agricultores del municipio.

Quieren crecer aún más. Para eso necesitan seguir certificando más fincas y mejorar todos los cultivos y consolidarse en el mercado internacional como marca Palocabildo. Quieren mejorar su oficina y conseguir un lugar más amplio para el almacén de insumos. Otro sueño importante, no solo para ellos sino para todos los habitantes que viven del campo en Palocabildo, es tener un centro de acopio más grande. El gobernador de Tolima, Óscar Barreto Quiroga, les prometió construirlo a las afueras del municipio a comienzos de 2019.

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Por otro lado, para Alirio Barreto, una de las insuficiencias que han sentido “es la ausencia o insuficiencia de mano de obra calificada para las labores de cosecha y corte. No tenemos un grupo de jóvenes que sepan cosechar, identificar una floración o hacer muestreos. Por eso estamos solicitando hacer el contacto con el SENA para que nos capaciten a los muchachos”. También resalta que quieren que más mujeres se involucren en este proceso. Según Alirio, ellas podrían hacer la labor de clasificación del aguacate que se va a mandar a Rans Agro, por el grado de detalle que implica evaluar la fruta.

Los asociados de Frupal agradecen el apoyo en la comercialización, que haya precios justos y una asistencia técnica permanente. Les dieron el impulso, pero ahora son ellos quienes están haciendo sostenible la cooperativa. Más adelante, cuando se les sumen más hombres y mujeres jóvenes, están pensando en aprovechar la pepa del aguacate para hacer cucharas, pitillos y platos amigables con el medio ambiente. También quieren comercializar el guacamole.

“Este es el sueño que tenemos agarrado y sabemos cuál es el camino que tenemos que seguir. No es tanto la plata que nos dejen, sino hasta dónde nosotros queremos llegar. Estamos empezando, estamos creando marca y confianza en el mercado. Algún día, seremos nosotros los que exportemos aguacate hass directamente”, sentencia Hélmer Beltrán, presidente de Frupal.

Por Colombia2020/ @EEColombia2020

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