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El eco de la paz awá

La emisora estudiantil Palapsha la conforma un equipo de niños y jóvenes del pueblo awá que quieren rescatar su cultura indígena y alertar sobre los riesgos que corre.

Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena
21 de enero de 2018 - 11:00 a. m.
En el municipio de Ricaurte (Nariño) nació la emisora del Cabildo Mayor Awá de Ricaurte (CAMAWARI). / El Espectador
En el municipio de Ricaurte (Nariño) nació la emisora del Cabildo Mayor Awá de Ricaurte (CAMAWARI). / El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

Tomó la grabadora cuando llegó su turno, pues estaban sentados haciendo un círculo, y dijo, en voz baja: "yo puedo contar la historia, pero en mi idioma". Y narró el origen de los negros, los indígenas y los blancos tal como se lo contó su abuelo, en awapit.

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El relato, pero en español, hizo parte de la reconstrucción de memoria de mitos y leyendas que hicieron los integrantes de la Emisora Escolar Palapsha de la Institución Educativa Bilingüe Agroindustrial Sindagüa, en El Palmar, municipio de Ricaurte (Nariño). Quisieron escuchar las historias de los abuelos, su cosmogonía, sus miedos, los espantos, las criaturas de la naturaleza. Y con eso hicieron un CD que compiló las narraciones.

Los estudiantes, indígenas del pueblo awá en Nariño, hacen parte del Cabildo Mayor Awá de Ricaurte (CAMAWARI), cuyas familias fueron desplazadas de sus territorios originarios a causa de la violencia. Sin embargo, hoy se encuentran en veredas montaña adentro, a horas de camino del casco urbano del municipio. Los niños y jóvenes, entonces, deben trasladarse al centro poblado a vivir con familiares o incluso solos, pues la caminada es imposible.

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En medio de ese panorama, el líder estudiantil, Edisson Canticus, quien ya tenía cercanía al colectivo de comunicaciones de CAMAWARI y que estaba apoyando la Corporación Chacana en ese entonces, propuso la idea de una emisora escolar en medio de una visita que hizo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a la institución en 2014.

El objetivo era recolectar audios infantiles, y fue ahí cuando se vieron las ganas y el potencial que tenía este grupo de jóvenes liderados por Edisson.  La idea de la emisora se fue concretando, el rector cedió un salón y un computador. Las primeras herramientas ya están disponibles. Con el apoyo de ACNUR y la guía de la Corporación Chacana, se compraron los equipos y se iniciaron los talleres.

La emisora estudiantil e indígena Palapsha se convirtió en una herramienta significativa para el pueblo awá en Ricaurte, pues fomenta la convivencia pacífica, la preservación de los valores indígenas y el fortalecimiento de la cultura.

“No conocemos las historias de nuestros abuelos ni sabemos ellos cómo vivían”, dice Edisson, reflexionando sobre por qué quieren recordar.

Además, los 15 estudiantes que la conforman aprovechan el tiempo libre y se forman en esos temas que a su edad no tratan. Han estudiado y hablado sobre la pérdida de la soberanía alimentaria y de su autonomía como pueblo indígena; el debilitamiento de la cultura propia y el aumento del consumo de drogas, embarazos adolescentes y pandillas.

Esos son los temas que tocan en los talleres. No hablan de la violencia. De hecho, al preguntarles, aunque de manera indirecta, no lo tienen presente. A veces mencionan que sí, que la familia se tuvo que ir porque eso por allá estaba muy peligroso, pero nada más. No lo ven como algo extraordinario y mucho menos como un hecho del presente.

Los temas y los peligros

En municipio de Ricaurte queda en el suroccidente de Nariño, en frontera con Ecuador y a 142 Km Pasto. Para llegar a él hay que transitar carreteras con curvas pronunciadas. A la lado y lado se ven montañas inmensas, totalmente verdes. Pero territorio adentro la realidad va hacia la siembra de cultivos de uso ilícito, incluso en algunas comunidades del pueblo Awá.

Nariño, con 42.627 hectáreas de coca, es el departamento con más cultivos de la planta a nivel nacional. Esto trae riesgos para la población de niños, jóvenes y adolescente, empezando por el riesgo de “reclutamiento de jóvenes hombres y mujeres en las filas de cualquiera de los grupos armados que existen en el territorio o la vinculación laboral como raspachines (raspadores de coca)”, según investigaciones de ACNUR.

Luego, los peligros van ligados al desarrollo de estos niños y jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 9 y los 23 años. Se incrementan las tazas de alcoholismo, que ya son altas debido al dinero que da la coca; se debilitan las organizaciones indígenas y la participación comunitaria; y los riesgos para las mujeres se traducen en abusos y violaciones por parte de familiares, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y violencia de género.

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Entonces estos pequeños reflexionan, miran la realidad y actúan desde lo más pedagógico: investigar, escuchar, narrar, dar una voz de alerta e incluso de denuncia sobre lo que los afecta. Construyen programas y estos alimentan las parrillas de programación de las emisoras de las organizaciones como CAMAWARI y UNIPA (Unidad Indígena del Pueblo Awá), que se escuchan en todo el territorio.

Ese eco que tienen los impulsa a continuar con la idea de rescatar su cultura y construir comunidad. Para esto han viajado a territorios sagrados, han sido reporteros y han entrevistado a los mayores, incluso, han intentado comprender a los de su edad.

Las voces de la Emisora Palapsha, que traduce sol y luna, reflejan la paz construida desde los anhelos de los niños, de sus ganas de recuperar las costumbres, de no depender de otros para comer y de sostener los cuatro principios indígenas: equidad, territorio, autonomía y unidad, escritos en las columnas del colegio, aunque no todos puedan pronunciarlos en su idioma.

Por Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena

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