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“Hay que reconstruir este país que tenemos despedazado”: Luis Trujillo

Es el presidente de la Asociación de Víctimas de Desplazamiento Forzado de Puerto Carreño, Vichada. Las Farc lo sacaron de su hogar en el Amazonas hace 17 años.

Luis Trujillo
03 de diciembre de 2017 - 07:00 p. m.
Luis Trujillo, líder social.  / Archivo
Luis Trujillo, líder social. / Archivo

“Es contradictorio. Desde que se implementaron las Mesas de Participación de Víctimas, a partir de 2012, ha habido un estancamiento en el proceso de reparación, pero sí un derroche de dinero por parte de la Unidad de Atención y Reparación de las Víctimas, financiando con miles de millones de pesos congresos para los representantes de dichas mesas en la región Caribe, en San Andrés y Providencia y en otras ciudades capitales del país. Mientras tanto, las madres cabezas de hogar desplazadas por la violencia se debaten con sus hijos en la miseria y el abandono.

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A la exguerrilla de las Farc, el Gobierno le está haciendo lo mismo que nos ha hecho a las víctimas. Cada vez que reclamamos se saca un nuevo decreto reglamentario de la Ley 1448 para volvernos a ahorcar, como el que van a sacar ahora en diciembre para reglamentar nuevamente la reparación o indemnización administrativa por el delito de desplazamiento forzado. Van a definir un nuevo protocolo para mirar si merecemos la reparación o no, y si la merecemos, no saben en cuántos años nos la darán porque dirán que no hay plata.

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Nosotros ya no tenemos nada que perder. Nos quedan la dignidad y la esperanza , porque además hasta dicen que no hemos perdido nada por que ya éramos pobres cuando salimos desplazados. Y sin embargo, estamos dispuestos a perdonar, a reconciliarnos, a construir paz y un nuevo proyecto de vida juntos. Porque somos la misma sangre, la misma carne, el mismo pueblo. Aquí hemos recibido familiares de compañeras y compañeros que han estado de un lado o del otro, y aquí terminamos durmiendo juntos en el mismo cambuche y alimentando la esperanza con las mismas promesas. Eso de que las víctimas estamos en el centro del Acuerdo de Paz es puro cuento.

Si yo tuviera al frente a un jefe de las Farc —a pesar de que fui desplazado por su accionar del frente Amazónico, de todo este sufrimiento de 17 años y de que me tocó dejar botada mi finca—, yo le daría un abrazo. Es que no puedo heredarles a mis hijos y a mis nietos el resentimiento y el odio. No puede ser que el nuevo proyecto de vida que construyamos para ellos tenga como fundamento el rencor. Sí, le daría la mano y, si me lo permite, le daría un abrazo y le diría: coja la rula y yo cojo el azadón y metámosle el corazón a esto.

Yo tengo 66 años y con todo lo que he pasado en este destierro ya no tengo miedo de nada. En mi cambuche vivo solo. La policía pasa cada tres semanas o cada mes a preguntar si sigo vivo. La realidad es que desde la institucionalidad tenemos el mínimo apoyo para hacer nuestro trabajo de base, que es un trabajo social de sensibilización y de visibilización. Las medidas de seguridad que nos brindan son muy precarias y por eso nos están matando. Uno dice que está amenazado y mientras no le hagan un estudio para verificar, lo dejan inerme para terminar al final dándole un chaleco y un teléfono para comunicarse por si de pronto le hacen un atentado, cuando ya para qué, cuando uno seguramente ya está muerto. Eso sí, mientras mis compañeros me den su voto de confianza no voy a eludir la responsabilidad, y vamos es para adelante.

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Ya le enviamos una carta al comisionado de Paz. Hemos estado participando en unos nodos regionales para la socialización de la implementación de la paz. Nosotros, las víctimas, estamos de acuerdo con todo lo que se firmó, pero es que nos han dejado relegados a un segundo plano. Y aquí en Puerto Carreño queremos hacer un ejercicio de perdón y reconciliación con representantes del Secretariado de las Farc. Estamos en condiciones de reunir a 800 o mil personas dentro de un ambiente de paz, de reconciliación, de perdón. Hay que reconstruir este país que tenemos despedazado. Así pensamos las víctimas en las regiones, donde de verdad nos ha tocado interlocutar y convivir con toda clase de actores armados ilegales”.

Por Luis Trujillo

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