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Montes de María, tierra de reconciliación

En la plaza central de El Carmen de Bolívar (Bolívar) se dieron cita un general retirado, un desmovilizado de las Auc y una reinsertada de las Farc para darle vida al primer Festival de la Reconciliación. 

Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi
14 de diciembre de 2016 - 01:48 a. m.
La comunidad de San Antonio de Palmitos se tomó de las manos para pedir desarrollo y paz.   / / Fundación Red Montes de María
La comunidad de San Antonio de Palmitos se tomó de las manos para pedir desarrollo y paz. / / Fundación Red Montes de María

En uno de los territorios más azotados por el conflicto, donde guerrillas, paramilitares y Fuerza Pública han hecho y desecho, algo está empezando a cambiar. En la plaza de El Carmen de Bolívar, epicentro de los Montes de María, víctimas, actores armados, líderes sociales y campesinos de todos los rincones se encontraron para darle vida al primer Festival de la Reconciliación. La calurosa tarde del 6 de diciembre, Soraya Bayuelo, a quien los armados —paras y Farc— le mataron un hermano y una sobrina, quedará marcada en su memoria como el día del perdón.

Ya habían hablado el general (r) Rafael Colón y Carlos David Medellín, desmovilizado del bloque Élmer Cárdenas de la Auc, y el turno era para Sandra, una reinsertada que por 22 años perteneció a las Farc. Cuando dejó la guerrilla, en 2009, era comandante de la columna móvil Manuela Beltrán. Nunca se había subido a una tarima a hablar en público de su vida. Y los nervios eran evidentes. Temblaba, sus ojos buscaban entre la gente algo conocido, como si quisiera salir corriendo. Entonces Sora, como le dicen a Bayuelo en su pueblo, pidió un aplauso para darle fuerza a Sandra. La gente respondió con una generosa ovación.

Sandra pasó saliva, se puso de pie y tomó el micrófono. Tartamudeando, empezó a leer un papel con un saludo protocolario. “Autoridades locales, eclesiásticas y…”. Se detuvo. La gente volvió a aplaudir. Sandra guardó el papel en su bolsillo y sentenció: “Mejor sin esto”. Y como si fuera otra persona narró con elocuencia sus días en la guerra, su huida de las Farc y su tránsito a la vida civil. “Fui autora de mucho dolor, pero también me lo han causado. Así como las víctimas no escogieron serlo, nosotros los victimarios no elegimos serlo. La vida nos puso un arma. Sólo quiero pedirles que nos perdonen y que acepten a mis antiguos compañeros que hoy están dejando las armas, porque nadie sabe el dolor del rechazo que sentimos quienes dejamos la violencia”, sostuvo con gestos de arrepentimiento.

La plaza guardó silencio por un momento. Y Sandra lo aprovechó para retomar la palabra. Miró a Soraya por encima de sus compañeros de tarima y rompió en llanto: “Soraya, perdón. Perdóname”. Bayuelo se paró llorando también y se abrazaron. Fueron cinco o seis segundos. Lloraban aferradas la una a la otra, como si por un momento hubieran desaparecido la tarima, los testigos y los asistentes, y estuvieran unidas por sus dolores, por sus ganas de perdonar y ser perdonada. Y aunque nadie sabía bien a qué se debía este espontáneo y bello acto de perdón, todos lo intuíamos. Sandra era comandante de una de las unidades de las Farc que estuvieron involucradas en el episodio en que murió María Angélica Roncallo, la sobrina de 13 años de Soraya, quien falleció el 18 de agosto del 2000 cuando un artefacto explotó frente a una ferretería ubicada en la plaza de El Carmen de Bolívar. Angélica y dos amigas pasaban en ese momento fatal. Por eso Sandra pedía perdón. Por eso Soraya lo aceptaba, y ambas lloraban.

Y aunque el primer Festival de la Reconciliación de los Montes de María no había planeado este acto, no había cámaras prendidas, ni periodistas expectantes, este honesto perdón simbolizó lo que los Montes de María piden a gritos en cada uno de sus rincones. Que los responsables del dolor pidan perdón de corazón y que las víctimas puedan recibirlos en sus brazos para entender son las dos caras de una moneda que recoge nuestra tragedia nacional. “Ese acto de hoy fue profundo. No me lo esperaba. A ti te puede pedir perdón Victoria Sandino, y eso fue hermoso, pero lo que ocurrió hoy en El Carmen me tocó las fibras. Vi a una mujer valiente pidiendo perdón de corazón ante todo el mundo. Fue sincero y lo mínimo que puedo hacer es darle un abrazo y mi perdón. Colombia está llamada a eso: a reconciliarnos ”, dijo Soraya.

Palmitos

A tres horas de El Carmen de Bolívar se encuentra el territorio sagrado zenú. Se trata del resguardo indígena de San Antonio de Palmitos, donde 19 cabildos han defendido sus tradiciones y cultura. Allí, el pasado 7 de diciembre se llevó a cabo la Asamblea por la Paz, donde jóvenes, viejos y niños dialogaron, cantaron, pintaron y escribieron a la paz de Colombia. Las cartas, canciones y dibujos serán enviados al Congreso de la República, para que en una audiencia pública los congresistas conozcan que en un rincón de los Montes de María, frontera entre Córdoba y Sucre, la gente sueña con país en paz.

Pero no es la paz de quienes piensan igual, sino entre personas distintas, que controvierten y discuten, pero desde el respeto. Y ese es precisamente el ejercicio que han hecho en este proyecto Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial. Por eso, ese día, más de 150 personas se pusieron el sombrero vueltiao que representa sus raíces y se tomaron de las manos para formar el símbolo de la paz. Un dron que los niños seguían asombrados como si fuera un extraterrestre tomó desde el aire la foto: desarrollo y paz fue su petición a los cielos.

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*Los aliados territoriales en esta región son: Espacio de Construcción de Paz de los Montes de María; CECAR; SembrandoPaz; Red Montemariana; Programa de Desarrollo y Paz de los Montes de María y el PNUD.

Por Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi

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