En cualquier momento de la vida la nutrición es un componente esencial de la salud. Al ser niños, favorece el adecuado crecimiento y desarrollo de órganos y sistemas; en la edad adulta ayuda a mantener dichos procesos y permite un “ahorro saludable” para que, al llegar a la vejez, el cuerpo pueda estar sin o con el mínimo de enfermedades crónicas e idealmente manteniendo adecuadas condiciones óseas, musculares y metabólicas, entre otras.
Para esto, es importante recordar que la nutrición en cualquier edad debe ser:
- Completa: contar con todos los nutrientes necesarios.
- Suficiente: en energía y nutrientes.
- Equilibrada: en las cantidades adecuadas de grupos de alimentos.
- Inocua: al ser libre de contaminantes.
En este equilibrio la alimentación debe tener macronutrientes (proteína, grasas saludables, carbohidratos) y micronutrientes (vitaminas y minerales), además de agua y fibra.
En momentos como el que atraviesa el mundo debido a la pandemia, es inevitable pensar en la alimentación como un aliado que permite fortalecer las defensas del organismo. Principalmente en los adultos mayores, considerados población vulnerable, debido a que son más susceptibles a enfermar y hacerlo de forma grave.
Geraldine Altamar Canales, especialista en Medicina Interna y Geriatría, miembro de la junta directiva de la Asociación Colombiana de Osteoporosis y Metabolismo Mineral y miembro de la Academia Latinoamericana del Adulto Mayor, resuelve algunas de las dudas más comunes en torno a la alimentación para las personas de la tercera edad en esta coyuntura.
¿Qué alimentos favorecen el sistema inmunológico de los adultos mayores?
Es importante recordar que no existen fórmulas mágicas o inmediatas para proteger la salud. Mantenerla es producto de un cuidado continuo y diario. Al hablar de nutrientes que favorezcan el sistema inmune, se requieren macronutrientes como proteínas de alto valor biológico que ayuden a mantener los músculos, contenidas en lácteos y derivados, carnes magras, pollo o pescados y grasas saludables que permitan conservar la integridad de las paredes de las células y proporcionar la energía necesaria para el buen funcionamiento del cuerpo, las cuales encontramos en lácteos y derivados, aceite de oliva y pescados entre otros.
Los micronutrientes como la vitamina C son útiles en la regulación de los genes en las células de la defensa, o la vitamina D que además de ser responsable en el mantenimiento de huesos y músculos, se encarga de múltiples actividades de regulación del sistema inmune y de la estabilidad de la pared de vasos sanguíneos. Además de minerales como el Selenio que sirve para la expresión y actividad durante las infecciones virales severas y en los traumas severos, y el Zinc, útil en reducir la replicación de virus en infecciones como resfriados comunes, influenza o rinovirus.
El término micronutrientes hace referencia a que se requieren mínimas cantidades diarias, usualmente microgramos los cuales se encuentran contenidos en lácteos y derivados (queso y yogur), carnes como ternera y pollo y en mariscos, los cuales deben consumirse junto con vegetales para su mejor absorción, además alimentos como soja, hongos, apio, legumbres, lentejas, nueces, semillas de girasol y las almendras.
¿Existen algunos alimentos que es mejor dejar de lado por esta época debido a que no aportan los suficientes nutrientes?
Es probable que ante la ansiedad que genera esta situación de confinamiento, muchas personas deseen comer alimentos de buen sabor y fácilmente disfrutables, como fritos, empacados y otras comidas rápidas reconocidas como no saludables debido a que contienen grasas saturadas.
Se ha reconocido que estas grasas pueden afectar el microbioma intestinal facilitando el paso de bacterias nocivas y sus toxinas a la circulación sistémica y así favoreciendo a la inflamación crónica que empeora la respuesta de nuestro organismo a la infección por coronavirus. Es necesario que las personas vulnerables a enfermar por COVID-19 como aquellas con enfermedades cardiovasculares crónicas (hipertensión arterial, enfermedad coronaria, enfermedad renal), enfermedad pulmonar crónica, tabaquismo activo, obesos y adultos mayores eviten el consumo regular de alimentos que contienen este tipo de grasas saturadas como son tortas, galletas y productos de panadería; carne procesada como salchichas, hamburguesas, tocino o manteca de cerdo, entre otros.
Se prefiere que consuman alimentos que contengan grasas monoinsaturadas con las cuales se piensa que se reducirían el número de bacterias tóxicas que producen toxinas inflamatorias y por lo tanto ayudaría a reducir la repuesta inflamatoria por COVID 19. Estas grasas se reconocen porque a temperatura ambiente son líquidas y se encuentran en alimentos como aceite de oliva, aguacate y nueces.
¿Es posible proteger la salud del adulto mayor a través de la alimentación?
La salud se puede proteger a través de la alimentación en cualquier momento de la vida, y la vejez no es la excepción. En el adulto mayor en necesario e imperativo hacerlo, sobre todo en este tiempo, pues es claro que un gran porcentaje de personas mayores que ingresan a cuidados hospitalarios están en estado de malnutrición lo cual genera complicaciones a corto y largo plazo, incluida mayor riesgo de mortalidad hospitalaria. La nutrición en la persona adulta mayor permite mantener la estructura y función de órganos y sistemas, favorecer la capacidad de cuidar de sí mismos (funcionalidad) y la independencia física (autonomía) además de evitar y/o modular los procesos de enfermedad.
Menciónenos algunos cuidados en ellos para manejar la ansiedad y el encierro sin afectar la buena nutrición en casa.
Es importante recordar que los hábitos de vida saludables que hemos tenido a lo largo de la vida no deben ser modificados por ocasión del aislamiento. Esto quiere decir que debemos mantener los hábitos de sueño, higiene y alimentación diariamente, sin dejarnos llevar por el tedio o la desesperanza que es usual y natural sentir. Unas recomendaciones sencillas son:
- Las barreras son mentales, recordemos que en otros momentos de nuestra historia hemos tenido crisis personales o colectivas de las cuales hemos salido triunfantes, esta es una de ellas.
- Es aislamiento físico, no emocional ni psíquico, esto quiere decir que podemos comunicarnos por los dispositivos electrónicos, teléfonos, o como antes por cartas o mensajes. Hagámosle saber a las personas que nos interesa cómo están y cómo nos sentimos.
- Saquemos del armario habilidades y gustos que teníamos y para los que éramos buenos o que quisiéramos aprender o perfeccionar. Por ejemplo, tejer, bordar, jugar, pintar.