Exigentes y retadores son los desafíos impuestos por los efectos del cambio climático a la humanidad, escenario en el cual es importante y necesario que la educación superior asuma su liderazgo como columna clave en el desarrollo de la sociedad.
Este mes, miramos expectantes el avance de los incendios forestales devastadores que han consumido más de 20.000 hectáreas y 12.000 establecimientos, y acabaron con la vida de 27 personas, en Los Ángeles, Estados Unidos. Si bien sus causas exactas no han sido determinadas, son las conflagraciones más destructivas en las últimas décadas en California, por condiciones meteorológicas agudizadas por el cambio climático, como el calor extremo, los vientos intensos y la fuerte sequía. Así mismo, en los últimos días trascendieron noticias como la histórica tormenta invernal, en el sur de Estados Unidos, que duplicó la que era considerada la más fuerte en Florida, en 1954; al igual que las inundaciones y los deslaves en Indonesia, que han causado 20 víctimas mortales, entre otros desastres.
La adaptación a estas condiciones es imprescindible para la humanidad, pero también es prioritario desplegar soluciones innovadoras y acciones de mitigación frente a este fenómeno. Sobre el importante papel de las Instituciones de Educación Superior, la Unesco ha planteado que, “al adoptar un enfoque integral, las universidades no solo educan sobre el cambio climático, sino que también demuestran cómo enfrentarlo. Este liderazgo inspira a los estudiantes a convertirse en agentes de cambio en sus comunidades y profesiones”.
Así mismo, se destacan soluciones en cuanto a sostenibilidad en sus operaciones, como la reducción de emisiones, los campus amigables con el medioambiente, investigaciones e innovaciones que deberían considerarse ya naturales en las instituciones, al igual que los planes de estudios que contemplen, de manera transversal, las competencias en los estudiantes para encarar el panorama actual y las proyecciones ambientales de nuestro planeta.
Entre esta canalización de esfuerzos es sumamente importante que las IES cuenten con centros de investigación dedicados a analizar y estudiar el cambio climático, sus efectos y los medios para remediarlos; en este sentido, la Universidad Simón Bolívar está realizando la tarea a través del Centro de Investigación e Innovación en Cambio Climático, Adaptia, que impulsa la investigación científica, formativa y los servicios científicos y tecnológicos, el fomento de apropiación social del conocimiento y la educación ambiental, entre otros objetivos.
En Colombia se formuló en 2002 la Política de Educación Ambiental que está en proceso de actualización, por la evidente complejidad de los factores ambientales y el agravamiento de muchas de las problemáticas de entonces. De acuerdo con el Documento Semilla de Actualización, de los ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Educación Nacional, el propósito va más allá de incluir contenidos ambientales en los currículos: “Convertirla en un proceso que impregne todas las dimensiones de la vida social”.
Como centros de generación, creación y difusión del conocimiento, de la formación integral, del análisis de los saberes, el cultivo del pensamiento crítico, las Instituciones de Educación Superior están llamadas a asumir los lineamientos en la materia y, sobre todo, a implementar acciones concretas y eficaces en este crítico panorama.
* Rector de la Unisimón.