¿Qué tal sería realizar el diseño, cultivo y uso de huertas alimentarias en diferentes colegios del país? Es decir, hacer acciones sostenibles para que la agricultura no sea solo un concepto arraigado en zonas rurales, sino una práctica naturalmente apropiada y adaptada en zonas urbanas, y en especial en entidades educativas públicas o privadas de grandes ciudades.
Pensando en materializar este sueño, la Universidad Ean, que tiene en su ADN el impulso de la innovación, el emprendimiento y la sostenibilidad, se asoció con la empresa social ‘2811′ y la Fundación Botnar, de Suiza, para ejecutar el proyecto “Como con Eco”, una iniciativa que fortalece la educación ambiental en temas relacionados con acción climática y alimentación consciente, y cuyos protagonistas son los estudiantes y docentes.
Por medio de la educación y la acción directa, y a lo largo de tres años, el proyecto ha impactado a más de 1.800 alumnos y profesores que se han interesado por aprender y comprender la crisis climática de nuestro país, además de ejecutar acciones que impulsen el bienestar ambiental y la sostenibilidad.
Es por esto que “Como con Eco” ha centrado sus esfuerzos en una importante apuesta para aportar, a través de acciones de impacto, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial los de “Educación de calidad” y “Ciudades y comunidades sostenibles”, a través del empoderamiento de jóvenes que desde la agricultura urbana reconocen la importancia de los sistemas alimentarios resilientes.
El proyecto ha identificado y promovido a varios agentes de cambio de 10 colegios de Bogotá y Manizales, que le han apostado a la educación climática y a la resiliencia alimentaria mediante tres componentes: procesos de formación, creación de huertas móviles y propuestas de acción climática para generar soluciones en sus contextos particulares.
En el componente de formación se encuentra activo y de manera gratuita el curso virtual “Eco- Aprendices”, un espacio para estudiantes de colegios de todo el territorio nacional que buscan promover la curiosidad alimentaria y ambiental a través de tres módulos interactivos.
Al terminar el curso, el estudiante inscrito, y que haya finalizado la totalidad de los módulos, y cuestionarios podrá obtener su certificado académico.
Por su parte, la huerta móvil, que representa el corazón del proyecto, se plantó en cada colegio como una propuesta innovadora, pensada por el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Ean, Jeffrey León Pulido, quien se puso en la tarea de diseñar una maleta en forma de crisálida para diseñar un moedelo con sistema de producción y transformación de alimentos, también conocido como laboratorios de alimentación o huertas móviles.
Esta crisálida permite hacer producción por siembra en tierra o mediante cultivos hidropónicos, y viene con un conjunto de herramientas para realizar el procesamiento de los alimentos cultivados. Este componente permite la generación de una calculadora ambiental para que la comunidad educativa pueda medir su huella de carbono y, a partir de los resultados, impulse acciones de cambio o mejora.
Esto ha permitido que los colegios puedan medir su consumo energético de gas, combustibles y agua para la preparación de alimentos. También para la producción y recolección de residuos orgánicos e inorgánicos.
Los resultados y hallazgos arrojados por la implementación de la calculadora ambiental han llevado a que los colegios realicen propuestas de acción climática, proyectos que plantean transformar algunas de las prácticas de entornos escolares bajo la premisa de soluciones prácticas y la reducción del impacto ambiental de la alimentación. La ruta propuesta abarca desde la preparación hasta la estrategia de sostenibilidad y mejoramiento del proyecto. Asimismo, el trabajo en conjunto entre estudiantes y docentes ha generado propuestas de sistemas de recolección de aguas lluvias, pacas biodigestoras para el aprovechamiento de residuos, sistemas de riego y elaboración de compostaje a partir de residuos orgánicos.
El proyecto, que se constituye como un medio de aprendizaje innovador y experiencial, ha entrado en diálogo con los Proyectos Ambientales Escolares (PRAE) y ha permitido que los docentes replanteen sus mallas curriculares para darle paso a temas de siembra, cuidado ambiental y alimentación consciente.
Por su parte, los estudiantes han generado cambios de comportamiento en sus entornos educativos, preguntándose cómo desafiar la zona de confort en el consumo de alimentos, cómo probar una nueva práctica agrícola sostenible en una huerta escolar o qué nuevos usos podrán plantearse frente al manejo de residuos orgánicos para mejorar el sistema alimentario escolar.
De esta manera, “Como con Eco” se ha convertido en el ejemplo perfecto que materializa cómo el trabajo conjunto y la educación son un gran medio para emprender acciones climáticas que lleven a pensar en necesidades locales, inspiradas en agendas globales. Estos espacios facilitan la producción de soluciones para inspirar y ser capaces de transitar en un pensamiento ambiental escolar sensible, capaz de generar cambios tangibles.