La nueva realidad mundial impone a la educación la obligación de transformarse para responder a la dinámica de cambios de la sociedad. Los métodos de enseñanza-aprendizaje y de evaluación, así como las políticas del sistema educativo, deben adaptarse a las necesidades en materia de competencias en esta era del conocimiento, caracterizada por los grandes desafíos tecnológicos, la innovación, la diversificación de la sociedad, los efectos del cambio climático, etc. En este contexto, el currículo emerge como medio idóneo para atender buena parte de estas exigencias.
Al respecto, el informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “El poder del currículo para transformar la educación: cómo los sistemas educativos incorporan las habilidades del siglo XXI para preparar a los estudiantes ante los desafíos actuales”, plantea la conveniencia de trabajar por un aprendizaje más pertinente para cerrar la brecha entre lo que requieren la sociedad y el mercado laboral frente a lo propuesto por los sistemas educativos.
El estudio examina los sistemas de educación de 20 países referentes en cuanto a su desarrollo educativo como Japón, Singapur y Finlandia. De ellos se resaltan temas álgidos como los currículos flexibles, la preponderancia al proceso de aprendizaje sobre los resultados y centran el proceso evaluativo en cómo aprenden y adquieren competencias los estudiantes. Igualmente, se destacan sus políticas orientadas a cerrar las brechas educativas, culturales y sociales, el fomento de las políticas de tecnología educativa y de las competencias digitales.
Por otro lado, tras revisar los cambios asumidos en 18 países de América Latina, incluido Colombia, los autores formulan recomendaciones, como: potenciar las capacidades estatales de desarrollo curricular, iniciando procesos de reforma sostenibles en el tiempo; incentivar una cultura de reflexión curricular; incorporar las habilidades del siglo XXI en el centro de las políticas curriculares; definir claramente la interrelación entre estas habilidades y los diseños curriculares vigentes, así como evaluar logros y lecciones de los programas específicos que incorporan estas habilidades de forma paralela a la curricular, entre otras.
Sobre el tema, el estudio “Una revisión del cambio e innovación curricular en la educación superior”, de la Universidad Abierta de Malasia, hace referencia al “currículo 4.0″, que abarca el desarrollo holístico, la integración de tecnología, la responsabilidad social, la autogestión de las personas, el manejo de la incertidumbre, la innovación y la creatividad, los nuevos enfoques pedagógicos y la orientación práctica. El currículo 4.0 ha de diseñarse y desarrollarse en función de los escenarios y realidades sociales que le condicionan e influyen, atendiendo a las expectativas de los estudiantes, al compromiso con la formación integral, a los desafíos profesionales actuales y a las incertidumbres futuras y a los retos de una acción didáctica potenciadora de la práctica educativa.
Reconocer e identificar estas necesidades y oportunidades en el país es vital para seguir consolidando la gestión académica y curricular de nuestras instituciones educativas, y para ello debe darse sostenibilidad a las políticas educativas públicas, como políticas de Estado de largo plazo, y el compromiso de las instituciones educativas en la actualización, la pertinencia y la calidad del currículo.
*Rector de la Universidad Simón Bolívar.