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“Los edificios actúan como las paredes de nuestra vida pública”, Thomas Heatherwick

Previo a su presentación organizada por Foros El Espectador, Caracol Televisión y la Universidad Ean, hablamos con el diseñador británico sobre su apuesta por construir edificaciones que generen transiciones socioecológicas y urbanismo sostenible. Podrá ver su charla en la transmisión realizada en las redes sociales de este medio.

21 de marzo de 2024 - 11:30 a. m.
Heatherwick se presentará este jueves en el auditorio Orígenes, de la Universidad Ean.
Heatherwick se presentará este jueves en el auditorio Orígenes, de la Universidad Ean.
Foto: Raquel Diniz

En la mañana de este jueves, 21 de marzo, el diseñador británico Thomas Heatherwick visitará Bogotá para presentar su movimiento “Humanise”, que busca la armonía entre las edificaciones y sus habitantes. El evento, organizado por Foros El Espectador, Caracol Televisión y la Universidad Ean, se llevará a cabo a las 9:00 a. m. en el auditorio Orígenes de esta Institución de Educación Superior y contará con la participación de destacados líderes en sostenibilidad y urbanismo.

Heatherwick, reconocido por sus obras en todo el mundo, compartirá su visión sobre la nueva Escuela de Artes y Diseño Sostenible de la Universidad Ean, así como su enfoque en el desarrollo sostenible y la creación de espacios significativos para la comunidad. El conversatorio contará con la presencia de expertos como Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad Ean; Herbert Perico, miembro de la Sala General de la Universidad Ean; Sherry Lassiter, cofundadora del Center for Bits & Atoms, y Elliot Postma, líder del proyecto que realizan Heatherwick Studio y la Universidad Ean.

Previo a su presentación en Colombia, hablamos con el reconocido diseñador sobre su propuesta de construir edificaciones que generen transiciones socioecológicas y urbanismo sostenible, y la importancia de diseñar espacios que promuevan una convivencia equitativa.

En su libro “Humanise: A maker’s guide to building our world”, publicado en 2023, plantea la idea de “crear construcciones con más carácter”. ¿Es en realidad una batalla que puede prosperar?

Por supuesto que sí. Crecí en Londres, una ciudad antigua con muchos siglos de historia y muchas capas de edificios; sin embargo, los más nuevos eran como un pulgar adolorido para mis ojos cuando tenía nueve años. Quienes los hicieron no se preocuparon por detalles que la mente podía percibir como interesantes. No estaba de ninguna manera enamorado de la historia, pero me parecía extraño que estas estructuras modernas parecieran tan poco interesantes.

Ahora puedo hablar con más claridad sobre esto y es que en arquitectura usamos mucho la cabeza, y eso no tiene nada de malo; pero debe equilibrarse con nuestros sentimientos y respuestas emocionales, porque existe una sensación de desconexión entre los habitantes y las construcciones.

Luego, junto con el equipo de mi estudio, identificamos una brecha enorme entre la cabeza y el corazón, lo cual no es necesariamente algo terrible porque denota una oportunidad increíble de hacer las cosas diferentes y hay algo realmente hermoso en eso. Por ello, quiero que los lugares donde nos reunimos miles de personas evoquen alegría y posibilidades, especialmente en los tiempos difíciles que vivimos, cuando más necesitamos que nuestra imaginación nos ayude a resolver los problemas que enfrenta el mundo.

Es una idea disruptiva, pero ¿por qué sería útil socialmente?

No estoy obsesionado con los edificios en sí mismos, lo que me interesa es la experiencia de la vida pública. Lo que denomino “la hermosa coreografía de extraños”. Me enamoré de las calles porque comencé a entenderlas como habitaciones más que como rutas.

Son espacios de nuestra vida pública compartida, amenazada en esta era de tecnología digital. Nos estamos desconectando de los demás y, al mismo tiempo, de la creatividad inesperada y la casualidad que conlleva la cercanía física con personas reales. Por eso, el espacio público es más importante ahora que nunca.

Noreena Hertz, colega de mi estudio, escribió en su libro The Lonely Century sobre el aumento de la sensación de desconexión y la epidemia de soledad que se producirá debido a las tecnologías digitales. El trabajo de mi estudio es abogar ante alcaldes, desarrolladores, planificadores y otros arquitectos para crear lugares que sean verdaderamente funcionales en términos emocionales.

Siempre ha existido una desconexión total entre quienes construyen y quienes viven en los edificios o transitan por las calles. Ahora necesitamos un cambio de mentalidad para que los primeros entiendan que su trabajo es un servicio público, pues el exterior de los edificios actúa como las paredes de nuestra vida pública.

En el caso de la capital colombiana se mantiene una disputa, que se ha extendido por décadas, sobre el metro. En este momento se debate si debe ser subterráneo o elevado. Con su visión, ¿un proyecto de este tipo también debería partir de esta relación emoción-funcionalidad?

Me alegra mucho que me haya hecho esta pregunta, porque la forma en que pensamos sobre las ciudades se divide en diferentes disciplinas, para cada una de ellas contamos con diferentes expertos y la arquitectura está separada de la infraestructura.

Lo primero que debo decir es que cada ciudad tiene su idiosincrasia y no son solo los edificios los que la hacen lo que es; entonces, si Bogotá está a punto de construir un nuevo sistema de transporte, le recomendaría a la ciudad hacer una pausa y pensar cómo podrían aprovechar los beneficios de la confiabilidad de cualquier tecnología preexistente y, al mismo tiempo, pensar cómo podrían personalizarlo de una manera extraordinaria.

El transporte público puede ser una de las experiencias urbanas más hermosas. El comisario de Transportes de Londres, Peter Hendy, en alguna ocasión me dijo que “una ciudad exitosa es aquella en la que los ricos utilizan el transporte público”. Me encanta estar con extraños en el transporte público, vernos a todos juntos. Creo que ese es uno de los momentos sociales más poderosos, por eso Bogotá no debe perder la oportunidad que trae un nuevo sistema de metro con las especificaciones que sean acordes a su identidad como ciudad.

El sector de la construcción emite gran cantidad de gases de efecto invernadero, pero también impulsa la economía de un país. ¿Cómo entran en juego estos elementos al pensar en una arquitectura más sostenible?

La construcción es una de las industrias más grandes del mundo y los edificios son algunas de las cosas más caras que fabrica la gente. Sin embargo, muy pocas personas se dan cuenta del impacto catastrófico que la industria tiene en el planeta, al generar el 11 % de las emisiones globales anuales de carbono.

La demolición es una gran parte del problema. Teniendo en cuenta la huella de carbono que conlleva construir un edificio, lo peor que podemos hacer es derribarlo, pero lo hacemos con edificios que no nos importan para construir otros tan sosos y aburridos como los que reemplazamos.

De manera que debemos construir infraestructura que agregue valor a la sociedad y valga la pena cuidar, porque no es la industria la que decidirá qué se demuele, sino la sociedad en general.

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aurora(2587)22 de marzo de 2024 - 03:18 p. m.
Ojalá que con esos nuevos conceptos de arquitectura dejemos atrás esas ciudades aburridas y repetitivas,siempre hemos vivido en jaulas , tal vez sea el momento de salir de esas cajas que nos atrapan para relacionarnos con la ciudad.
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