Tal afirmación, que podría parecer un parafraseo común y corriente, se hace más certera en el desafiante momento histórico que vivimos, como lo analizaron los más de 2.000 académicos de los países iberoamericanos congregados, en días pasados, en el Congreso Iberoamericano Los futuros de la educación superior, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el Banco Mundial, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), el Sistema Universitario Estatal (SUE) y la Asociación Colombiana de Instituciones de Educación Superior (ACIET), en la Universidad Simón Bolívar, en su sede de Barranquilla.
La calidad de la educación en los sistemas universitarios, la internacionalización y la movilidad educativa, la inclusión, el impacto social de las universidades, la gobernanza universitaria, la digitalización inacabada y la triple hélice virtuosa formada por la universidad, el empresariado y el Estado, fueron los ejes de esta tercera versión de las jornadas académicas.
Entre las conclusiones del Congreso —que se refiere a “los futuros”, en plural, por los distintos horizontes originados por los cambios y contextos existentes— está la inexorable y trascendente relación entre la realidad social y la educación, que puede fungir como virtuosa o viciosa de acuerdo con las características estructurales de los sistemas educativos en aspectos fundamentales y determinantes como la accesibilidad, la inclusión, la calidad y la cobertura, entre otros, que permitan prodigar movilidad social, conocimiento científico, desarrollo tecnológico, espacios culturales, etc., pero, sobre todo, posibilidades de una vida digna y, como consecuencia, de espacios y oportunidades concretas de desarrollo social.
También se analizó el impacto de los sistemas educativos con poca inclusión y equidad, definiéndolos como ilógicos y carentes de pertinencia, ya que suscitan exclusión y desigualdad, como lo hemos visto históricamente. Por eso, son innegociables las acciones requeridas para la calidad y la cobertura.
Igualmente, se discutió sobre la importancia de promover la consolidación del Espacio Iberoamericano del Conocimiento a partir de la integración de los países como parte de un todo articulado que es el mundo. Buenos instrumentos para ello son la internacionalización y la movilidad académica.
El enlace funcional de los sistemas de calidad en el marco del Espacio Iberoamericano del Conocimiento es otro de los pasos claves para el retador escenario de la educación superior, al igual que avanzar en la integración de los sectores social, productivo y estatal con la academia, de forma que la educación sea asumida como una tarea de toda la sociedad. Además, integrar no solo la cuarta hélice, que es la sociedad, sino la quinta, que sería el medioambiente.
Igualmente, la verdadera transformación digital —que no se debe confundir con la virtualidad— requiere un equilibrio entre lo tecnológico y lo humano, con posibilidades de acceso, al tiempo que una efectiva regulación.
Resulta imprescindible continuar con el pertinente e interesante debate en cuanto a estos futuros que se avizoran como desafiantes para las Instituciones de Educación Superior, ideando alternativas, estrategias y soluciones colectivas para nuestros países y universidades, en sus pretensiones de desarrollar y cumplir con sus obligaciones misionales e impactar positivamente a la sociedad.
*José Consuegra Bolívar, rector de la Unisimón.