La visión de competitividad en los sectores empresariales e industriales ha venido transformándose para ser cada vez más cooperativos y productivos, con la intención de sumar esfuerzos que puedan nutrir un proyecto, iniciativa o estrategia que ayude a mitigar las problemáticas actuales, mientras se impulsa la productividad de la industria.
Entendiendo esto, la empresa agroindustrial Providencia, pionera en sembrar y cultivar caña orgánica, escala sus procesos productivos para hacerlos más sostenibles, incorporándolos en un circuito de economía circular, donde se maximiza la utilización de cada uno de los materiales, ya que se aprovecha toda la caña de azúcar. De esta manera, la compañía se ha posicionado como referente en el sector, demostrando que es posible la producción, de manera eficiente y rentable, al tiempo que se preservan los recursos naturales y se minimiza el impacto ambiental.
Angie Riascos, directora de sostenibilidad de Providencia contó a El Espectador cómo las acciones de Providencia impactan positivamente a sus más de 3.000 trabajadores y a las comunidades aledañas a sus operaciones, por medio de proyectos que impulsan los liderazgos comunitarios, la educación, el empleo, la preservación ambiental y la economía local.
¿Cómo ha contribuido Providencia al desarrollo socioeconómico del país y al bienestar de las comunidades aledañas en las que opera?
Actualmente tenemos 3.010 trabajadores directos que se encuentran en distintas áreas, incluyendo plantas, campo y administración. Además, ofrecemos beneficios extralegales que se dan en la empresa. El año pasado, por ejemplo, esos beneficios, que tiene que ver con becas para hijos de trabajadores, auxilios, préstamos sin interés, entre muchos otros sumaron $17.000 millones.
Reconociendo la necesidad de hacer más, los trabajadores también dijeron: queremos que nuestros hijos tengan un futuro mejor. De esta inquietud surgió la idea de tener un colegio, que se funda en 1961. Inicialmente ofrecía educación básica, pero hoy el Colegio Providencia tiene una alianza con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para operar un Centro de Desarrollo Infantil donde recibimos 150 niños en Primera Infancia, proporcionándoles nutrición y apoyo en su desarrollo.
Esa fue la semilla para pasar al colegio que tenemos ahora, donde ofrecemos educación primaria y secundaria a 1.100 niños y jóvenes. Además, también tenemos educación continua con cursos especializados como técnicos en maquinaria agrícola, maquinaria pesada, manejo de montacargas, entre otros.
Un aspecto muy importante es que la comunidad del área de influencia de Providencia se beneficia continuamente al tener esta institución educativa de alta calidad y gran prestigio en sus cercanías. Muestra de ello son los excepcionales resultados de nuestros estudiantes en las Pruebas Saber, donde en distintas ocasiones han sido de los puntajes más altos de la región.
El Colegio Providencia tiene grandes metas hacia el futuro. Una de ellas es convertirse en un Colegio Bilingüe de talla nacional. Para alcanzar este propósito, venimos trabajando para que, al 2030, alumnos desde quito grado logren un nivel A2 en inglés y que, al 2026, más de la mitad de nuestro cuerpo docente esté certificado en este idioma. Este es el camino que nos permitirá seguir aportando a la formación integral de los estudiantes y al progreso de la comunidad.
En simultáneo, Providencia apuesta por consolidar una unidad productiva propia que genere utilidades para reinvertir en el colegio. Esta unidad de confecciones produce dotaciones para empresas, incluyendo los uniformes que utilizamos, los cuales son confeccionados por más de 170 mujeres cabeza de hogar, quienes trabajan en esa área de confecciones y que tienen a sus niños estudiando gratuitamente en nuestro colegio.
¿Qué estrategias emplea Providencia para identificar y comprender las necesidades de las comunidades vecinas a sus operaciones?
El área cultivable de Providencia se extiende por 14 municipios en el Valle del Cauca, con contacto e impacto en 40 comunidades en veredas y en corregimientos. Nos dedicamos a conocer y caracterizar estas comunidades, entendiendo cuáles son sus necesidades y cómo se relacionan con la empresa. Nos encontramos con que estas comunidades tenían tres elementos muy característicos.
Por un lado, los jóvenes salían de estas zonas rurales no porque carecieran de las capacidades intelectuales, sino por las económicas: tenían muchas dificultades para acceder a educación superior. Dos, la brecha digital. Desde un mapeo realizado en 2017, y con la pandemia, identificamos la brecha digital del país, pero acá lo tenemos mapeado hace rato. Y, por último, los líderes de Juntas de Acción Comunal, lideres ambientales, deportivos, tienen un gran deseo de hacer cosas en su territorio, pero carecen de herramientas de gestión comunitaria, como conocer planes de desarrollo e instrumentos de participación de planificación, pero sobre todo gestionar y formular proyectos.
Para abordar estos desafíos, desde la compañía hemos avanzado con tres vertientes. Un programa de becas universitarias exclusivo para jóvenes de la comunidad. Ellos eligen la carrera, la universidad, mientras nosotros les damos computador, auxilio económico para temas de transporte y tenemos alianza con algunas universidades para que les den almuerzo y acompañamiento durante la carrera.
También tenemos un programa que se llama Providencia Conecta, a través del cual hemos creado dos salas de internet en instituciones educativas del área rural, con acceso gratuito a la comunidad. Y hemos pensado cómo transformamos eso, no solo proporcionándoles acceso al servicio, sino también fomentando el desarrollo de habilidades digitales. En el marco de este programa, durante la pandemia les pusimos internet en sus viviendas a 437 niños y jóvenes de El Placer y Amaime para que pudieran continuar sus estudios, este beneficio se mantiene pues entendemos que es una herramienta fundamental para su gestión académica. Además, junto a la Fundación BiblioTec, trabajamos por disminuir la pobreza de aprendizaje al brindarle a los jóvenes de la región, un ambiente propicio para estudiar. Lo anterior nos ha permitido contribuir a la brecha generacional de aprendizaje, logrando disminuir la pobreza multidimensional al tiempo que controlamos la tasa de deserción en nuestro colegio.
Por último, contamos con la Escuela de Líderes, donde trabajamos en colaboración con la Universidad Javeriana de Cali en capacitar a líderes comunitarios en temas como responsabilidad del Estado, empresas privadas, mecanismos de participación ciudadana y, especialmente, en la formulación y gestión de proyectos comunitarios.
Convencidos de que la educación es un motor de transformación social, decidimos apuntarle a procesos que impacten el acceso a la educación superior, promover la conectividad, fortalecer la formación y gestión comunitaria para los líderes locales. Estas iniciativas se desarrollan de manera continua, estando siempre en contacto con las comunidades y trabajando en terreno para asegurar su éxito.
¿Cómo ha influido la formación de los jóvenes de las comunidades locales en el desarrollo económico, social y cultural de la región?
Los jóvenes de nuestro colegio tienen los mejores resultados de prueba Saber 11 en el municipio, lo que les brinda una mayor posibilidad de acceder a educación superior.
También tenemos una apuesta por el bilingüismo con la meta de que a 2030 nuestro colegio se convierta en un colegio bilingüe nacional. Cerca del 30 % de las clases ya se dan en inglés, y estamos formando a nuestros docentes en el manejo del idioma a través de la Universidad.
En colaboración con el Sena desarrollamos un programa para que los estudiantes de décimo y undécimo grado se especialicen o se certifiquen como técnicos en programación y diseño de software. Estamos contribuyendo a que estos jóvenes adquieran habilidades que les permitan capitalizarse, promoviendo así un futuro mejor para ellos y sus familias.
Creemos que no solo hemos influido en la formación académica formal, sino también en la transformación de habilidades socioemocionales, preparando a los jóvenes para enfrentar los desafíos del futuro con confianza y competencia.
¿Cómo ha integrado Providencia la sostenibilidad en sus operaciones y estrategias empresariales a lo largo de sus 98 años de trayectoria?
Desde siempre, en Providencia hemos comprendido la importancia de generar acciones sostenibles, aun cuando la sostenibilidad no era un tema en la agenda de las empresas. Por un lado, pensando en el proceso productivo, ha habido un esfuerzo constante a lo largo de nuestra historia para que cada residuo generado se reincorpore en algo nuevo, con un enfoque en la eficiencia y la economía circular.
Estamos realizando acciones importantes para reducir nuestra huella de carbono. Por ejemplo, hemos implementado medidas para reducir actividades de labranza en el campo con el fin de evitar la compactación excesiva del suelo. Además, en nuestra caldera utilizamos un dispositivo llamado precipitador electrostático que, mediante energía, atrapa partículas, lo que nos permite emitir menos CO2 al medioambiente. Y el tener la planta de compostaje nos permite generar menos residuos; hay una transversalización ambiental en los procesos productivos.
En Providencia venimos trabajando en la promoción de la biodiversidad mediante nuestro Parque Ecológico que abarca dos áreas geográficas. La zona montañosa: un bosque alto andino. Este ecosistema es uno de los mayores captadores de CO2 en el mundo y es allí donde estamos haciendo restauración y siembra de especies nativas.
La segunda área geográfica es la Hacienda Piedechinche, donde se encuentra nuestro laboratorio de sostenibilidad y el Museo de la caña de Azúcar. Aquí, más de 100 hectáreas están destinadas a la restauración del ecosistema de bosque seco tropical, uno de los más amenazados del mundo. En este espacio hemos podido identificar la presencia de 303 especies de aves, un indicador importante de biodiversidad.
¿Cuál ha sido el papel de Providencia como pionero en la producción de azúcar orgánica en Colombia?
Llevamos más de 26 años produciendo azúcar orgánica, un producto que ha tenido una excelente acogida en el mercado internacional. La producción de azúcar orgánica garantiza el desarrollo de prácticas sostenibles y amigables con el medioambiente.
Además, contamos con un laboratorio de entomología donde estamos produciendo insectos benéficos para el control de plagas. Esta iniciativa nos permite mantener prácticas agrícolas sostenibles y reducir el uso de pesticidas químicos, contribuyendo así a la protección del medio ambiente y a la producción de azúcar orgánica de alta calidad.
¿Qué estrategias ha realizado Providencia para promover prácticas agrícolas sostenibles?
Además del control fitosanitario que hacemos de manera biológica, donde estamos reduciendo en buena medida el uso de insecticidas sintéticos o químicos, también tenemos un área de investigación y agronomía, que junto al área de calidad de labores agrícolas es como si tuviéramos una auditoría interna productiva en el campo, y otra que está todo el tiempo investigando.
También hemos hecho una inversión importante en algo que llamamos sistema de riego de alta eficiencia. Tenemos dos sistemas de riego bastante interesantes, uno que se llama sistema de riego por goteo que consiste en tener unas mangueras que atraviesan todo el cultivo y depositan gotitas al cultivo. Y otro que se llama sistema de riego por pivote o lateral, es una estructura que se deja en el campo y produce lluvia artificial mientras se va moviendo.
Este es uno de los sistemas más eficientes que hay en el mundo y en Providencia ya tenemos 17. Lo que ha sido una inversión importante que nos ha permitido reducir en los últimos seis años hasta en un 50 % el consumo de agua en campo.
De igual forma, tenemos un área de agricultura de precisión o lo que conocemos como agricultura 4.0. En donde, por ejemplo, se permite identificar la diferencia de un lote. Entonces se hacen mapas a través de satélites que muestran la diferencia del suelo y de las plantas, y eso permite aplicar fertilizantes o realizar el control fitosanitario de manera diferenciada, de acuerdo con cada necesidad, lo que es mucho más eficiente en términos económicos, pero también en términos ambientales, porque no estás aplicando ni al suelo ni a las plantas, productos que no requieren.
Providencia, primera Empresa B del sector azucarero
Cabe destacar que Providencia es la primera y única compañía del sector en todo el mundo en obtener la certificación como Empresa B. Esta distinción reconoce sus prácticas de desempeño social, ambiental y de transparencia corporativa durante sus casi 100 años de operación.
Ser una Empresa B no solo valida los esfuerzos de Providencia por generar impactos positivos, sino que reafirma aún más su compromiso con un modelo económico sostenible que beneficia al entorno y a todos sus grupos de interés. Sin duda alguna, este reconocimiento posiciona a este ingenio como un referente de liderazgo en sostenibilidad dentro del gremio azucarero nacional y la agroindustria colombiana, demostrando que es posible lograr un triple impacto positivo en lo económico, social y ambiental.