En un mundo donde la tecnología redefine constantemente los límites de lo que conocemos, la pintura ya no se limita solamente a lo visual. Y el arte, que siempre ha reflejado la realidad de la época en que se realiza, ahora cuenta con la tecnología como su gran colaborador y asistente para evolucionar las experiencias.
Porque sí, ahora las obras pictóricas también pueden escucharse. Gracias a innovaciones como la inteligencia artificial, pinturas que antes transmitían emociones a través de colores, formas, y texturas hoy evolucionan con sinfonías, tonos y escalas musicales que complementan la experiencia visual, creando una inmersión multisensorial que desafía la forma tradicional de interactuar con el arte.
Imagine: en una sala de exposición alguien se detiene frente a una obra de arte y observa, pero también escucha, porque esta vez no solo contempla con los ojos: la pintura emite tonos musicales generados por una plataforma de inteligencia artificial que, a partir de una escala musical predeterminada, interpreta los pixeles de la pintura y genera sonidos.
Esta innovación denominada Pixsound, que difumina las fronteras entre lo visual y lo sonoro, fue desarrollada por el equipo de creativos del centro de desarrollo tecnológico e innovación de IA y robótica de la Universidad Simón Bolívar, AudacIA.
“Pixsound permite obtener sonidos a partir de imágenes porque en su plataforma se analizan los patrones que hay dentro de cada imagen. Cada píxel tiene tres canales: de color rojo, verde y azul, cada uno con un valor numérico promediado que Pixsound transforma en una frecuencia que emite la nota musical”, explica Steffen Cantillo Molina, ingeniero mecatrónico e investigador de Unisimón.
“Si los colores son resultado del reflejo de la luz, y esta se compone de ondas electromagnéticas, ¿por qué no llevarlos a otro nivel expresivo?”. Fue la idea que permitió crear la conexión de pensamientos y sensaciones, experiencias y percepciones, figuras y sonidos, que a la larga se plasman en un lienzo, pero que gracias a la innovación de Pixsound lo sonoro ahora complementa para crea una experiencia sensorial más inmersiva.
Inmersión que no es posible sin el artista visual Jorge Serrano Sanmiguel. Nacido en Santander y radicado desde hace décadas en Barranquilla, Serrano explica que cada una de sus creaciones son “historias matéricas que se van construyendo desde adentro”.
Por su parte, Cantillo Molina sostiene que no se trata de una simple digitalización aleatoria, sino de una interpretación estructurada: el sistema utiliza escalas musicales predeterminadas, particularmente influenciadas por el blues, para generar melodías coherentes y emotivas a partir de los trazos pictóricos. El resultado es una simbiosis entre arte y tecnología que recuerda a las experimentaciones sonoras de pioneros electrónicos como Kraftwerk, considerados los padres del pop electrónico en la década de 1970, pero con un lenguaje completamente contemporáneo.
Serrano también revela que más que sentirse amenazado por la IA, esta se convierte en una prolongación de su proceso creativo. “Cuando me dijeron que mi obra tenía sonido, casi que me brotan lágrimas porque cuando yo pinto lo que intento es construir una obra sinfónica. La IA no va a hacer lo que yo hago, pero sí puede complementar, enriquecer, ofrecerme una visión distinta. Yo no le tengo miedo, al contrario, me estimula, me obliga a ir más allá, a no quedarme cómodo repitiendo fórmulas porque el arte no es estancarse: es evolución”.
Y agrega: “¿Te imaginas caminar por las noches y que en los edificios se proyecten obras acompañadas de sonido? Eso transforma una ciudad, la forma en que vivimos el arte. Nos metería en otro cuento completamente distinto”.
Un cuento que, gracias al equipo de creativos de Unisimón, ya empezó con Pixsound. Ahora es posible que los cuadros suenen, vibren desde sus trazos más íntimos; la IA no crea por sí sola: interpreta. “El código está, pero los colores los ponemos nosotros los humanos”, añade Serrano Sanmiguel.
El proyecto Pixsound representa un hito en la convergencia entre arte y tecnología, demostrando que la inteligencia artificial no es una fuerza disruptiva, sino un puente hacia nuevas formas de expresión. Al transformar pinceladas y brochazos en melodías, no solo se enriquece la experiencia artística, sino que se redefine el diálogo entre creador y espectador. Esta innovación confirma que el arte en el siglo XXI ya no puede entenderse desde una sola dimensión: es visual, sonoro y, sobre todo, colaborativo.
Más allá de las galerías, Pixsound plantea un futuro donde el arte rompe sus límites físicos para integrarse al espacio público. Como señala Serrano, esta evolución no es el fin del arte tradicional, sino el inicio de una era donde lo humano y lo digital coexisten en armonía creativa. Porque el verdadero avance no está en que las máquinas imiten al hombre, sino en que lo inspiren a trascender. Así, mientras los cuadros sigan “cantando”, quedará claro que la esencia del arte sigue siendo, irremediablemente, humana.