El utilero colombiano de la selección de Paraguay

El paisa John Fredy Rojas, más conocido como Bilardito, está trabajando para el equipo guaraní en esta Copa América de Brasil 2019. Este domingo tiene claro que le hará fuerza al equipo que le da de comer.

Luis Guillermo Montenegro / Enviado Especial a Salvador de Bahía
23 de junio de 2019 - 07:00 p. m.
Bilardito, utilero de la selección paraguaya de fútbol. / Archivo particular
Bilardito, utilero de la selección paraguaya de fútbol. / Archivo particular

John Fredy Rojas, más conocido como Bilardo, es uno de los utileros de la selección paraguaya en esta Copa América . Es colombiano, nació en Medellín y desde hace 30 años se rebusca la vida trabajando con equipo de fútbol. Comenzó como recogebolas en el estadio Atanasio Girardot de Medellín y por producto de la suerte, terminó siendo utilero. Luego de una larga etapa ayudando en la selección de Argentina, compartiendo con Lionel Messi, pasó a Paraguay, al equipo al que le hará fuerza este domingo (2:00 p.m., por el Gol Caracol) cuando se dispute el último partido de la fase de grupos de la Copa América de Brasil 2019 entre Colombia y los guaraníes.

De John Fredy a Bilardo

Tan pronto se les presentó a Carlos El Pibe Valderrama y a Bernardo Redín en el hotel de concentración del Deportivo Cali en Medellín, previo a un juego frente a Atlético Nacional en 1988, las estrellas del equipo azucarero le llamaron Bilardo. A pesar de tener tan solo ocho años, su parecido físico con el entonces técnico de la selección de Argentina, quien años atrás había dirigido el conjunto caleño, era impresionante. A él le gustó y desde ese momento pidió que no le llamaran más John Fredy Rojas. Como muchos niños, quiso ser futbolista. Salía a las canchas de Bello, Antioquia, a jugar con sus compañeros y se ponía una camiseta de Atlético Nacional, el club de sus amores.

Para poder estar más cerca de sus ídolos, a los seis años se volvió recogebolas en los partidos del cuadro verdolaga y gracias a que era rápido lo llamaron luego para ejercer esa función en los compromisos de la selección de Antioquia. Al llegar temprano a las canchas se daba cuenta del trabajo que hacían los utileros y por eso quiso convertirse en uno de ellos. Cada vez que podía acudía a los hoteles de concentración de los equipos que iban a Medellín, se presentaba a los utileros, jugadores y dirigentes y les ofrecía su ayuda. Fueron muchas horas en la calle, al frente de la entrada de los hoteles sin que nadie le pusiera atención, pero tras tanto insistir, poco a poco se fue ganando la confianza necesaria. “Yo les hacía los mandados, me daban plata e iba y les traía lo que quisieran”, recuerda.

Unos años más tarde les vendía guayos e implementos deportivos a los jugadores de Nacional, así poco a poco los fue conociendo más y por eso fueron ellos quienes le pidieron que ayudara a los utileros en el estadio. Cerca de cuatro horas antes llegaba a organizar todo, para que cuando los futbolistas entraran al camerino todo estuviera listo. No tenía un vínculo directo con el club, simplemente vivía de lo que le regalaban los utileros y los jugadores.

En 1997, River Plate de Argentina llegó a Medellín para disputar la semifinal de la Supercopa Suramericana frente a Nacional. Bilardo fue al aeropuerto para recibir al equipo que un año atrás había conquistado la Copa Libertadores, porque muchos de sus ídolos, como Germán Burgos, Juan Pablo Sorín, Marcelo Gallardo, Marcelo Salas y Enzo Francescoli, integraban ese plantel. Luego siguió al bus que llegó hasta el hotel Intercontinental y ahí fue a buscar a Raúl Quiroga, el jefe de los utileros. Se presentó y ofreció sus servicios. Sin esperárselo, Raúl le entregó la indumentaria de River y luego fue a presentarlo ante los directivos del equipo y el técnico Ramón Díaz. Con su carisma se ganó la confianza de los jugadores y les auguró que pasarían a la final. Así fue. Aunque perdieron 2-1, la ventaja de 2-0 conseguida en el Monumental les fue suficiente. “Los argentinos son muy cabaleros y un dirigente me dijo que como habían ganado, entonces me llevarían a los juegos de la final en Brasil frente a São Paulo y a Buenos Aires”, cuenta Bilardo, quien tras obtener el título con el equipo millonario, siguió trabajando para esa institución en Argentina por varios años. Se quedaba a vivir por meses en los apartamentos de los utileros del club. Cada cierto tiempo venía a Colombia para visitar a su familia, pero luego volvía porque allá era donde había trabajo. Conoció a varios utileros de los diferentes clubes del fútbol de ese país y poco a poco, gracias a su personalidad arrasadora y su eficiencia, se le dio la oportunidad de ser parte del cuerpo de utileros de la selección argentina sub-17. Luego fue la sub-20 y finalmente la mayores, con la cual ha estado vinculado desde 1999, cuando asistió a la Copa América de Paraguay. Han sido cuatro procesos de eliminatorias en los que ha hecho grandes amistades con jugadores. “Ya muchos son hasta técnicos, pero les guardo un gran cariño”, asegura. Por cuestiones de logística, trabajó con la utilería de la selección sub-20 en el Suramericano de Colombia en 2005. Allí compartió por primera vez con Lionel Messi. Luego en el Mundial de la categoría que lograría ganar Argentina en Holanda, bajo la dirección técnica de José Pékerman.

De Bilardo pasó a ser llamado El Panita, para que no se confundiera con el de verdad, Carlos Salvador, quien fue coordinador de selecciones de Argentina hasta hace poco. “Tengo una muy buena amistad con él. Los muchachos se burlan y le dicen que es mi papá”, dice entre risas. Jugadores como Lionel Messi, Javier Mascherano, Sergio Agüero, Pablo Zabaleta, Ángel Di María, Sergio Romero, entre otros, se volvieron amigos personales de él. Lo llaman, le enviaban ayudas económicas cuando lo necesita, lo invitan a Europa, todo a cambio del trabajo que él desempeña. “Soy un tipo lleno de alegría, siempre estoy feliz y eso es algo que les gusta a ellos. Me ponen a bailar y a hacer el oso. A mí, con tal de que se diviertan, nada me importa”, reconoce. Al primer Mundial de mayores que le dieron la oportunidad de ir fue al de Brasil 2014, cuando por poco Argentina logra el título. “La muerte del periodista Jorge Topo López, íntimo amigo de muchos de los jugadores, entre ellos Leo, fue un golpe anímico muy duro para el equipo. Si eso no hubiera ocurrido, tal vez nos ganábamos la Copa”, explica Bilardo, como sintiéndose un argentino más. “Siempre me preguntan a quién le hago fuerza cuando se enfrentan Colombia y Argentina y mi respuesta es obvia. ¿Cómo no le voy a ir al equipo que me da de comer?”.

Estos trabajos no son fijos y hay que aprovechar cualquier oportunidad nueva. Ahora está con Paraguay y así enfrente a Colombia, su país, y tenga al frente a varios conocidos, su corazón es rojiblanco. Por su personalidad se ha ganado el cariño del cuerpo técnico y de los jugadores. Aunque su hablado paisa lo delata, les entiende incluso cuando hablan en guaraní. "El profe Berizzo me dijo que me necesitaba para la Copa y yo le dije que de una. Acá estoy, pero esto es de donde salgan las oportunidades", explicó el antioqueño más paraguayo en este torneo. 

 

 

 

Por Luis Guillermo Montenegro / Enviado Especial a Salvador de Bahía

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