Edisson Carantón llega todos los días a las 11 de la mañana a Corabastos para comprar dos bultos de 60 kilos de maíz. Luego de subir cada uno de ellos en su carro, emprende camino al centro de Bogotá para llegar a una cita a la que ha acudido sin falta desde antes de que empezara la cuarentena: alimentar a las palomas de la Plaza de Bolívar.
Antes de entrar a la plaza, lo recibe un policía que le pregunta hacia dónde se dirige. Edisson le explica que él está alimentando a las palomas desde el 23 de marzo. El uniformado amablemente retira la valla que impide el acceso y le da instrucciones sobre dónde parquearse.
“La verdad no he tenido muchos problemas para movilizarme, sólo me ha parado la policía una vez”, afirma.
“Siempre trato de pararme en la parte más alta para que el alimento llegue más lejos”, dice mientras se para en el borde del monumento a bolívar que está en medio de la plaza.
Edisson y su esposa llevan diez años rescatando gatos de las calles bogotanas. En su propia casa tienen un resguardo dónde reciben los animales que ellos u otras personas encuentran. Se llama 'Pelos de gato' y allí los cuidan para darlos en adopción.
Desde que empezó la emergencia sanitaria por COVID-19 estos dos bogotanos siguen recibiendo animales y cuidando a los que ya tenían. Pero sumaron esta nueva tarea a su rutina diaria.
Con el pasar de los días las donaciones que recibían por redes sociales han mermado y esto hace que Edisson pueda comprar cada vez menos alimento para las palomas que lo esperan a diario.