Aún condicionado por las consecuencias de la crisis del nuevo coronavirus y sometido por las precauciones sanitarias exigidas, el tenis se asoma a las pistas paso previo a la idea de vuelta a la competición.
Ha sido en Alemania, en el recinto de la Academia de Tenis Base de Hoehr-Grenzhausen, cerca de Coblenza, donde han sido puestos en escena unos cuantos partidos de exhibición sin público, sin jueces de línea y sin recogepelotas. Solo los dos jugadores y el árbitro en una cancha de polvo de ladrillo.
Ocho jugadores, ninguno incluido entre los cien primeros del escalafón ATP, forman parte del cartel de este evento que comenzó el viernes pasado y que irá hasta el próximo 14 de mayo.
Entre los participantes se encuentra Dustin Brown, recordado por su victoria ante Rafael Nadal en la segunda ronda de Wimbledon hace cinco años, y quien le ganó en esta oportunidad a su compatriota Corentin Schmitz.
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No hubo apretones de mano, ni felicitaciones. De hecho, los tenistas manejaron sus propias toallas y llevaron la bebida y la fruta con la que recuperan energía en cada cambio de zona. El desinfectante estaba por todas partes.
"Fue complicado porque es difícil motivarte cuando no hay una fecha para regresar a las pistas. Pero bueno, hace dos semanas ni siquiera estar en una cancha estaba entre los planes, Creo que todos los que hemos participado estamos felices por volver", dijo Brown, que ganó sus dos partidos.
Yannick Hanfmann fue el tenista con mejor ránking (143 del mundo) que participa en el evento. "Fue genial. Extraño pero agradable estar de vuelta. Fue como un entrenamiento con un amigo", apuntó.
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Este certamen es el punto de arranque de una serie de torneos de exhibición que están previstos a continuación. Un primer paso, un ensayo, un desahogo a puerta cerrada, que pretende cubrir el vacío causado por la cancelación del circuito ATP y WTA y que no tienen previsto volver, como pronto, hasta el 13 de julio.