Mujer comiendo uvas
“Entre pitos y matracas, entre música y sonrisas, el reloj ya nos avisa que ha llegado un año más...”. Al son de la Billo's Caracas Boys, los colombianos empiezan a celebrar una fiesta tradicional que busca darle cierre a otro año. Las familias, reunidas alrededor del pesebre y del árbol de Navidad, esperan con ansias la cuenta regresiva que hacen las emisoras radiales para abrazarse, dejar atrás los malos recuerdos del año que termina y celebrar la unión, el amor y las oportunidades que vendrán después del campanazo de las 12 de la noche.
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En el interior del país, las cenas familiares van acompañadas de música, buena comida y numerosos brindis. Con el primero de enero puede llegar el popular ‘paseo de olla’ que, sin embargo, cada vez es menos frecuente. En el Valle del Cauca, el 31 de diciembre se celebra con pachangas y fiestas callejeras. Los vecinos sacan sus ‘pick-ups’, prenden el equipo de sonido y se preparan para recibir el nuevo año.
En el Caribe, Aníbal Velásquez Hurtado está presente en todos los hogares con su “Faltan cinco pa´ las doce, el año va a terminar...”. Oírlo es regresar en el tiempo, abrazar la nostalgia y prepararse, a la vez, para lo que vendrá. A pesar de que cada región tiene sus propias tradiciones, existe una costumbre que une a todo el país: el ‘año viejo’, que nació en los barrios populares de Colombia y consiste en un muñeco de trapo relleno de pólvora que se enciende a las 12 de la noche y se lleva consigo todo lo malo que ocurrió en el año. De las cenizas que deja, renace un nuevo tiempo lleno de posibilidades.
¡Nace una tradición!
Un festival babilónico, conocido como ‘El Akitu’, de hace más de cuatro mil años, fue el responsable del nacimiento de la fiesta más popular del mundo: la celebración del año nuevo. Se dio en la primera luna nueva luego del equinoccio de primavera, en marzo. Ese día, que tiene las mismas doce horas de luz y de oscuridad, se asociaba con la terminación de ciclos de vida y con la limpieza interior.
Esa fecha se fue consolidando como un día clave en el calendario, sin embargo, en el año 46 a.C., en Roma, Julio César la modificó, influenciado por los consejos de los astrónomos y los matemáticos de la época. A partir de ese momento, fue enero el mes que se consagró al dios Jano, quien representaba dos caras, la del pasado y la del futuro, así que en él se reflejaba un nuevo comienzo.
Sociólogos expertos han concluido que la celebración del año nuevo va más allá de la fiesta que le da la bienvenida a un nuevo ciclo vital, es un rito que los humanos necesitan para sentir que evolucionan, que existen cambios que los estimulan, que hay un sentido detrás de sus acciones y una identidad que los conecta con una cultura.
Agüeros, supersticiones y presagios
En Colombia, las tradiciones populares pasan de generación en generación. Para el 31 de diciembre hay decenas de agüeros, cuyo propósito es llamar a la buena suerte, alejar cualquier asunto negativo que pueda interponerse en nuestro camino, y así tener vía libre para lograr una realización plena.
Aunque para muchos son prácticas sin sentido, para otros son un trampolín capaz de impulsarlos hacia un buen año. Lucía María García, astróloga experta en numerología, afirma que “cada vez son más las personas que se guían por los agüeros para darle un orden lógico a su vida. Le dan sentido a todo aquello que pueda generar un desequilibrio o una vibración diferente. Con los agüeros, el miedo y las preocupaciones desaparecen, casi inmediatamente”.
A continuación ponemos a su disposición varios agüeros, para que se asegure de arrancar el 2018 con toda la buena energía que pueda atrapar. ¡Feliz año!
Bañarse con champaña
Al llegar la media noche, tome un sorbo de una botella de champaña, ubíquese debajo del marco de la puerta de su casa, cierre los ojos y diga: “Que las estrellas que me ofrece esta bebida sean las encargadas de guiar mi camino hacia la luz, la prosperidad y la fortuna, no solo en mi vida, sino también en la de aquellos que me rodean”.Luego, báñese con ella, de tal forma que impregne todo su cuerpo y llene de energía el lugar que habita.
Comer 12 uvas
Esta tradición, que nació en Alicante (España), consiste en comerse doce uvas, a las doce de la noche del 31 de diciembre. Por cada una de ellas se debe pedir un deseo que represente cada mes del año. Deben comerse al ritmo de las campanadas que anuncian que el año viejo se va. De esta manera se garantiza que los deseos se cumplan y se tenga un plan para completar mes a mes.
Utilizar ropa interior amarilla
El uso del color amarillo para festejar el año nuevo es quizá uno de los agüeros más frecuentes. Nació en la Edad Media y está relacionado con el color del sol, que representa eternidad y energía vital. Los historiadores cuentan que llevar puesto este color atrae riqueza, dinero, abundancia y fecundación. Se deben utilizar al revés y ponerlos al derecho al comenzar el año.
Sumerja dos anillos en champaña
Si está en busca del amor, este ritual es ideal para usted. Necesita dos anillos dorados que deben sumergirse en una copa llena de champaña. Cuando llegue la media noche, tome la copa en su mano, respire profundo, con los ojos cerrados, y llame con el pensamiento a esa persona que le gusta y con quien desearía tener una relación duradera.
Se puede beber de la copa de manera rápida o por sorbos, lo importante es que mientras se esté ingiriendo el líquido se atraiga el amor. Al finalizar la champaña, se sacan los anillos y se guardan en el bolsillo, así se representa la alianza que se conformará en el año venidero.
Poner lentejas en los bolsillos
La mesa en donde se compartirá la cena del año nuevo debe tener en el centro un plato con lentejas crudas, que representarán la unión de los miembros de la familia. Al llegar la media noche, debe poner un puñado de ellas dentro de una bolsa y guardarla en los bolsillos. Esto atraerá la buena suerte y permitirá que, en cuestiones de negocios y nuevos emprendimientos, el éxito esté al alcance de todos.
Es importante resaltar que esta bolsita debe permanecer durante todo el año guardada en el mismo sitio, como un amuleto de la buena suerte que atrapará las malas energías y estabilizará todo lo que en un momento determinado pueda salirse de control.
Ponga un huevo a esperar
En muchos hogares colombianos es común que el 31 de diciembre, por la tarde, se parta un huevo y se vierta su contenido en un vaso con agua, que posteriormente se ubica debajo de la cama.
En el momento en el que suenan las campanas a las 12 de la noche, se recoge y se analizan las formas que quedaron. Hay dos opciones, que vea una iglesia, que simboliza el amor y el ritual del matrimonio, o un ataúd, que cancela la opción de que vaya a encontrar al amor de su vida.
Salir con una maleta a la calle y dar una vuelta
Uno de los agüeros más comunes en todo el mundo. La idea consiste en empacar dos maletas y darle una vuelta a la cuadra. Es importante llevar una en cada mano. Esta tradición se lleva a cabo para que el año nuevo traiga consigo muchos viajes y se hagan realidad. Salir hará que la energía se transforme y pueda renovarse durante todo el año.
Deje que tres papas decidan su suerte
Las preocupaciones económicas desaparecen con este agüero. Ponga una papa pelada, otra a medio pelar y la última con cáscara frente a usted. Cuando sean las doce en punto (ni un minuto antes ni uno después), sin mirar, retira una de ellas.
Al momento de abrir los ojos pueden encontrar tres significados distintos: si se saca la papa que está pelada, es posible que la situación económica, durante los siguientes 12 meses del año, sea complicada. Si al abrir los ojos se encuentra con la papa que está con cáscara, no tiene nada de que asustarse, la economía estará equilibrada y no tendrá preocupación alguna por dinero.
Hay que tener cuidado: si sale la papa que está a medio pelar, esta es la representación de algunos malos negocios que pondrán desequilibrar su economía. Por lo tanto, camine con cautela, los arrebatos pueden hacer que se tomen malas decisiones.
Foto: Istock