Amalia (primera a la izquierda) es la hija de Máxima Zorreguieta, la reina de Holanda.
Es difícil medir las consecuencias psicológicas del acoso. Al menos, por ahora, la familia real de los Países Bajos puede irse a la cama sabiendo que el hombre que amedrentaba a una de sus hijas está detenido. La historia empezó meses atrás, cuando las autoridades descubrieron al hombre en los alrededores de Villa Eikenhorst, la residencia oficial de los reyes hasta el 2016. Lo que parecía un curioso visitante terminó convirtiéndose en un peligro para Amalia. Fue su primer aviso, se trató de la primera señal de su obsesión.
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“No hay escapatoria, mi odio por ti está creciendo todo el tiempo”, le escribió el sujeto identificado como Wouter G, un exmilitar de 32 años que fue capturado por las autoridades, que de manera silenciosa lo buscaron durante la cuarentena. Un hecho prendió las alarmas: el día nacional de los Países Bajos, en el que los reyes salen a tomarse fotos con sus simpatizantes, supuestamente sería el momento para realizar el atentado.
Por la pandemia no hubo celebración patria. Al ser capturado, el hombre alegó haber escrito el mensaje bajo los efectos del alcohol, una excusa que tumbó la fiscalía, que inicialmente pidió 10 meses de cárcel, pero al considerar que Wouter G sufre esquizofrenia, un juez lo condenó a tres meses de prisión y a recibir tratamiento profesional por los próximos cuatro años.
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Amalia, hija de Máxima Zorreguieta, la reina de Holanda, protagonizó en julio la portada de la revista Caras en Argentina. La foto en la que figura con su madre despertó la mecha de la polémica por los titulares, que la cosificaron, haciendo énfasis en su figura. Hubo tanto debate que la directora de la publicación explicó en un comunicado la intención original de la edición.
