Mi despedida

Con esta reflexión sobre una sociedad que silencia a las personas por su género, su orientación sexual y su identidad de género, nuestra columnista le dice adiós a Cromos.

Por Matilda González Gil

01 de septiembre de 2019

Foto: Pixabay.

Foto: Pixabay.

Cuando era chiquita, en Manizales, varias mujeres se empezaron a divorciar de sus maridos. A la mamá de un amigo, su esposo le dijo que, si lo dejaba, la iba a dejar en la calle. Y así fue. También la acosaba cuando se daba cuenta de que tenía nuevas parejas. Además se quedó con la custodia de los hijos. 

Yo recibía información, principalmente, de los hombres que se quedaban con la casa y los niños. Mis amigos me decían que toda la culpa era de sus madres, que eran descritas por sus padres como mentirosas, manipuladoras y, por supuesto, perras traicioneras. ¿Quién tenía el control de estas conversaciones y por qué? ¿Qué papel juega el género  en las conversaciones sobre la desigualdad y la exclusión, particularmente, desde el punto más vulnerado de la relación?

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En el artículo Censura basada en género, del portal Open Democracy (2014), Meredith Tax incluye esta cita de la Organización Mundial de las Mujeres por los Derechos, Literatura y Desarrollo: “La censura basada en género está incrustada en una serie de mecanismos sociales que silencian las voces de las mujeres, niegan la validez de su experiencia y las excluyen del discurso político. Su propósito es oscurecer las condiciones reales de la vida de las mujeres y la inequidad de las relaciones patriarcales de género, y evitar que las escritoras rompan el silencio”. 

Un estudio de Brighan Young University y de Princeton (2012) concluyó que las mujeres hablaban hasta un 75% menos que los hombres en las reuniones. Esto demuestra que la censura basada en el género es muchas veces indirecta, y que la falta de representación de mujeres en lugares donde puedan tomar decisiones es una forma de silenciamiento. 

Por su parte, la Corte Constitucional ha dicho que para analizar la discriminación no basta con mirar actos específicos, es necesario analizar contextos y prácticas arraigadas: “Discriminación es la conducta, actitud o trato que pretende –consciente o inconscientemente– anular, dominar o ignorar a una persona o grupo de personas, con frecuencia apelando a preconcepciones o prejuicios sociales o personales, y que trae como resultado la violación de sus derechos fundamentales”. (Sentencia de tutela T-291 del 2016).

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dicho que la desigualdad en los medios de comunicación de las personas LGBTI resulta de “la exclusión de ciertas voces del proceso democrático, perjudicando los valores del pluralismo y la diversidad de la información… El efecto de este fenómeno de exclusión es similar al efecto que produce la censura: el silencio”. 

Me despido con este texto de mi columna en Cromos. No me siento identificada con los principios del director ni con la forma en la cual abordan las críticas sobre sus prejuicios y privilegios: creerse perfectos y no aceptar años de opresión. Tengo solo agradecimiento y tusa por el resto de personas chéveres con las que dejo de trabajar. Amé cada proyecto y siempre actué con amor, dedicación, rigor y honestidad. Nos divorciamos porque yo lo decidí, no me dejé callar. 

Por Matilda González Gil

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