Pero recientemente la cantante nos sorprendió aún más con una particularidad en su nueva unión con el famoso y muy churro actor Ben Affleck: la exigencia por contrato de capitulaciones de tener sexo mínimo cuatro veces a la semana, mientras estén juntos.

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La sexualidad es una dimensión importantísima del ser humano, y dentro de una relación de pareja es la más fuerte forma de comunicación y complicidad. Pero el problema es justo la mala interpretación que hacemos sobre el significado de la sexualidad, que tantas veces es confundida con la genitalidad, es decir, en nuestra sociedad todo lo que tenga que ver con placer, expresión de las emociones y la conexión se reduce al acto de penetrar.

Si miramos el concepto en su justa medida (todo lo que nos posibilite mover la energía sexual que tenemos, sea con las actividades cotidianas, sea con las caricias, con las miradas de complicidad y entrar en el mundo mental del otro), podemos coincidir con Jennifer López y su “exigencia sexual”, ya que una vez que se toma la decisión de casarse todos quisieran que ambos tuvieran presentes el valor de priorizar la relación, la comunicación y el universo íntimo que se busca construir.

Cualquier pareja que decide tener un proyecto de vida común quisiera mantener el enamoramiento y la conexión eternamente. Sabemos lo difícil que es cuando la vida nos va desafiando. Perderse en el camino y tornarse desconocidos es un riesgo real que suele pasar en la mayoría de los matrimonios.

Lo que podríamos aprovechar de todo este tema de JLo es la importancia del compromiso que ambos tendrán con las emociones, el erotismo y la intimidad, que es más significativo que cualquier otro compromiso financiero que está en el top de las prioridades de muchas parejas.

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Autora del texto: Flavia Dos Santos.