Tres lecciones antárticas para chicas (y sus familias)

A propósito del Día de la Niña que se celebrará este jueves 11 de octubre, la física colombiana Paola Tello Guerrero comparte su experiencia en la Antártida y en Colombia con su taller Antártida para valientes.

Por Paola Tello Guerrero

10 de octubre de 2018

 Colegio Distrital Magdalena Ortega de Nariño, Bogotá, Septiembre 2018.  / Fotografía: @pateguerrero

Colegio Distrital Magdalena Ortega de Nariño, Bogotá, Septiembre 2018. / Fotografía: @pateguerrero

Por muchos años las mujeres estuvimos prohibidas en la Antártida. Sí, prohibidas. Las razones eran tan insensatas que apelaban al hecho de que en la Antártida no había instalaciones para nosotras, como tiendas o peluquerías. Incluso el almirante George Dufek lo espetó en algún momento: “No se permitirá a las mujeres en la Antártica hasta que podamos proporcionar una mujer por cada hombre”. 

En 2018 estas frases suenan absurdas. Han pasado 62 años desde que la geóloga marina rusa, María Kienova fuera la primera mujer en investigar la Antártida y 59 años desde que este territorio fuera declarado como un continente de paz y ciencia. 

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El último continente en ser descubierto, el más  frío, ventoso y aislado además de ser el lugar más fascinante del planeta, es un símbolo de liderazgo femenino. Sin duda, la mejor experiencia que he tenido en mi vida fue conocer la Antártida al ser seleccionada en el 2017 como parte de un grupo de 1000 científicas que durante 10 años buscan trabajar alrededor del cambio climático. Como física e investigadora en geociencias mi rol estuvo centrado en discusiones alrededor de la energía de transición, pero me encargué de agregar a esa tarea otra de mis pasiones. ¿Qué sería de una experiencia como esta si no pudiera compartirla con alguien más? Decidí soñar y embarcarme en este viaje con niñas y niños colombianos. Ver: La primera colombiana en el barco de mujeres científicas a la Antártida.

 

Expedición mujeres científicas a la Antártida, Febrero 2018. Fotografía: @pateguerrero

 

Por eso, por pura pasión, hace un año y medio empecé una aventura: visitar colegios y fundaciones en Colombia. A primera vista, el taller educativo Antártida para valientes compartía un mensaje de ciencia y cambio climático, pero mi verdadera intención era jugar, romper estereotipos, sorprender con icebergs verdes y enamorar con pingüinos.

Usé la misma maleta que me acompañó en Febrero de 2018 en la expedición más grande de mujeres científicas a la Antártida, pero esta vez la llené de máscaras de ballenas y pingüinos, pasaportes de valientes, batas de laboratorio y hasta un juego con acciones que afectan nuestro planeta. Y durante estos talleres, niños y niñas se animaron a escribir unas cartas bellísimas que tuve la fortuna de leerle a una gran colonia de pingüinos en la Antártida en diferentes idiomas y con el grupo de 80 científicas que me acompañó. Gracias a este taller pude compartir con más de 6000 personas en 7 ciudades de Colombia, un esfuerzo que fue posible gracias al apoyo de grandes empresas que creen en la educación y la sostenibilidad y que, con su complicidad, llenaron mi corazón y escribieron conmigo los momentos más felices de mi vida. Ver: “La participación de la mujer en cargos de poder y liderazgo en ciencias es solo del 11%”: Paola Tello Guerrero

Hoy me gustaría compartir tres situaciones claves que se repitieron durante los talleres:

 

1. Ser valiente no tiene género, ella y él son valientes. ¿Quién es valiente? Esta era la pregunta con la que se abría el taller. “Por favor levante la mano quien sea valiente”, les decía a los niños y niñas. Me alegraba ver tantas manos arriba, pero noté una diferencia: las manos de muchos niños estaba muy arriba, casi querían tocar el cielo. Las niñas también la levantaban, pero muchas de ellas ¡apenas asomaban su mano! Esto no lo vi una o dos veces, sino muchas, un temor que debemos demoler, pues ¿hay alguien más valiente que una mujer? no, ¿cierto? Mi invitación es que permitamos que las niñas se enfrenten a retos, que se suban a los árboles, que toquen animales, que practiquen los deportes de “niños” y que les ayudemos a levantar la mano hasta el cielo. 

 

Talleres Antártida para Valientes en fiesta libro, Medellín Septiembre 2018. Fotografía: @valento_fotografa

 

2. Las voces de quienes se sientan en la mesa. Sheryl Sandberg, una economista americana y COO de Facebook, ha dicho que “las mujeres no se sienta en la mesa” y que muchas veces nuestras ideas se pierden en la parte trasera de las reuniones, las toma alguien más y las repite como suyas; dice que no hacemos valer el poder que tiene participar en las discusiones importantes sentándonos en primera fila, en la mesa. Estas palabras me acompañan hoy en mi trabajo y he comenzado a ver la diferencia. Yo era una de las que siempre se sentaba atrás, pero ahora que he decidido estar en la mesa para que mi voz se escuche claramente. Con los ojos abiertos, a esos y muchos comportamientos inconscientes, llegué a varios colegios mixtos donde nuestras niñas se sientan atrás, participan desde la sombra y, aunque se involucran mucho y sus ideas son brillantes, a veces solo se escuchan los de la mesa. Por eso creo que es el momento de sentar por igual a niñas y niños y, si no caben, debemos construir mesas más grandes. Es el momento de leer y aprender más de esos comportamientos que afectan a muchas mujeres y no permiten a la sociedad beneficiarse de todo ese potencial. 

 

Expedición Homeward Bound 2018, 1000 científicas enfocadas en soluciones de cambio climático. Antártida Marzo 2018. Fotografía: @olisansom

 

3. Podemos tener mucho más que un único rol. “Pao –me decían las niñas–, ahora no sé si quiero ser investigadora de pingüinos o cantante, modelo o bióloga, chef o geocientífica”. Estos son algunos ejemplos de niñas que se acercaban al final del taller, emocionadas, a contarme sobre sus materias favoritas, sus proyectos de ciencias del colegio o sus tesis de pregrado. Para mí era un honor escucharlas, pero me llevaban a cuestionarme en qué momento nos dijeron que solo hay un rol, que uno solo elige ser una cosa. ¿Será que se lo dijeron a Leonardo Da Vinci, el italiano que tenía más de 12 profesiones entre ellas pintor, matemático, cartógrafo y biólogo? La curiosidad humana es insaciable y debemos alimentarla diariamente para que entregue los mejores frutos en nuestra sociedad. 

La expedición en la Antártida marcó mi vida tanto como la “expedición” en Colombia. Compartir con mujeres de todos los rincones del mundo me enseñó que debemos pensar global y actuar local, afianzar el trabajo colaborativo y en empoderar a las futuras generaciones a través de la educación, la ciencia y la tecnología para solucionar uno de los problemas más urgentes, el cambio climático y el abuso de los recursos naturales.

Si al final de mis visitas alguna de las niñas que visite escuchó, se emocionó y soñó con llegar al fin del mundo como científica, entonces lo logré, puedo celebrar el día internacional de la niña y reafirmar mi compromiso de continuar abriendo las puertas que mi mami, mis tías, abuelas, maestras y amigas abrieron para mí, y soñar con nuevas puertas que las chiquitas que vienen deben tener abiertas para que alcancen su potencial y aporten a una sociedad más respetuosa de las diferencias y enfocada en cuidar lo más importante que tenemos: nuestra Madre Tierra.

 

Permitamos que las niñas se enfrenten a retos, que se suban a los árboles, que toquen animales, que practiquen los deportes de “niños”. Fotografia:  @fiestalibro @camilodiazphotography

 

Más información: www.antartidaparavalientes.com 
Redes: @pateguerrero 

Por Paola Tello Guerrero

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