¿Deseas más energía y menos hambre? Desayuna con carne de cerdo

Incluir carne de cerdo en el desayuno garantiza un notable incremento de la energía corporal y una sensación duradera de saciedad; todo lo que necesitas para llevar un día activo y muy efectivo.

Por Redacción Cromos

09 de julio de 2015

¿Deseas más energía y menos hambre? Desayuna con carne de cerdo
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Seguramente ya lo sabes pero no está de más recordártelo: el desayuno es la comida más importante del día. El cuerpo viene de un ayuno prolongado producido durante el sueño y necesita reponerse; los niveles de glucosa han disminuido y deben recuperarse; el desayuno es el encargado de compensar esa ausencia de agua y nutrientes y de preparar al organismo para iniciar su actividad.

Cuando te saltas el desayuno obligas a tu cuerpo a utilizar energía reservada y por eso experimentas lapsos de fatiga y debilidad; además, cuando no desayunas la sensación de hambre se prolonga y difícilmente logras mitigarla. Una vez llega la hora del almuerzo te sientes más extenuado por el trabajo que realizó tu organismo para responder a tus exigencias y, probablemente, el almuerzo no será suficiente para recuperarte.

Así mismo, la ausencia del desayuno en la dieta diaria está estrechamente relacionada con problemas de obesidad dado que la sensación de hambre se incrementa y necesitas consumir un mayor número de calorías para sentirte satisfecho; esa sobre ingesta de calorías comienza a acumularse en tu cuerpo en forma de grasa y ahí es cuando aparecen los indeseados centímetros de más.

Una porción de carne de cerdo – del tamaño de tu mano abierta- sumada a una porción de carbohidratos y fruta en el desayuno, te suministran la energía que necesitas para un día sumamente fructuoso; el hambre no será el distractor que temes y tu mente estará tan ágil como esperas.

Entre otras cosas, la carne de cerdo en tu desayuno además de energizarte y dejarte satisfecho por más tiempo, te nutre. Sus compuestos de tiamina, niacina, ácidos grasos monoinsaturados, zinc, hierro y potasio –entre otras vitaminas y minerales-, ayudan a tu desarrollo muscular, fortalecen tu sistema circulatorio y tu sistema nervioso, reducen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, disminuyen el colesterol y mantienen los niveles de hemoglobina en tu organismo.

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