La historia de Lilia Medina es un relato de perseverancia que ha inspirado a muchos. Con un sueño claro en mente y pocos recursos en las manos, Lilia llegó a la capital enfrentándose a la incertidumbre de un futuro desconocido. Durante más de cuatro años, trabajó en una casa de familia. Este periodo, aunque desafiante, le permitió aprender, soñar y, sobre todo, visualizar una vida mejor para su familia. No era una tarea sencilla, pero Lilia no estaba dispuesta a rendirse. Soñaba con ser dueña de su propio destino, trabajar por lo suyo y ofrecer a sus hijos un futuro diferente.
“En la casa donde trabajaba, lo que ganaba no me alcanzaba para los gastos míos y de mis hijos, entonces dije: ‘tengo que hacer algo’. Y así comencé a hacer arepas, con un molino casero que trabajé siete meses; luego le puse un motor y empecé a crecer”, recuerda Lilia con una sonrisa que refleja el orgullo y la fuerza de aquellos primeros días. Las largas horas de trabajo, los sacrificios y el esfuerzo constante marcaron el inicio de “Masarepa Lilia”, una empresa que desde su comienzo fue más que un negocio: era un símbolo de lucha y esperanza.
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Al principio, Lilia vendía sus arepas en una esquina con una pequeña parrilla. La demanda empezó a crecer, y pudo alquilar un espacio más grande. Cuando vio que su negocio tomaba forma, decidió mudarse a un apartamento que funcionara como hogar y como fábrica al mismo tiempo. La empresa comenzó a consolidarse, y el sueño de Lilia se convirtió en una realidad que trascendió generaciones. Sus hijos y nietos se unieron a la causa, no solo para ayudarla, sino para aportar su propia pasión y energía al negocio familiar. Hoy, “Masarepa Lilia” es una empresa que ha mantenido su esencia durante 42 años, logrando adaptarse a los cambios del mercado y a las nuevas demandas de los consumidores.
Una de las claves del éxito de Lilia fue su capacidad de adaptarse y de escuchar las necesidades de sus clientes. La empresa logró mantenerse vigente gracias a la combinación de tradición e innovación, una fórmula que les permitió seguir creciendo sin perder de vista sus raíces. En este camino, el apoyo recibido por el programa Territorio Mipyme de la Agencia de Empleo y Fomento Empresarial de Compensar fue fundamental. Este programa, que ha ayudado a más de 2.200 micros, pequeñas y medianas empresas desde 2022, le brindó a “Masarepa Lilia” las herramientas necesarias para mejorar su productividad y hacer más eficientes sus procesos. “En la fábrica, alcanzamos a mejorar los índices de productividad en un 47%. A los nuevos emprendedores les aconsejo rodearse de personas que compartan la misma pasión y aprovechar la asesoría de expertos”, afirma Johanna Medina, nieta de Lilia y líder administrativa de la empresa.
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Lilia recuerda aquellos días en los que ella misma llevaba los pedidos, empaquetando las arepas y entregándolas en un bus. Su hijo y su nuera también tuvieron que hacer lo mismo. “Yo misma iba y entregaba los pedidos. Hacía una parte de arepas, las empacaba y me iba a entregarlas en bus. Fue difícil, pero valió la pena”, dice con la voz cargada de emoción. Cada esfuerzo, cada jornada agotadora, valió la pena al ver cómo el negocio crecía y, junto con él, el bienestar de vida de toda su familia.
Hoy, Lilia Medina es más que una emprendedora exitosa; es un símbolo de resiliencia y amor por su familia. Lo que comenzó con un molino casero y una pequeña parrilla se ha convertido en una empresa que no solo perdura, sino que sigue escribiendo su historia, una historia de sueños amasados con trabajo y dedicación.
