Por alguna razón, su nombre nos evoca lejanía. Pensamos, quizá, en una isla europea a la que se llega después de un largo viaje y engorrosos procesos. Descubrimos, sin embargo, que no se requiere visa para ingresar y que está a tan solamente 30 kilómetros de las costas de Suramérica. Es un trayecto en el cual no alcanzas a ver la película completa en el avión, porque en solo una hora y veinte minutos aterrizas en una pista rodeada de un impactante mar azul turquesa.
Sus playas fueron nuestro sueño hecho realidad. Son extensas franjas de arena blanca, tranquilas, limpias y organizadas, a donde llegaba el mar con su danza de aguas serenas. Esa calma contrastó con la adrenalina que encontramos al recorrer en jeeps y buggies la costa norte. Pasamos por el desierto y por trayectos agrestes en donde el mar salpicaba con fuerza y nos invitaba a explorarlo en su piscina natural. Nos enamoramos de sus paisajes fascinantes y de sus lugares icónicos, como el Faro California, las Ruinas de Oro de Balashi y de Bushiribana, y la Capilla de Alto Vista.
Esperábamos encontrarnos con las aguas cristalinas y la arena blanca, pero no contábamos con toparnos con la diversidad cultural de la isla. En apenas 112,65 kilómetros cuadrados, se concentran personas de alrededor de 90 nacionalidades.
Esa fusión cultural la encontramos en su gastronomía. El sabor africano y las especias orientales se mezclan con la tradición y la elegancia de la cocina europea, lo cual produce deliciosos sabores para todos los gustos, que se pueden disfrutar en más de 200 establecimientos. La oferta culinaria de la isla ha tomado tal fuerza que ahora los restaurantes dedican todo octubre a los sabores de la isla, en un evento denominado Mes de los restaurantes: coma local. En esos días, tanto arubeños como turistas tienen la oportunidad de disfrutar platos especiales y precios muy competitivos. ¡Aruba complace a todos los paladares!
Cuando el sol se oculta
Después de la cena, llega la hora de explorar la vida nocturna de la llamada Holanda del Caribe. Inicialmente recorrimos la zona de Palm Beach, donde tomamos algunos cocteles y disfrutamos de la brisa y la buena vibra de los turistas. Después nos aventuramos a buscar lo más auténtico de la isla. Llegamos así al Carubbian Festival, una fiesta que cada jueves recuerda el Carnaval de Aruba, que tiene lugar al comienzo de cada año. Allí vimos presentaciones de artistas, nos unimos a las comparsas, bailamos al ritmo de las bandas de tambores metálicos y apreciamos más de cerca la cultura, las artesanías y la música locales.
Tras la noche de fiesta, necesitábamos un plan para recargar energías. Aruba, por fortuna, estaba lista: clases de yoga, alimentación saludable y planes de spa con tratamientos de aloe, el producto emblema de la isla y el souvenir ideal.
Queríamos muchos más días en Aruba. La isla es pequeña, pero llena de acción. Desde turismo ecológico por el Parque Arikok hasta windsurf, pasando por recorridos en bicicleta, visitas a casinos o viajes en catamarán. Además, no solo es bella en la superficie, bajo el mar su vida es rica y maravillosa.
Para rematar, hay una nutrida oferta de eventos a lo largo del año. Para los amantes de la música; para los que disfrutan la adrenalina y el deporte, y para los que aman el arte y la moda. Aruba, líder en sostenibilidad y modelo en la industria del turismo, es un paraíso sobre la Tierra que demuestra a cada paso por qué es conocida como la Isla Feliz.
Para visitar…
El barrio San Nicolás. Una zona fascinante donde se siente el arte y el ambiente
bohemio. Los muros de sus edificios insignia fueron intervenidos hace poco por artistas de diversos países entre los que se cuentan: Brasil, Holanda y Colombia.
Para probar…
Los platos típicos de Aruba son el keshi yena –queso gouda relleno con pollo y otros ingredientes–; el keri keri –guiso de pescado–, y el funchi –puré de harina de maíz–. Estas preparaciones se integran con delicias foráneas, como el bami y el arroz nasi goreng.
Para descansar...
La Autoridad de Turismo de Aruba y la Asociación de Hoteleros crearon el Mes del bienestar, que les permite a los turistas organizar unas vacaciones relajantes en las que se incluyen spas, meditación y yoga, para regresar renovado.
Fotos: David Schwarz.