Cuando se inventó el primer vibrador su función era muy distinta a la que tiene por estos días. El objetivo principal de este, era tratar terapéuticamente la histeria femenina, enfermedad diagnosticada en el siglo XIX.
La sintomatología de esta enfermedad, era reconocida, porque las mujeres sufrían de: dolor de cabeza, ataques de llanto y risa, pesadez abdominal, insomnio, desfallecimientos, espasmos musculares, parálisis y hasta ceguera en casos extremos.
La enfermedad, cuya exclusividad era del cuerpo femenino, se trataba por médicos que requerían ayuda de una asistente que debía aplicarse aceite en los dedos, para estimular todas las zonas genitales, con el fin de que la paciente llegara al clímax y se provocara un fenómeno conocido como ‘paroxismo histérico’, que en otras palabras es el conocido ‘Orgasmo’, término que no utilizaba la sociedad victoriana, por ese tiempo.
Así, las mujeres que padecían esta enfermedad cada vez más frecuente, lograban superarla luego de liberar la tensión sexual represada en ellas. Sin embargo, esta técnica utilizada por expertos de la época, debió ser suprimida por razones de cansancio y agotamiento, motivo por el cual Joseph Mortimer Granville decidió crear en 1880 la solución al problema: una máquina en forma de falo que se podía introducir de manera fácil y práctica en la vagina de las mujeres sin lastimarlas.
Así se dio el nacimiento del primer vibrador de la historia, el cual con el paso del tiempo se ha convertido en el juguete sexual por excelencia del género femenino y masculino.
Un dato importante de este descubrimiento es que, para el año de 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró que la histeria no es una enfermedad, sino que por el contrario es un mito que murió con el tiempo. Sin embargo, el vibrador logró mantenerse en el tiempo como una de las herramientas de mayor placer, explorando la sexualidad desde todo punto de vista.
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