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Burkini, la prenda de la discordia en Europa

Llevar un burkini se ha convertido en un acto de desobediencia en Francia y en casi cualquier playa europea. ¿Cuál es la polémica?

Por vía EFE

06 de septiembre de 2016

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Originaria de Australia, el burkini es un vestido de baño creado por la diseñadora libanesa Aheda Zanetti, cuyo nombre resulta de la combinación de las palabras burka (velo usado tradicionalmente por las mujeres musulmanas, que se ata en la cabeza y cubre gran parte del rostro), y bikini.  La prenda, surgió según su creadora, con el propósito de que las mujeres musulmanas pudieran disfrutar del estilo de vida australiano, sin dejar de lado sus creencias religiosas.

 

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El uso del burkini se ha convertido en el centro de todo tipo de debates en el último mes. La discusión se desató recientemente, luego de que cuatro ciudades francesas prohibieran el uso de la prenda por ser considerado un acto de provocación, en tiempos en los que el país europeo se ha convertido en objeto de ataques terroristas. Un tema que saltó rápidamente a las redes sociales, al conocerse las fotografías de una mujer obligada por parte de las autoridades francesas a deshacerse de la prenda en una playa de Niza.

 

En Marruecos por su parte, la primera impresión que uno tiene en una playa pública o una piscina es que cada una se viste como quiere, y que junto al bikini-tanga convive el traje de baño "islámico" o "integral", que es como en esas latitudes prefieren llamar al burkini.

 

Y sin embargo, las cosas no son tan simples: hay grandes diferencias entre los espacios públicos y privados, que simplificando podrían traducirse así: en las playas públicas el burkini ya no es ninguna rareza, y va ganando terreno, al tiempo que el bikini y el bañador lo pierden.

 

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Si uno lo compara con una playa marroquí de hace veinte años, llama la atención la cantidad de mujeres que permanecen en las playas vestidas, o que se enfundan un burkini. Cuanto más popular y concurrida es la playa, cuanto más cerca está de una gran ciudad, más difícil es encontrar a una mujer en bañador o en bikini.

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Hay que irse a una playa más elitista, para encontrar una atmósfera más tolerante, donde cada cual se viste como quiere. Ahí sí conviven todo tipo de trajes de baño y de indumentarias.

 

En los últimos años, casi cada verano se revive la problemática porque una mujer con burkini se enfrenta a la dirección de un hotel exigiendo que se le demuestre por qué su traje, por el que ha pagado cerca de 125 dólares (que es lo que cuesta en Marruecos), es menos higiénico que otro bañador cualquiera.

 

La polémica llega a las redes, unos defendiendo la libertad de una musulmana de vestirse como quiera en su propio país, otras lamentando los tiempos de sus madres y abuelas donde la idea de "traje de baño" se entendía de otro modo.

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Es curioso cómo cada una percibe sus derechos: para la mujer tapada, el burkini le da derecho a ocupar el espacio público, pues como ha elegido el hiyab (velo) como modo de vida, solo una prenda como el burkini le permite disfrutar de los lugares de ocio en verano. Por otro lado para la defensora del traje de baño, el burkini, al igual que el hiyab, son vistos como una moda llegada del Oriente árabe que está invadiendo todo el espacio público y haciendo sentir en falta a la mujer "descubierta".

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"Hoy en día son muchas las mujeres que evitan llevar el bañador en la playa por miedo a ser agredidas por locos de la religión que son en realidad obsexos del sexo", escribía la feminista Fatiha Daudi en las columnas del Huffington Post magrebí.

 

 

Mayoría no tan silenciosa

Si antes las mujeres más conservadoras se callaban hasta casi la invisibilidad, los tiempos han cambiado. De nuevo en Facebook, las defensoras del burkini han creado un grupo llamado Marroquí, musulmana y orgullosa de mi bañador integral, donde las integrantes comparten guiños sobre dónde encontrar tiendas de ropa decente, clubes de verano que admiten el burkini y playas del mundo donde pueden bañarse sin temor a leyes prohibitivas ni a miradas reprobatorias. Esas mujeres sienten en Europa la misma actitud condenatoria que la que siente una joven con bikini en buen número de playas marroquíes.

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Una usuaria del grupo lo ve de modo bien militante: "Chicas, ha vuelto el verano y les propongo un acto de resistencia: nadar en burkini y postear nuestras fotos en las piscinas del hotel, la playa o el club. ¡No permitámos que nos impidan el acceso ni que nos dicten la manera de vestiros!".

 

Por lo visto, que sea en Francia o en Marruecos, el burkini no deja a nadie indiferente.

 

 

Foto: EFE

Por vía EFE

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