Cada carta es un museo

A continuación una colección de cartas que datan de diferentes momentos de la historia y que están impregnadas por diversos sentimientos y emociones: amor, decepción, pedida de matrimonio, nostalgia de la ausencia, entre otros.

Por Nátaly Londoño Laura
19 de noviembre de 2018
Cada carta es un museo
Carta de Juan Sebastian Fernández

Carta de Juan Sebastian Fernández

Para escribir una carta de amor, primero vaya a su estudio o a su cuarto, o siéntese en el comedor, si es allí donde mejor está; fúmese un cigarrillo Piel Roja, beba una limonada en aguadulce o abra su álbum de chocolatinas Jet. Busque una libreta, una servilleta o reconcíliese con el reverso del recibo del cajero, si todavía no lo ha hecho barquito de papel; tome un lapicero que le guste, ensaye la caligrafía y sienta el sudor en sus manos, sienta que todas las palabras del mundo quieren irse de su cuerpo, quieren irse por la boca, por el pez, por los dedos. Y escriba. Escriba con lentitud, de memoria, de corrido. Escriba con miedo, con angustia, con felicidad, con bravura, escriba con valentía y después espere. Tómese un respiro y piense en la persona que le recorría los sentidos mientras escribía. Vuelva a leer, tache, corrija. Espere. Sienta la ansiedad o la tristeza apoderarse de usted. Sienta los pedacitos de las cartas de Juan Rulfo a Clara Aparicio, pasar debajo de sus párpados, como pequeños fragmentos grabados en cintas magnéticas: “He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer, nada menos, soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar, ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños”. Espere, y, por último, doble el papel y échelo a navegar, porque si cada persona es un museo, cada carta también lo es. Aquí, una pequeña exposición:

1899

Adonías Bravo le escribió una misiva a Judith Etelvina Santander, o Chinita -como le decían todos-, donde le contaba que quería compartir su vida con la de ella. Esta fue la primera respuesta que recibió. Pasto, 16 de diciembre de 1899.

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Sin título

 

Mi querido Adonías:
Mucho tengo que agradecerle las demostraciones de amor y cariño que U. me hace porque veo que ellas nacen de un noble procedimiento, digno solo de jóvenes como U. El afecto que yo he tenido y tengo por U. es grande, franco y sincero, y creí que hasta aquí solo llegarían nuestras relaciones de amistad, más hoy veo que U. trata de pasar adelante con la propuesta que se ha dignado a hacerme con lo cual ha venido a intranquilizarme terriblemente.
Como el asunto es demasiado serio, necesito pensarlo mucho, en calma, con la cabeza y el corazón, por esta causa he puesto en conocimiento de mis padres su propuesta, porque U. ve que estos son los confidentes más leales al corazón de una hija.
Al no haber procedido así, habría faltado a los deberes que impone la naturaleza, y me habría hecho criminal, despreciando la confianza que ellos me han dispensado. Después de una profunda calma, de oír los dictados del corazón y los consejos de mis queridos padres daré a usted mis respuestas. Si esta fuere afirmativa irá con la franqueza que U. habrá notado en esta su amiga; si fuere negativa, también será franca e irá acompañada de un testimonio de gratitud, por el honor que U. me ha hecho de creerme capaz de labrar su felicidad.
La situación de mi papasito es un motivo para que mi mamita no pueda emitir ningún parecer, pues toda la familia se encuentra atribulada. Antier quise hablar con mi papasito y fue imposible; cuando ya hable con ellos le daré cuenta a U. pero a la vez porque debo decirle con verdad que tratando el asunto con la delicadeza que U. ha principiado no hay razón para decir las cosas a ocultas, y yo por lo menos así procederé con U.
Termino, mi querido Adonías, deseándole mil felicidades y que tenga en cuenta el real y verdadero afecto de su invariable amiga.
J. E. S.

1995

De Dora Cecilia López, desde Apartadó, para Carlos Maya, en Montería, con dibujitos de Trini, su primera hija, cuando ya la segunda, Paulinda, estaba en camino. Septiembre 18 de 1995.

 

2

 

Amor:
Recibe un abrazo muy grande y muchos besos de parte nuestra.
No imaginas cómo te hemos extrañado. A veces me pongo a pensar cómo una persona se puede convertir en algo tan indispensable para poder vivir y sentirnos normales.
Recordamos tu presencia en cada rinconcito de la casa y con la niña que no olvida ni uno solo de tus gestos y palabras, así dice: papi… mi papá dijo esto o aquello.
Amor, cuando tú estás no siento tanto miedo a la noche, o a las tempestades y todo se hace más llevadero.
Dios quiera que nos podamos reunir pronto y que tú empieces a trabajar, tengo la esperanza de que volverás a triunfar. Tú sabes que yo no te exijo lujos ni cosas innecesarias, por eso trata de organizar lo que puedas.
Mis deseos y mis ruegos a Dios son porque te conserve la vida y que te conserve con nosotros, que es lo más importante.
Ya la barriguita se nota, los ejercicios y las vitaminas me tienen un poquito mejor.
Quiera Dios que nos vaya bien. No te olvides de encomendarte al Señor cada día que amanece, Él es la mayor fuerza para moverse sin equivocaciones.
Me haces mucha falta y te he deseado mucho.
Te amamos,
Tuyas: Trini y Dora Cecilia

2012

El 7 de junio del 2012, Wilmar Vera fue arrestado a las afueras de la Universidad de La Salle, donde trabaja como profesor de planta. Lo acusaban de ser el autor intelectual del homicidio de un antiguo alumno suyo con el que entabló negocios que no prosperaron. El proceso duró dos años. El primero de octubre del 2014, un juez dictaminó que era inocente. Durante ese tiempo Wilmar le escribió a su esposa un sinnúmero de cartas, entre ellas ésta, fechada el 21 de julio del 2012.

 

2012 - 1

 

Mi amada Ángela, aprovecho que este es el primer domingo que no vienes para decirte que, sin ti, mi pena por estar aquí sería mayor. Doy gracias a Dios porque te tengo cerca y eres el aliciente de mi vida. Estos años pasados junto a ti me confirman que fui muy afortunado al proponerte y que aceptaras ser mi mujer. Hemos pasado por momentos muy duros, pero me queda la tranquilidad de que han sido más los momentos buenos que los duros. En esta situación no puedo más que agradecerte por el apoyo y los sacrificios que tendrás que pasar. Eso es lo que más me duele: que tanto de lo que apenas estábamos construyendo queda en cero. Pero una cosa me anima: tu amor y el de Manuela para salir adelante, una vez salga de aquí, así me vaya a sembrar tomate a la finca de tu mamá y papá.
La extraño tanto y si algo me han permitido estos días es a valorar lo que tengo, que es tanto que ahora lo comprendo. Hasta tus regaños los extraño -pero no mucho- y las cosas más sencillas que son la verdadera causa de la felicidad. Y yo era feliz, espero que a pesar de mis tonterías, tú también.
No sé cuándo saldré, me da miedo que pase mucho tiempo o que el mal que me trajo aquí gane la partida…  Pero sé que saldré inocente y con mi buen nombre reconstruido.
Te pido que tengas mucha fuerza, fortaleza, que la libertad es un tesoro tan preciado que cuando se pierde uno la valora. Cuando salga, quiero hacer tantas cosas para aprovechar el tiempo perdido con las dos.
Espero que el lunes me dejen saludarte un rato y no te hagan perder la venida, porque casos así han pasado aquí. Creo que deberían espaciar las venidas, es un sacrificio de tiempo y dinero que debemos cuidar.
Te extraño y extraño a Manuela. Te mando un beso muy grande y un abrazo muy fuerte. Las amo y son mi razón para soportar todo. Recen por mí, que yo todos los días rezo por ustedes y perdóname todas mis burradas que he cometido.
Te amo, las amo, y eso me mantiene aquí con fuerza y ánimo.
Las amo mucho…
Wilmar

2017

Medellín, julio del 2017. De Sofía Buriticá a Hugo Díez, después de haberle roto el corazón.

 

Carta 2017

 

Querido H,
todas las películas que me perdí de disfrutar con vos, ahora me pesan. He estado suspendida en el mismo recuadro de 35 milímetros muchos meses, todo es angosto y nostálgico en este tiempo.
Soy como un boceto rápido, sin contornos, asustada y acurrucada en medio de mis jardines secos. Llevo 23 años viviendo sin medir las consecuencias, con un animal rebelde en el pecho, intranquila, incapaz de ponerle nombre a lo que causé en vos, al dolor, al horror de mi paso y a los días fríos de palabras silenciosas.
No han sido meses fáciles, he vivido situaciones contrarias a la felicidad y sin embargo solo pienso que es a vos a quién podría contarle cómo me siento. Te extraño y escribo con la esperanza de encontrar tu perdón en estas palabras, en la espuma de los mares rotos y en el paso cansado del tiempo que amenaza con desaparecer los dibujitos que un día pintaste y aún cuelgan en mi pared.
Te quiero mucho H, deseo desprenderme de este sentimiento de incompatibilidad con la vida y habitar tu espíritu en la geografía interior de todos los libros que un día fueron nuestros.
Aquí te dejo un pequeño poema que fue publicado en el libro que construimos juntos:
"Sentir su corazón
contra el mío fue como tener un ave agitando sus alas
en mitad de la primavera, cuando ninguna hoja cae pero todos los árboles sufren la belleza del mundo".                                      Un abrazo,
Con amor,
Sofía

2018

De Juan Sebastián Fernández a una destinataria incógnita. Una carta llena de inquietudes, amor y nostalgia, que fue escrita en Medellín y que nunca llegó a su destino. Junio de 2018.

 

5

 

Hermosa,
Hoy en clase hablamos de las cartas. Nos lamentamos de que ya nadie las escriba. Pensé en ti. Antes de irte a Malta, la noche de la muerte de Scott Weiland, me dijiste que me ibas a escribir muchas cartas. Cartas físicas. El papel que usarías, lo ibas a secar poniéndolo al sol luego de haberlo remojado en las aguas del Mediterráneo. Esto para mantener vivo algo entre nosotros. Algo que no sentimos sino cuando vienes. Yo nunca he podido ir. Aún recuerdo ese porrito de enero. Escribí un cuento con esa imagen. El protagonista se arma los 'varetos' (sic) con pétalos de rosas. Desde entonces no he vuelto al parque. Los chinos, o los japoneses, no sé, recomiendan no volver al lugar donde uno fue feliz. Y desde el balcón de estos días, sé que allí nosotros lo fuimos. Solíamos decirnos: “Venimos acá para disimular que estamos tristes”. Y el disfraz se hizo atuendo, y el atuendo, ropa de diario. Pero he leído tus más recientes tweets y quedé preocupado. ¿No hay en Berlín algún lugar donde puedas disimular que sigues estando triste? No hago sino pensarte. ¿Aún sueñas con ser actriz? ¿La talentosa diva mayor de un circo pobre? ¿El último sabor de mi boca? Sabes que siempre voy a querer leerte y escucharte.
Escribir y cantar son ahora los espacios donde se contonea felizmente mi alma. Allí no tengo que disimular nada…
…ni siquiera que estoy bien.
Sebas.

Por Nátaly Londoño Laura

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