
"Claudia Montanini, la hermana del alma que nunca tuve", Ángela Patricia Janiot
Nuestra historia nace con la de nuestros padres, que fueron compañeros, socios, amigos. Éramos vecinas, compañeras de clase, de fiestas. Excepto los novios, compartíamos los mismos amigos, gustos, pasatiempos, alegrías, muchas carcajadas y pocas tristezas.
Claudia fue protagonista en todas esas cosas y eventos que marcaron nuestra infancia, la adolescencia, la vida adulta. Tuvo una influencia fundamental en todas esas vivencias que sumadas forman el carácter, la personalidad, los sueños, las esperanzas, y que van acumulando experiencias de lo que somos. Es la persona que, junto a mi familia, más me conoce, con la que más he compartido. Aquella con la que no necesitamos hablarnos para saber lo que estamos pensando. Esa amiga incondicional que tiene la habilidad de decirme las cosas con propiedad, pero sin imposiciones. Lo hace con sabiduría, con efectividad para que el mensaje conecte al corazón. Claudia es a la que siempre quiero escuchar con atención, porque tendrá la mejor observación para ofrecerme. Es la que siempre me dio ese abrazo apretado y fraterno, en el momento que más lo necesitaba. Creo que ella no tiene idea cuánto he aprendido de su ética, de los valores fundamentales que acompañan al excelente ser humano que es. Hay otra cosa que tampoco sabe Claudia: inconscientemente me produce celos, pues tiene la fortuna de disfrutar mucho más tiempo a mi mamá. Una compañía que es una hermosa bendición.
Foto: David Schwarz