Debo confesar que la primera vez que practique sexo virtual sentía una vergüenza incontrolable. Por un momento pensé en cambiar de idea y aceptar que no era capaz. Pero tengo escasos veinte y tantos años, no es edad para ponerme tan pudorosa, así que adecué mi iPad- que no tiene base para sostenerse- en medio de los libros de mi mesa de noche. The Great Gatsby y La maravillosa vida breve de Oscar Wao, surtirían como buenos acompañantes de mi primera vez. Encendí la lamparita y me convertí.
Literalmente me convertí. No sé cuál de todos los espíritus de actrices porno a las que he visto se metió en mí, pero seguro era el de una de las experimentadas. Las novatas que gimen cuando les tocan el pelo no, yo era de las grandes, de las que pierde en serio el pudor con la primera obscenidad.
Esta era una cita que habíamos aplazado y envenenado. Es decir, meses atrás yo había estado fuera del país y le había prometido una noche de sexo por Skype. No pude cumplirla porque la banda ancha, o debo decir estrecha, del país que me albergaba no me lo permitió, pero eso sí, le mandé unas fotos que todavía recuerda y que le sirvieron de consuelo durante mi ausencia.
Sigue a Cromos en WhatsAppAhí creo que empecé a liberarme del pudor, cuando metí el celular a la ducha y me fotografié de manera erótica, literal, sin consentimientos, sin tabú y sin calzones. Creo que es el momento perfecto para revelarles la primera regla de oro para tener sexo virtual. Si no confía en su interlocutor no lo haga ni en chiste. Claro, muchas mujeres pueden refutar: "una cosa son los hombres cuando están enamorados y otra cuando terminan. Quién sabe qué puede llegar a hacer él con eso cuándo ya no seamos nada", pero no nos digamos mentiras, uno sabe a quién se le empelota en el celular, el one night stand no sirve para recibir ni fotos ni vídeos. ¡Ojo!
Superada la primera fase, lista y habiendo hecho uso de la fotografía como aliada de mi polvo virtual, empezamos. Y llegaron las preguntas a mi cabeza. ¿Pongo la cámara hacia mi cara? ¿Hacia mis tetas? ¿Me las cojo? ¿Mejor bajo la cámara y le muestro explícitamente lo que quiere ver? ¿Plano abierto? ¿Zoom? ¿Primerísimo primer plano? Demasiadas preguntas para resolver en ese preciso instante.
Nada. La dejé quieta y empecé a tocarme. Despacio, mientras le decía lo que estaba haciendo y lo que quería estar haciendo (aludiendo a todo su cuerpo que tanta falta me hacía). Mi interlocutor al otro lado, y al otro lado del mundo, no tenía buena luz, así que lo que me motivaba era su voz y todas las cochinadas que me decía, deliciosas, salvajes. Entonces empezó la carrera por el mejor animador de la noche.
Regla número dos: el sexo virtual necesita, inevitablemente, una buena porrista, una persona que esté dispuesta a animar al otro hasta el final. Es imprescindible, pues si los cuerpos no están presentes, las palabras deben desatar todo lo que podría desencadenar una caricia, un beso, el aliento del otro.
“Hay que hacer uso de la comunicación, gemir, decir palabras o frases cortas como ‘te deseo, me encanta escucharte, quiero que pienses en mí …’ piensa que solo están tú y tu pareja, dile más de lo que normalmente le dices, si no será más difícil practicarlo”, asevera la sexóloga Antonia González.
La experta además recomienda tener cierto tipo de ayudas, en el caso de la mujer “tener a la mano un lubricante o un vibrador pues esto puede contribuir en la consecución del clímax y el hombre siente placer al ver esta situación en su pareja”.
Llegando a la etapa final de mi maratón sexual, la cámara de mi iPad se volvió loca. No me importó nada. No pensé si estaba acercando mucho la cámara, si se me estaba viendo todo, si los vecinos se estaban percatando de mi escena; el orgasmo me sorprendió en un plano secuencia delicioso del que pude hacer testigo a mi novio. Después llegó su momento, para el que nunca dejé de animarlo, y al final dos caras felices comunicándose por el ojo de una cámara y la promesa de volverlo a hacer.
Al final una sonrisa, la satisfacción del deber cumplido (deber que yo misma me asigné) y una reflexión: “nunca sabrás si te gusta o no hasta que no te atrevas”. Así que, ¡REC y mucho pulso!
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Al aire
No se debe enfocar el sexo virtual en solo un área del cuerpo, hay que recorrer la cara, las zonas erógenas, aportar a otro una imagen completa.
No se recomienda hacer este tipo de juegos con personas desconocidas que pueden grabarlo o difundir imágenes o el video.
Una cita virtual puede empezar con un juego de mensajes eróticos en el que expresas cuánto lo desea y sus ganas de innovar.
A la hora de desvestirse use elementos eróticos como música de fondo, luz tenue, algo de licor, todo lo que pueda estimular visualmente a su pareja.