¿Cuándo merece ser salvada una relación?

En tiempos de elevadas tasas de divorcios, poliamor y redes sociales, hablamos con la terapeuta de pareja Ana María Tamayo, quien nos contó por qué se debería luchar por amor.

Por ?Paola Llinás Aragón
26 de septiembre de 2019
¿Cuándo merece ser salvada una relación?
La infidelidad es la razón principal de consulta. / Foto: David Schwarz.

La infidelidad es la razón principal de consulta. / Foto: David Schwarz.

El amor requiere trabajo. Requiere pensar en el otro, invertirle tiempo, preocuparse por sus necesidades, cultivar la confianza, aprender a comunicarse de la manera adecuada... Pero las creencias populares nos han hecho creer que el amor no tiene reglas, que todo lo puede y todo lo soporta, que en él nada es imposible. Y ahora, en la época del amor libre, los matrimonios pasajeros y el poliamor, parece cada vez más difícil intentar descifrar las cuestiones del corazón. La forma en que debería vivirse una relación es cada vez más relativa. Y los factores externos, como las redes sociales y la variabilidad de conceptos, como el de la familia (antes inmutables), hacen que cuestionemos la forma en que amamos.

Las cifras nos dicen que, contrario a lo que muchas veces nos hicieron creer, el amor no siempre es eterno. Según la Superintendencia de Notariado y Registro, 64 matrimonios se disolvieron a diario el año pasado. A eso se suma que, desde el 2012, la cantidad de matrimonios civiles ha disminuido drásticamente, lo cual indica que las concepciones sobre el matrimonio han cambiado. Además, la cantidad de personas que recurren a psicólogos y a psiquiatras va en aumento, incluida la terapia de pareja y la familiar.

Este tratamiento, que es relativamente nuevo, intenta identificar lo que está dañado para evitar mayores traumas e incomodidades. Y aunque para muchos expertos la terapia es de gran ayuda para abrir la mentalidad de la pareja y recordarles por qué se enamoraron, dejar de lado las agendas personales y reconocer que una relación necesita apoyo no es fácil. Por eso, hablamos con Ana María Tamayo, psicóloga de la Universidad Javeriana, gestaltista y psicoterapeuta de pareja desde hace 13 años, quien nos dio luces sobre el amor en tiempos de redes, sobre los síntomas y las causas que llevan a una pareja a asistir a terapia, y sobre las estrategias para identificar cuándo un amor vale la pena ser salvado.

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Para empezar, ¿cómo definiría la terapia de pareja?

Para mí, es una oportunidad para que dos personas que eligieron un camino de vida juntas se conozcan más. Es un espacio para generar conversaciones constructivas dentro de la relación, haciendo preguntas que puedan llevar a la pareja a descubrir sus puntos ciegos. Yo siempre los invito a hablar desde el corazón y a construir un espacio que les permita conocer su verdad y expresársela al otro. Cada proceso es diferente, porque toda pareja es diferente, no existe receta infalible.

¿Cuáles son los síntomas y las causas que indican que una relación necesita terapia?

Yo tengo una concepción del proceso terapéutico, tanto individual como de pareja, según la cual no hay que esperar a que se presente un síntoma. No es como cuando uno espera a estar enfermo para ir al médico, sino que es un proceso que se puede hacer en cualquier momento. Es más, lo ideal es que se haga antes de que surjan problemas porque, por lo general, los casos llegan cuando la relación está muy fracturada, cuando hay heridas muy profundas y situaciones muy dolorosas. Entonces, lo ideal es que sea un espacio de conversación neutral para conocer las necesidades del otro y renovar acuerdos. En cuanto a las causas, la principal razón por la que llegan las parejas a mi consultorio es por infidelidad, pero luego surgen otros temas que la pareja no habría encontrado si no se hubiera arriesgado a entrar en el proceso.

Aunque ya mencionó que todas las parejas son diferentes, ¿existe alguna clave para que la terapia funcione con más efectividad o rapidez?

No, depende de cada pareja, porque cada una tiene su ritmo y hay que respetarlo. Intentar acelerar el proceso lleva a que se salten fases importantes. La efectividad depende del compromiso que haya hacia el proceso y esto se nota en la frecuencia con la que la pareja va, en la apertura y en la honestidad con la que hablan de sí mismos, y en su capacidad para ser introspectivos, para reconocer frente al otro lo que duele y molesta. Algunas veces la pareja llega con una decisión casi tomada y necesita un último empujón. Otros procesos son más largos y profundos, y las personas logran una verdadera transformación. Otros pueden ser cortos y la pareja no vuelve. Lo importante es tener una constancia que nos permita avanzar, vernos al menos una vez a la semana.

 

¿Existe alguna forma en que se pueda medir el éxito de la terapia de pareja?

El término éxito es muy relativo porque no siempre significa que la pareja permanezca junta. Yo he tenido procesos muy buenos en los que finalmente la pareja decide separarse. Además, la terapia no solo sirve en una relación cuando está a punto de acabarse, también sirve en el proceso de separación. Es decir, una vez la pareja ya ha tomado la decisión de distanciarse, sirve para hacer un cierre sano desde el agradecimiento, para negociar y llegar a acuerdos sobre lo material o lo que respecta a los hijos. El éxito, para mí, es cuando ambas partes lograron encontrar su verdad, trabajaron en su desarrollo personal y emocional, y son conscientes del aprendizaje que necesitan.

Cuando ambas partes de una relación consideran que está muy dañada, afirman que “se acabó el amor” o una de las personas se niega a ir a terapia, ¿de verdad cree que vale la pena intervenir? ¿Cómo saber cuándo vale la pena luchar o no por la relación?

Es importante profundizar para descubrir de dónde viene ese desencuentro y revisar conjuntamente si definitivamente la mejor decisión es separarse. Yo les sugiero que se separen un tiempo, que tomen distancia para ver qué pasa y cómo aprenden a vivir sin el otro. Siempre hay una persona más motivada que la otra, pero la otra debe tener un mínimo de intención porque, si se niega al proceso, todo es muy difícil y una de las condiciones básicas es que las dos personas estén de acuerdo. Para mí, vale la pena luchar cuando hay voluntad, pero eso es algo que solo saben las dos personas en el fondo de su corazón. En los momentos en los que la situación es confusa y dolorosa, y hay miedos a la hora de tomar la decisión de separarse o de seguir juntos, las personas identifican si vale la pena o no empezar el proceso terapéutico.

Todavía existen muchos imaginarios sobre el amor romántico. Hay mujeres que creen en ideas como la del ‘príncipe azul’ y los hombres tienen concepciones muy maternales de las mujeres, ¿cómo tratar con esos ideales tan marcados en la sociedad?

Esos ideales románticos del amor son una visión infantil que todos en algún momento tenemos. En la terapia los hacemos conscientes y revisamos de dónde vienen, no para destruirlos, sino para transformarlos. Lo ideal es actualizarlos y aterrizarlos a la realidad, ayudar a que las personas se vean como realmente son para que acepten al otro como realmente es, de tal forma que puedan escribir su propia versión de la historia.

¿Qué hacer en caso de que una relación se vuelva dependiente del terapeuta y solo con su apoyo funcione?

Es importante que nosotros como terapeutas también nos sometamos a terapia para no construir relaciones de dependencia ni poner a los pacientes nuestros problemas. En la terapia de pareja es muy fácil que alguna de las partes sienta que el terapeuta está tomando partido en algún momento, por eso, mantener una posición neutral y libre de juicios es importante. Se debe construir una estrategia para ir soltando a las personas poco a poco, para no tener una separación abrupta, sino procurar que se adapten a la ausencia de uno.

Según el tiempo que lleva como terapeuta, ¿ha identificado alguna época del año en que sea más común la terapia de pareja? ¿Cree que se encuentra en auge respecto a años anteriores?

Mi percepción es que en enero la gente inicia mucho procesos, algunos continúan y otros no. Y yo creo que la terapia ahora es más común porque la gente es cada vez más abierta a la hora de acceder a servicios de apoyo psicológico, muestran menos resistencia y prejuicios para buscar ayuda profesional. Hoy en día la gente busca espacios para el trabajo personal, el autoconocimiento, para el crecimiento y el desarrollo de consciencia, buscan terapeutas más humanos y amorosos y terapias que se alejen un poco de lo tradicional.

 

¿Cree que en las generaciones más jóvenes la terapia sí llama la atención? Porque muchas parejas hoy en día parecen inclinarse hacia conceptos como el amor libre y el poliamor, ¿hasta ese tipo de relaciones necesitarían terapia?

Yo atiendo jóvenes y sí creo que les interesa la terapia. En mi opinión, esos conceptos de 'poliamor' o 'amor libre' han existido siempre en algunas culturas solo que hasta ahora estamos hablando de ellos. Hoy en día las parejas se están atreviendo más a hacer acuerdos diferentes que rompen paradigmas y a hablar de ello, para eso se necesita de cierta madurez y cierta consciencia, para que funcionen. Se deben crear consensos y definitivamente la terapia siempre va a ser un espacio para conversar de todos esos temas. Yo siempre estaré dispuesta a recibir cualquier tipo de relación y estoy segura de que pronto recibiré más de dos personas en mi consultorio. 

¿No cree que eventualmente la terapia de pareja pueda dejar de llamar la atención y desaparecer?

Yo creo que no, porque siempre se va a necesitar de la terapia en general. Finalmente, la terapia de pareja no deja de ser un proceso de autoevaluación en el que se encuentran problemas individuales por resolver. Eso definitivamente es algo que las personas necesitan. Tal vez lo que puede pasar es que desaparezcan unos métodos tradicionales y se transforme la terapia para responder a necesidades nuevas, si los conceptos de pareja siguen cambiando.

Entonces, ¿cómo hacer entonces para que las parejas, en especial las jóvenes, se interesen por la terapia?

La terapia no es una cosa que nazca de un problema. Yo creo que las nuevas generaciones se preocupan por hacer búsquedas personales, espirituales, de desarrollo de conciencia... Y aunque creo que acceden más a terapias individuales que de pareja, las estrategias alternativas como las que yo empleo pueden hacer que los jóvenes se sientan atraídos a terapias diferentes, breves, pero profundas y confrontadoras. Las redes sociales, Whatsapp, Instagram y Facebook tienen hoy en día una gran influencia en las relaciones de pareja. Por un lado, porque es una manera nueva en la que nos comunicamos y estamos en contacto con otros y, por otro, porque los límites de la intimidad ya no son tan claros. Una de las razones de conflicto de las parejas actuales es la manera como se escriben o se relacionan con otras personas por las redes.

 

Si le interesa pedir una cita para trabajar por su relación de pareja, puede hacerlo en el correo electrónico anamariatamayog@gmail.com. O en el teléfono de su consultorio en Bogotá: (031) 610-7461. 

 

Por ?Paola Llinás Aragón

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