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¡Cultivos orgánicos a la carta!

Los programas de agricultura urbana buscan propiciar seguridad alimentaria y reverdecer las ciudades. ¡Atención!

Por Redacción Cromos

27 de mayo de 2016

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En terrazas, jardines y balcones de las ciudades del país han comenzado a nacer tomates, arvejas, cilantro, cebollas y yerbas aromáticas suficientes para el consumo del hogar y para compartir con familiares o vecinos; todo gracias al auge de la agricultura urbana. Bogotá y Medellín tienen programas para asesorar sobre el montaje, el cuidado y la comercialización de las cosechas.

El programa Agricultura Urbana y Preurbana Agroecológica (AUPA), funciona desde 2004 en el Jardín Botánico José Celestino Mutis de Bogotá (JBB). Durante 15 años ha atendido las 20 localidades con el objetivo de fomentar el cultivo de alimentos de clima frío, especialmente entre la población vulnerable. Pero es mucho más que un programa para proveer alimentos, entre sus objetivos está el intercambio de saberes y de técnicas de cultivo.

El JBB de Bogotá ofrece capacitaciones a familias y comunidades, las asiste técnicamente y realiza encuentros y mercados de agricultores urbanos. “El público es variado y desde 2004 han sido dines y salones de clase en colegios de la capital antioqueña y sus municipios aledaños. “El programa no solo busca capacitar, también provee los insumos necesarios a los beneficiarios, como semillas, tierra y abonos, gracias al apoyo de la empresa privada”, explica Cristina Colorado López, coordinadora de Educación del Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe de esta ciudad.

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“Buscamos crear conciencia, mostrar que no solamente en el campo y en grandes terrenos es posible sembrar, sino también en las ciudades y en espacios reducidos”, enfatiza Colorado. El programa incluye el montaje de la huerta y para completarlo es necesario tomar los talleres: semillero, lombricultivo, cosecha de agua lluvia, cultivos horizontales y verticales, rescate de semillas criollas y nativas, biopreparados, agroecología, pos cosecha y formación de líderes.

Para Resfa Nelly Ortiz, habitante del corregimiento San Cristóbal de Medellín, el espacio no ha sido una limitante para sembrar ajo, puerro, remolachas, zanahorias, cebollas, fríjoles, espinacas, tomates y aromáticas. “Logro una gran variedad de productos porque voy sacando uno detrás de otro. Cosecho entre 10 y 12 kilos, los peso por libras y los llevo al mercado verde que realiza cada mes el Jardín Botánico, allí los vendo a mil pesos la libra y la gente queda feliz porque son productos más sanos, frescos y baratos”.

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Para ella y sus vecinos, que también han comenzado su huerta, no se trata de un negocio: “lo más importante ha sido poder multiplicar la experiencia”, afirma. capacitados 55.000 habitantes de la ciudad, entre niños, jóvenes, adultos, discapacitados, población en condición de desplazamiento, madres comunitarias y empleados de entidadespúblicas y privadas. En Bogotá hemosrealizado 183 eventos y asistimos 300 huertas familiares y comunitarias”, afirma el ingeniero agropecuario Diego Gutiérrez, coordinador.

Mucho más reciente, pero con principios similares, nació el programa de agricultura urbana ‘Sembrando saberes, cosechando sabores’ en Medellín, que comenzó en 2012 y ha capacitado y hecho seguimiento a 1.775 personas para crear y mantener huertos en balcones, terrazas, antejar-dines y salones de clase en colegios de la capital antioqueña y sus municipios aledaños. “El programa no solo busca capacitar, también provee los insumos necesarios a los beneficiarios, como semillas, tierra y abonos, gracias al apoyo de la empresa privada”, explica Cristina Colorado López, coordinadora de Educación del Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe de esta ciudad.

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“Buscamos crear conciencia, mostrar que no solamente en el campo y en grandes terrenos es posible sembrar, sino también en las ciudades y en espacios reducidos”, enfatiza Colorado. El programa incluye el montaje de la huerta y para completarlo es necesario tomar los talleres: semillero, lombricultivo, cosecha de agua lluvia, cultivos horizontales y verticales, rescate de semillas criollas y nativas, biopreparados, agroecología, pos cosecha y formación de líderes.

Para Resfa Nelly Ortiz, habitante del corregimiento San Cristóbal de Medellín, el espacio no ha sido una limitante para sembrar ajo, puerro, remolachas, zanahorias, cebollas, fríjoles, espinacas, tomates y aromáticas. “Logro una gran variedad de productos porque voy sacando uno detrás de otro. Cosecho entre 10 y 12 kilos, los peso por libras y los llevo al mercado verde que realiza cada mes el Jardín Botánico, allí los vendo a mil pesos la libra y la gente queda feliz porque son productos más sanos, frescos y baratos”.

Para ella y sus vecinos, que también han comenzado su huerta, no se trata de un negocio: “lo más importante ha sido poder multiplicar la experiencia”, afirma.

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Foto: Google con derecho a reutilización

Por Redacción Cromos

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