Edwin Rodríguez, el pintor de la paz
Vegalarga es un municipio ubicado en el departamento del Huila, incrustado entre montañas. Sus habitantes han sido víctimas de más de 25 tomas guerrilleras. Las balas, los cilindros bomba, las granadas, los atentados a medianoche, el miedo y el dolor, han quedado en sus memorias.
Son muchas las historias que guardan los rincones de Vegalarga, recuerdos que con dolor nos contó Marina Bahamón frente a la cámara: “Cada 20 días había un tiroteo; el miedo nos hacía encerrarnos en las casas y nadie podía dormir tranquilo. En una de esas tragedias que ocurrió acá murió un familiar mío, Ferney. Es muy triste que la guerra se te lleve a alguien que tanto quieres”.
Sigue a Cromos en WhatsAppLlegar a este pueblo cafetero es encontrarse de frente con las huellas de la guerra: la estación de policía tiene unos pequeños huecos que han dejado los impactos de las balas, algunas casas lucen abandonas y los rostros de ciertas personas denotan un poco de temor. Pero también hay que decir que se respira esperanza, una esperanza que, según muchos de los habitantes de Vegalarga, ha traído Edwin Rodríguez: “Edwin nos ha traído esa tranquilidad, ese renacer, esa alegría de volver a acordarnos que somos vecinos, nos llama a integrarnos, a participar, a ayudarnos”, contó Ana Barón, oriunda de Vegalarga.
Edwin nació en este pequeño pueblo y ha sido testigo de primera mano de cómo el conflicto ha transformado la vida de quienes viven allí. Después de cada atentado, Vegalarga lucía descolorida y desierta; nadie se atrevía a salir. Por eso, él como artista quiso cambiar esa realidad.
Con la iniciativa “Mil colores para mi pueblo” quiere llenar de color las fachadas de las casas, para que haya nuevas historias que los muros empiecen a contar. “Las paredes de mi casa cuentan que hay esperanza para este pueblo, que hay oportunidades de salir adelante, que cada día que nos levantamos es un día nuevo y se puede salir adelante”, relata emocionada Ana Varón, mientras pinta por primera vez su hogar de color rojo.
A nuestro lado, Edwin caminaba las calles de Vegalarga para supervisar cómo los vecinos se unían para pintar las paredes entre todos. El artista no paraba de sonreír, y su satisfacción al ver el resultado de su trabajo era evidente. “Mi mayor alegría es saber que gente que no se saludaba y no se hablaba, a través de un proceso de pintura, ahora se habla y cuenta una nueva historia”.
Rodríguez ha trabajado en producción de teatro, asistencia de dirección de obras y ha sido gestor cultural, pero a lo que dedica la mayor parte de su tiempo es a esta iniciativa con la que ha llegado a San Luis, Antioquia; Algeciras, Huila; Puerto Rey, Cartagena; y Zipaquirá, Cundinamarca. A cada lugar llega con artistas, cineastas y escenógrafos, quienes se encargan de capacitar durante un día a los lugareños para que sean ellos mismos quienes transformen las fachadas de sus casas.
El mensaje que Edwin quiere dejar en cada jornada es claro y se lo transmite a todo el que ha sufrido como él los dolores la guerra: “La paz no es de una persona que quiera luchar contra el mundo y que quiera dar un mensaje, sino que es algo que construimos juntos, y precisamente todos los trabajos que hacemos se hacen en comunidad. Si no lo hacemos en comunidad, no va a funcionar y no sirve para nada. Siento que la paz que queremos la tenemos que construir en conjunto”.
"Empezamos en Vegalarga, Huila, donde pintamos 190 casas. Luego estuvimos en San Luis, ahí pintamos 290 casas. Estuvimos en Algeciras, donde pintamos 490. Después estuvimos en Puerto Rey, a 20 minutos de Cartagena, donde pintamos 200 casas, y Zipaquirá donde hemos pintado 200 casas."