El fenómeno del "hambre oculta"

Una buena alimentación durante los primeros cinco años de vida tendrá un altísimo impacto en el desarrollo social y cognitivo futuro de los niños. “Hay evidencias científicas muy contundentes que muestran que un ser humano en los primeros cinco años desarrolla cerca del 80% del cerebro. Los seres humanos nacen con un cerebro al 25% más o menos, lo que es una sana oportunidad porque hay una gran maleabilidad y una gran posibilidad de intervenirlo y potenciarlo al máximo, pero ese desarrollo puede darse solo en condiciones de buena nutrición”, explica Germán Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Éxito, fundación que se ha concentrado en programas de nutrición para la primera infancia.

El goce pleno de las capacidades del ser humano, el desarrollo de todo su potencial pasa por tener un organismo sano y desarrollado, y por haber tenido una infancia con buena nutrición. A los cinco años un niño bien nutrido está al 80% de sus capacidades, un niño mal nutrido puede estar entre el 40 y el 50%, y esa brecha nunca se recupera. “Así, el niño que no es bien alimentado ve muy afectadas sus capacidades cognitivas y sociales, su capacidad de lenguaje y racionamiento y esas carencias lo acompañarán dramáticamente durante el resto de la vida. Cuando ingrese al colegio su desempeño será deficiente y seguramente sus oportunidades de poder tener un mejor nivel de vida también”, añade Jaramillo.

Puede que usted esté seguro de que su hijo no tiene ningún problema nutricional, sin embargo, ante cifras alarmantes como las que presenta Colombia es mejor estar muy atentos. Además de la desnutrición crónica que afecta a uno de cada ocho niños en el país, está lo que los especialistas han dado en llamar “el hambre oculta”, un fenómeno que tiene que ver con que el niño consume la cantidad de calorías que requiere pero esas calorías son de bajo poder nutricional. Este tipo de desnutrición tiene que ver con una dieta baja en consumo de frutas, vitaminas y proteínas, lo que trae un déficit en nutrientes como el hierro, la vitamina A y el zinc, indispensables para el buen desarrollo físico.

Zinc

Uno de los mayores déficits que padecen los niños es el del zinc, un mineral presente principalmente en carnes, pescados, huevos, cereales fortificados y en la leche. Su ausencia retrasa el crecimiento, debilita el sistema inmune, disminuye la capacidad de aprendizaje y hace a los niños altamente vulnerables para padecer enfermedades diarreicas. “En Colombia uno de cada dos niños tiene déficit de zinc, situación que ameritaría que el país se declarara en emergencia por déficit de zinc”, explica el experto.

Vitamina A

Otro elemento que hace parte de esa “hambre oculta” es el déficit de vitamina A, que se presenta en uno de cada cuatro niños del país. La ausencia de vitamina A afecta la formación y el mantenimiento de la piel, la formación de los huesos, los dientes, las mucosas, el hígado, las hormonas sexuales y suprarrenales y la visión nocturna. La vitamina A está principalmente en las verduras y las frutas, especialmente en las ?de color amarillo y naranja.

Hierro

Finalmente, el tercer componente de esa desnutrición que es difícil de detectar es la ausencia de hierro. La carencia de hierro afecta a 1 de 4 niños y estas cifras lo que muestran es grandes problemas en la maduración del cerebro y en la capacidad de concentración de los niños, además de un riesgo alto de retardo mental y de crecimiento físico. El hierro se encuentra principalmente en la carne y en las leguminosas y por eso su ingesta es fundamental para evitar la anemia.

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