
País: Estados Unidos
Director: Paul Thomas Anderson
La última película de Daniel Day-Lewis, logra involucrarnos nuevamente en uno de esos mundos que a simple vista no son tan fáciles de descifrar. Un filme que logra tocar las fibras más sensibles de quienes han vivido en busca del amor, logrando experimentar a través de sus escenas la frustración, paciencia, tolerancia y la relación tóxica pero dependiente de dos mundos totalmente diferentes.
Un diseñador de alta costura de los años 50, exitoso, caprichoso, perfeccionista, terco e insoportable, es la representación de varias conductas humanas que permiten vislumbrar todo un universo de vacíos que vienen desde la infancia del personaje, y que están estrechamente ligados con la relación que éste tiene con las mujeres. Las mismas, que convertidas en su inspiración, son el mejor pretexto para vivir en un régimen creado por él mismo, donde consigue alimentar su ego, autoestima y bolsillo, conquistándolas, y luego dejándolas a un lado, sin ser capaz de establecer un compromiso sólido y de amor.
Su hermana (Lesley Manville), figura importante dentro del desarrollo de la cinta cinematográfica es quién ha sido capaz de convivir durante años, con un hombre incapaz de sentir y de ver más allá de su trabajo. Sin embargo, las secuelas vienen desde la relación que tuvo con su madre, una mujer a la que admiraba y quien le enseñó el arte de la costura, dejando en él un vacío inmenso, luego de su muerte.
La aparición de una camarera, Alma, interpretada por la actriz Vicky Krieps, logra darle ritmo al lento y pausado desarrollo de la película, quien convertida en musa del diseñador, logra ganarse un puesto en la vida del mismo con una serie de juegos mentales, que despiertan los “peores demonios” del protagonista, y que día tras día encuentra respuestas en los comportamientos de la joven y enamoradiza mujer que hace lo humanamente posible, por despertar la atención del diseñador.
De ahí que nazca un extraño melodrama de época, que desencadena una rara y perfecta relación amorosa, cargada de crueldad, odios, desacuerdos, soledad y un aire profundo de frustración que logra encajar con la manera de amar de cada uno de ellos, pero que está basada en una dependencia que no es psicológicamente normal, por el contrario, lo que hace es que en medio de la duda por continuar, la paciencia se traduzca en la base para solidificar un amor que va más allá de los sentidos, y que resulta ser al final el vestido más difícil de confeccionar para el protagonista.