Desde niña creció rodeada del amor de su familia, pero también enfrentando realidades difíciles. El diagnóstico de cáncer de su madre marcó el inicio de una lucha que pondría a prueba la fortaleza de todos en su hogar. Sin embargo, fue también el momento en el que Sari descubrió una fuerza interior que la llevaría más lejos de lo que jamás imaginó.
Puedes leer: Noventa años y va por más
Con el avance de la enfermedad, la situación familiar se tornó crítica. Los gastos médicos se acumulaban, y su padre, Jaro Rosales, se lanzó a trabajar en cualquier oficio que pudiera encontrar, desde la carpintería hasta la construcción. Mientras él buscaba mantener a la familia a flote, Sari cargaba con su propio desafío: no dejar que las circunstancias quebraran su sueño de estudiar.
A pesar de los duros golpes, Sari jamás dejó de creer. Mientras trabajaba en un café internet para ayudar en casa, no cesaba en la búsqueda de oportunidades para avanzar en su educación. Fue así como se cruzó con el programa de becas de la Fundación Universitaria Compensar, que le abrió las puertas para estudiar ingeniería de sistemas. “Era esa ayuda que necesitaba para no perder el rumbo”, comenta. Decidida a no dejar escapar esta oportunidad, se volcó al estudio con una dedicación que reflejaba su deseo de salir adelante.

Sari Magali Rosales.
Durante su paso por la universidad, encontró más que formación académica: descubrió una red de apoyo que la acompañó en su crecimiento personal. “Siempre me sentí respaldada, ya que recibí un acompañamiento cercano, y me lo brindaron en cada etapa”, recuerda Sari, quien, con cada obstáculo superado, se acercaba más a su objetivo.
Lee también: El material del que están hechos los sueños
Finalmente, tras años de esfuerzo incansable, Sari no solo culminó su carrera, sino que también obtuvo la oportunidad de hacer sus prácticas en una reconocida empresa de tecnología. Su desempeño le permitió quedarse como parte del equipo, convirtiéndose en una profesional valorada por su talento y dedicación. Aunque su madre no estuvo físicamente para celebrar ese triunfo, Sari encuentra paz en saber que cada paso que ha dado lleva consigo el legado de su valentía. “Siento que todo lo que soy es gracias a ella, su lucha fue el impulso para todo lo que he logrado. Este triunfo es de las dos, aunque ya no esté conmigo”.
Hoy, Sari Magali es mucho más que una ingeniera. Es una joven que es inspiración para otros, ya que nunca permitió que las dificultades la definieran. “Ahora mi mayor motivación es mi papá, quiero devolverle un poco de todo lo que sacrificó por nosotras”, confiesa.
Puedes leer: Una mina de esperanza
La vida para Sari y su familia está llena de nuevos retos, pero también de oportunidades que han sabido aprovechar. Cada obstáculo ha fortalecido su unión y les ha mostrado que, con esfuerzo y el apoyo adecuado, se puede lograr lo impensable. “Estoy infinitamente agradecido con la Fundación Universitaria Compensar por todo el apoyo brindado. Esta oportunidad abrió puertas que nunca habríamos imaginado”, concluye Jaro, orgulloso de ver cómo su hija construye un futuro brillante.
“El poder estudiar marcó un antes y un después en mí, en lo que yo soy, lo que hago y en mi forma de pensar. Se puede decir que revolucionó todo lo que yo era, para lo que soy ahora”

